Home

Cultura

Artículo

¡DEJEMONOS DE VAINAS!

Cerca de 5 millones de colombianos comienzan el fin de semana los viernes a las 7:30 p.m., sintonizando el programa nacional con más rating.

14 de enero de 1985

¿Qué es lo que hace que todos los viernes a las 7:30 no pueda haber reuniones de gobierno en la Casa de Nariño y durante la siguiente media hora no sea posible tomar decisión alguna? Pues la misma razón por la cual una empleada del servicio doméstico suspende la pelada de habichuelas y le baja el calor al fogón del arroz. ¡Dejémonos de vainas! Todos saben que a esa hora la cita es con la familia Vargas en la Cadena 2 de T.V.
Juan Ramón. Renata. Ramiro. Josefa, Margarita, Teresita y Ramoncito se han convertido en los personajes favoritos de los televidentes colombianos quienes, de una u otra forma, se ven retratados en las situaciones y enredos de esa familia tan de clase media como el Renault-4, los paseos a Melgar y el pollo "Kokoriko". Y es que como el lema de este producto, el programa "Dejémonos de vainas" no tiene presa mala. Sus argumentos tan aparentemente simples y sus personajes tan comunes y silvestres, han logrado convencer a los colombianos de que el fin de semana comienza los viernes a las 7:30 de la noche.

PAPA MAS, PAPA MENOS
Bernardo Romero, antes de la pasada licitación, había empezado a darle vueltas a la idea de hacer una comedia para TV. Había convertido en libretos dos columnas de Daniel Samper y resolvio lanzarle el anzuelo con ayuda de Pacheco, conociendo la amistad entre los dos y su común pasión por Santa Fe. Daniel Samper cuenta que Bernardo Romero Pereiro lo buscó entonces con la intención de concretarle la propuesta. Aunque Samper afirma que "tenía una oferta de Hollywood", le respondió: "Es más fácil convertir un tractor en un vestido de novia, pero si cree que puede, ¡jálele!. Bernardo le jaló y, como es tipo tan flaco como talentoso, a partir de unas moronas de humor se inventó unas masas de comedia". Samper es enfático en afirmar que si la propuesta no hubiera provenido de Romero, jamás hubiera aceptado. "Accedí a que se hiciera la vaina porque tenía fe ciega en Bernardo, el bobito de la telenovela "Destino a la ciudad"". Las moronas de humor a las que se refiere Samper fueron en un principio las columnas que desde hacía años venia publicando en El Tiempo. Romero trabajaba con ellas, las adaptaba, les creaba núcleos de acción y Samper se limitaba a sintonizar el programa los viernes e incluso a sentirse, junto con su familia, sorprendentemente retratado.
El último libro de Daniel Samper, "Piedad con este pobre huérfano" se refiere al título de una columna que publicó cuando el programa acababa de salir al aire, y en la que contaba la supuesta reacción de su familia ante lo que el director consideraba "una necesaria solución dramática": suprimir el papá. "Dramática para mi papá", asegura Daniel, quien cuenta que aquél, al enterarse de que no sería protagonista del programa, había dicho: "Estoy seguro de que cualquier siquiatra encontrará en esa omisión profundas raíces de odio hacia mí". "Me quedé boquiabierto cuando mi mamá nos lo dijo", dice Daniel. Y continúa, "todo eso había sido inventado por Bernardo: la mamá viva el papá difunto, el amigo costeño, la muchacha gorda, etc. Si había alguna culpa era de Bernardo. No mía. Mi mamá respiró aliviada al saber que mi mano de autor no llegaba hasta el parricidio".
El escepticismo con el que inicialmente había recibido la propuesta fue desapareciendo. A medida que el rating fue subiendo, el entusiasmo del periodista lo llevó a proponer que, en adelante, escribiría argumentos especialmente para el programa.
Por otra parte, la "sintonía" entre el director y el periodista ha llegado a ser tal, que ambos afirman que, muchas veces, se les ocurren las mismas cosas, entre otras razones porque tanto ellos como el protagonista, Víctor Hugo Morant, tienen hijos de la misma edad de los niños Vargas. El sistema de trabajo consiste básicamente, en que Daniel manda los argumentos, da las ideas, y Bernardo crea las situaciones, "filtra, introduce cambios, mejora", dice Samper. Al comenzar a desarrollar el proyecto para presentarlo a la licitación, se pusieron de acuerdo en lo que ambos consideran que es parte del éxito: que los capítulos fueran redondos, con principio y fin en el mismo programa, "de tal manera que cualquier capítulo puede verse sin necesidad de haber visto los anteriores".
Para la escogencia de los actores, Romero realizó pruebas y entrevistas a muchos candidatos, aunque admite que, finalmente, el personaje de Juan Ramón acabó siendo el actor que él inicialmente había pensado que le daba la medida: Víctor Hugo Morant. Las dudas que había tenido al principio surgieron del hecho de que Morant era estrella de otro programa de mucha audiencia, "El Chinche", y de que se corría el riesgo de la identificación de los personajes. El mismo problema se presentó a la hora de escoger a Paula Peña como Renata. Sin embargo, afirma Romero que "primó el profesionalismo de ambos. Son tan buenos actores que podían separar un personaje de otro. Incluso hay gente que no sabe que Renata y la señorita Elvia son la misma actriz".
Con los niños la cosa fue más difícil. Se entrevistaron entre 20 y 30 candidatos. Al final, se escogió a Marisol Correa para el papel de Margarita Vargas quien, a su vez, es Juanita Samper en la realidad; a Mónica Cordón para interpretar a Teresa Vargas, quien hace el papel de la María Angélica Samper real, y a Benjamín Herrera, como Ramoncito, que es la versión para TV de Daniel Samper junior.
El entrenamiento de los niños se fue haciendo sobre el terreno. Al principio, mientras se "calentaban", sus intervenciones eran muy cortas y sus parlamentos no pasaban de ser frases simples. La que más tardó en "despegar" fue Mónica Cordón quien, durante meses, fue incapaz de ligar más de dos frases seguidas. Incluso cuentan que en alguna oportunidad, como diría Corín Tellado, "se echó a llorar" y todos sus compañeros de elenco la consolaron como si se tratara de su propia familia.
No cabe duda de que los niños han sido otra de las piezas claves en el éxito del programa. Al respecto, Romero afirma que es uno de los pocos programas de la TV colombiana auténticamente infantil, porque los niños no son simples convidados de piedra, sino verdaderos protagonistas de las situaciones familiares que se viven."Los niños llevan una ventaja sobre los profesionales, afirma Romero, porque, como decía mi padre, donde aparecen niños, perros o negros, son éstos los que se roban el show".Samper afirma que los personajes de la ficción tienen un poco de los reales: "Margarita Vargas, por ejemplo, es reflexiva como mi hija Juanita; Teresita es más rumbera como María Angelica y, por último, el mamagallismo de Ramoncito es la característica de Daniel".
Sin embargo, las semajanzas no terminan ahí. El parecido físico entre Morant y Samper llevaría a pensar que fue buscado a propósito como "gancho" entre la realidad y la ficción. Sin embargo, Romera asegura que el parecido es pura coincidencia y que lo que sí trató de conseguir fue alguna similitud en la manera de ser de ambos personajes. Y no hay duda de que lo consiguió e incluso llego más allá: tanto Daniel como Víctor Hugo no sólo son informales, sino que incluso tienden al "desgualete"; detestan la corbata, exhiben una "coquetona" barriga cuarentona, poseen una brillante calvicie circundada de los restos de un cabello crespo y rojizo, y observan irónicamente el mundo a través de un par de anteojos que los hace parecer una mezcla curiosa de filatelista y cerebro fugado.

EMBARAZO EMBARAZOSO
"No tengo contacto directo con el público, afirma Romero, mi único contacto son mis hijos, mis amigos, los técnicos... a través de lo que ellos me dicen y me comentan, tengo la medida de los efectos que produce el programa". Y los efectos son sorprendentes. Mientras entre enero y marzo el rating de "Dejémonos de vainas" registró un promedio de 28.9, entre abril y junio subió a 48.5, para alcanzar entre julio y septiembre la cifra de 56.3 que lo colocó a la cabeza de los programas nacionales que prefieren los colombianos.
Detrás de estos ratings, aparte de que se oculta una millonaria inversión, pues el costo de producción de cada capítulo se estima en un millón de pesos, hay todo un trabajo de esmerada "carpintería", cuyo cerebro es Romero. Cada semana, indefectiblemente, Romero destina un promedio de 8 horas para darle cuerpo a los argumentos de Samper y emplea otras tantas los días viernes para grabar cada capítulo que los actores se han estudiado con dos días de anticipación. No hay ensayos y como cada uno de los actores ha hecho suyos los personajes, llegan directamente a actuar sin mayores dificultades. Esto no significa, sin embargo, que haya gran espacio para la improvisación. El único que de vez en cuando aporta granitos de su propia cosecha es Víctor Hugo Morant, quien afirma que lo hace "pero siempre dentro de la situación prevista por Romero. Veo los libretos tan redondos y tan claros, que meterles algo es tirárselos". Esto no, quiere decir que, a pesar de que es muy estricto y exigente, Romero sea el dictador del programa. Los actores sugieren cambios que eventualmente terminan acogiéndose. Pero no sólo los actores "meten baza", también lo hacen los hijos de Daniel. "Si las ideas son buenas, se las compro", dice y Romero agrega que sus hijas también le hacen sugerencias, pero que él no se las paga.
Uno de los capítulos donde más gente intervino fue aquel en que Josefa anunciaba su embarazo. La realidad se imponía sobre la ficción. "Quedó preñada Maru", le dijo Bernardo a Daniel. "¿ Qué hacemos? Vea qué hace para preñar a Josefa".

Pocas veces se había presentado un embarazo más embarazoso. Las alternativas dentro del programa eran varias: prescindir de la empleada, obligarla a casarse o abrirle las puertas a una madre soltera. Fue esta última alternativa la que decidieron adoptar Romero y Daniel. "Quisimos otorgarle una dignidad especial al problema de la madre soltera, situación que es muy común en ese gremio, y por eso aprovechamos un programa para que los Vargas debatieran el punto en familia", afirma Samper. Sin embargo, no fue fácil. Enterados los directivos de la programadora, se planteó la posibilidad de que eso pudiera producir "golpes de pecho" entre algunos televidentes y, como dice Daniel, "mandaron al sapo de Pacheco para pedirnos que lo pensáramos dos veces, porque la cosa era como complicada". Y tercia Víctor Hugo Morant: "Algunos amigos míos alcanzaron a comentarme que la situación era medio sobada, porque ahora se iban a tener que aguantar a la muchacha del servicio que les anunciara la "sorpresa"".
Este no ha sido el único caso en el que la realidad ha "jalado" a la ficción. En un reciente capítulo, Teresita se va de intercambio a los Estados Unidos, porque la actriz, Mónica Cordón, se va en realidad en un programa de intercambio. Y hay más ejemplos. Según Daniel, los Santos, especialmente, Enrique, el editor de El Tiempo, viven "privados" con el programa y no pocas veces aquél le pregunta si el viernes va a salir. "Aprovechando esta situación, dice Samper, todas las iniciativas que no tienen eco en el periódico las mando como "recorderis" a través del programa. Precisamente ahora, Juan Ramón y yo estamos empeñados en que nos devuelvan la mitad de la oficina que dizque transitoriamente -van nueve meses- nos quitaron".
Otros puentes entre la realidad y la ficción han sido la aparición de Pacheco y Víctor Mallarino de carne y hueso en la vida cotidiana de los Vargas. Próximamente, el asunto se complicará más, pues hay un capítulo previsto en el que Don Chinche hace su aparición para "hacer un trabajito", mientras los Vargas, se cuchichean comentando que es una cara que les parece conocida.

EL CRUCERO DEL HUMOR
El crucero del humor de "Dejémonos de vainas" ha atracado en varios puertos. En el primero, empezaron a tomar las "ideas planas" de la columna de Daniel para convertirlas en comedia. En el segundo, tuvieron que embarcar a Daniel, quien resolvió meterse de estibador en la elaboración de los argumentos y se empeñó en que tenía que "cogerle el tirito" al trabajo de la dramatización. El programa se aproxima ahora a un tercer puerto, en el que se explotará en forma más consciente ese juego de realidad y ficción. La idea, afirma Samper, "es alcanzar una proyección casi surrealista". Y aquí viene la chiva: el experimento se hará en Miami. La familia Vargas en pleno se dispone a viajar a La Florida, para vivir las mismas aventuras de todas las familias colombianas de clase media que viajan a Disney World. Entre otras cosas, Paula Peña, alias Renata, terminará comprando ropa en un almacén, para descubrir después que era "Made in Colombia". La prueba máxima de la conjunción de la realidad con la ficción será que la familia Vargas viajará a Miami sin libreto y las cámaras registrarán lo que de verdad les está sucediendo a los actores quienes, como los Vargas, jamás han viajado a Miami.
¿Por qué el programa gusta tanto? Cada uno tiene su propia versión. Si Victor Hugo-Juan Ramón opina que se debe a que "el ámbito del programa se ubica en la franja de las familias de clase media que son muchas en Colombia y que la gente se ve reflejada en sus situaciones", Romero piensa que el éxito es producto de que "los temas son aparentemente rutinarios en cualquier familia, pero que tienen la capacidad de sorprender. La gente se sorprende de que le traten las cosas que ha vivido", afirma el director. Por su parte, Samper sostiene que lo importante del programa es que "no es un laboratorio de biología donde se analiza el microcosmos de la clase media colombiana, sino que es un laboratorio de resistencia de materiales, donde se toman personajes de ese microcosmos y se los somete a pruebas. La gente se ve reflejada en ellos, pero además cada personaje tiene vida propia. Se supera el cuadro de costumbres, se coloca el testimonio a prueba y se lo dispara. No muchas familias han tenido que vestir al papá de tía. Pero definitivamente lo que mejor explica el éxito del programa es que no es tan zanahorio como la gente cree. Son más las escenas de cama que se dan entre los Puchis, que entre los protagonistas de "Dinastía"".
Esto es lo que opinan los realizadores del programa, pero los millones de colombianos que viernes tras viernes se sientan frente a sus televisores para verlo, son los que tienen la última palabra. La frase "Dejémonos de vainas", se ha convertido en el caballito de batalla de aquellos que disfrutan mamándole gallo a la vida.

EL CEREBRO
Bernardo Romero Pereiro no necesita presentación. No sólo porque es el hijo del gran Bernardo Romero Lozano, sino porque él mismo ya se ha ganado en justa lid un puesto destacado en el campo de la dirección teatral, especialmente para TV. Sin embargo, en este caso, hay algo curioso. Romero Pereiro nunca había dirigido obras de humor y eso que esta vez él había sido el de la idea. Para conocer su opinión sobre algunos aspectos de esta fase nueva de su trabajo como director, SEMANA sostuvo una breve entrevista con él.
SEMANA: ¿Cuál fue la mayor dificultad que encontró al abordar este proyecto?
BERNARDO ROMERO: La mayor dificultad fue la de no perder el estilo tan peculiar de Daniel, ya que yo tenía, y tengo, que inventar páginas adicionales al argumento central que, o bien me dan las columnas de Daniel o bien él escribe directamente para el programa.
S.: ¿En cuanto al trabajo de adaptación?
B.R.: Volvemos al problema del estilo. La labor de adaptación está en conservar el estilo del autor. Como no había hecho nunca humor me costó más trabajo que adaptar cualquier obra dramática de Shakespeare. Además, pues Shakespeare no puede quejarse y Daniel sí. Por otra parte, hay un problema que radica en poder establecer el límite entre lo que se cree que es humor y el propio sentido del humor de uno, para que le llegue a la gente.
S.: ¿En términos de realización hay alguna diferencia con las obras dramáticas?
B.R.: La realización de una comedia es más simple que la de una obra dramática. Mientras en una comedia las cámaras funcionan como especies de testigos que muestran caras, decorados, etc., en los programas dramatizados "dramáticos", valga la redundancia, se requiere una mayor elaboración, una elaboración diferente. La cámara actúa prácticamente como un elemento dramático más. Un programa dramático puede salvarse inclusive con efectos técnicos, una comedia no. Cualquier elaboración mayor en este género puede llegar a ser catastrófica.
S.: ¿Y en cuanto a la dirección de actores?
B.R.: Es diferente para los dos casos. En el caso de la comedia, los personajes en cierta forma tienen algo de la personalidad de los mismos actores, porque ellos ayudan a crearlos y, además, cuando se conocen las relaciones entre unos y otros personajes, el trabajo de dirección se hace muy fácil. En el caso del drama, el director tiene que empezar por despojar al actor de su personalidad, para "meterle" la del personaje que va a interpretar.
S.: ¿Tuvo alguna duda con respecto al posible fracaso de "Dejémonos de vainas "?
B.R.: ¡Dejémonos de vainas! Absolutamente ninguna. Estaba seguro de que iba a ser un éxito.

QUIENES SON LOS NIÑOS VARGAS
Aun cuando parecería que los actores infantiles que protagonizan a los hijos de los Vargas son actores ya curtidos a pesar de su corta edad, lo cierto es que sus verdaderos primeros pinos los hicieron en "Dejémonos de vainas" .
Marisol Correa, una sardina de no más de 14 años y estudiante de cuarto de bachillerato, hace el papel de Margarita Vargas. Ya había ensayado hacer TV en mínimos papeles en programas como "Dialogando". Hija de un ex dirigente sindical de la Asociación Colombiana de TV, por cuenta de éste casi pierde la oportunidad de trabajar en el programa que ahora la tiene consagrada como actriz infantil: "Me mandaron razón con mi papá de que querían darme un papel, pero él no les paró bolas y pasaron varios días antes de que me contara". Para ella, el papel de Margarita ha significado básicamente dos cosas: entradas económicas (entre 7 y 12 mil pesos mensuales) que le han permitido inclusive ayudar a su papá para pagar un apartamento, y miles de cartas de admiradores de todas las regiones del país en las que le piden fotografía y la invitan a tomar onces.
Mónica Cordón, 12 años, es Teresita, la novia del Tuto Barrios, la rumbera de los Vargas. Estudiante de segundo de bachillerato, Mónica ni siquiera había participado en las comedias del colegio, y su mayor dificultad, después de haber sido seleccionada, era la de "hilar" dos frases seguidas. Su primera oportunidad de "soltarse" se la dieron en el capítulo de "Reina a los 14", en el que tuvo no sólo que "echarse varias parrafadas", sino desfilar varias veces por una pasarela. A Mónica, su papel de Teresita estuvo a punto de dejarla sin amigas: "mis compañeras de colegio me retiraron el saludo que dizque por presumida. Además, las profesoras cuando quieren regañarme me dicen:"¡Dejémonos de vainas, Mónica!".

Tanto Marisol como Mónica admiten que con quien mejor se llevan del grupo de actores del programa es con Maru Yamayusa, Josefa, a quien "le contamos nuestros problemas porque le tenemos mucha confianza. Es como una especie de mamá".
Algo similar le sucede a Benjamín Herrera, el chino Ramoncito, quien ve a Víctor Hugo Morant como su padre. El pequeño actor afirma que hay escenas del programa que le gustaría que fueran momentos de su vida, especialmente aquellas en las que Juan Ramón le habla como si fuera su padre. "Yo no tengo papá, pero me gustaría que fuera como Juan Ramón", afirma Benjamín. El espíritu "francote" y el mamagallismo que lo caracterizan en el programa, hacen parte de su personalidad. Le ha pedido al Niño Dios lo mismo que pidió Ramoncito, una bicicleta, aunque también quiere un balón de fútbol ya que se considera un buen delantero y no quiere dejar de practicar. Benjamín es, tal vez, uno de los descubrimientos del programa. Se inició en "El Semillero", un grupo de teatro del barrio Claret que dirige Teresa Ibáñez y cuando se le pregunta sobre sus aspiraciones, sostiene sin ninguna vacilación que la actuación es su profesión y que "cuando grande quiero ser como Víctor Hugo, que lo buscan para todos los programas". Dice que su mamá está felíz con él y que ahora tiene más amigos que antes. Para terminar afirma: "A mí me gusta mucho este programa, pero no me pierdo ni un sólo capítulo de "Los Magníficos".
Niños comunes y corrientes, inquietos, indisciplinados, alegres, a veces con malas notas en el colegio, son Marisol, Mónica y Benjamín. Sólo que a ellos los reconocen 5 millones de colombianos y ganan mensualmente lo que un niño común y corriente no alcanza a ahorrar en todo el año.