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DERECHOS TORCIDOS

Marìa Mercedes Carranza
30 de mayo de 1994



VIOLENCIA POLITICA EN COLOMBIA: MITO Y REALIDAD
AMNISTIA INTERNACIONAL
MADRID, 1994 $ 3.500

ES YA UN RITO más de la vida nacional: cada vez que se produce un pronunciamiento de alguna organización internacional sobre la violación de los derechos humanos por parte de los organismos del Estado, se alza un coro de voces, encabezado por el presidente de turno, que rechaza en bloque las acusaciones. Y se hace siempre con los mismos lugares comunes, grandilocuentes, inmediatistas y superficiales.
No importa que se proporcionen cifras, fechas, nombres y apellidos, ni que se cite textualmente a la Procuraduría o los mismísimos informes oficiales. Todo es falso; sólo se busca desacreditar al país en el concierto internacional, y santas pascuas.
La comedia se está repitiendo por estos días, a raíz del informe de Amnistía Internacional sobre las violaciones de los derechos humanos durante la administración del presidente Gaviria. Pero es tal la seriedad con que Amnistía presenta los hechos, que habría resultado mucho más inteligente y convincente que el gobierno hubiese estudiado a fondo las denuncias y diera una contestación también seria y documentada, pues ya nadie cree en esa posición de víctima que asume siempre que se ventila el tema.
Pero concretemos. El colombiano medianamente informado se encontrará con que todos los casos han sido noticia en los medios de comunicación, es decir, conoce el primer acto, pero no el segundo ni el último. El informe le cuenta qué pasó finalmente, quiénes fueron los responsables de aquella matanza de campesinos, de esa otra de indigentes, de esta de dirigentes sindicales. Le dice cómo terminaron las investigaciones y los procesos. Y lo hace mediante una documentación irrefutable, ya que las citas y las fuentes son precisas y verificables.
La conclusión es inesperada y aterradora: debe aceptarse que el Ejército y la Policía violan sin cuartel los derechos humanos, y que en la mayoría de los casos esas acciones quedan en la impunidad, así se identifique, procese y condene a los responsables, y todo ello con la aquiescencia del gobierno. Al respecto, AI aporta información contundente. Y que no se diga lo contrario, pues, por ejemplo, una de sus fuentes es la muy respetable Comisión Andina de Juristas, para lo cual el 70 por ciento de los homicidios y desapariciones políticos ocurridos en 1992 son atribuibles a las fuerzas de seguridad y a los grupos paramilitares asociados a ellas.
Ahora bien: se aduce que estos informes internacionales no denuncian las violaciones de los derechos por parte de la guerrilla y el narcotráfico, lo que probaría su parcialidad. Aunque en esta ocasión Amnistía sí se refiere a las atrocidades de la guerrilla, el argumento es falaz. Pues la guerrilla hoy en Colombia no es movimiento político, sino simple y llana delincuencia organizada, como lo es también el narcotráfico. Y en todas partes del mundo los delincuentes delinquen. Pero cosa muy distinta es que los hagan las mismísimas fuerzas del Estado y en completa impunidad.
Suele argumentarse que en el exterior la guerrilla posee estatus de movimiento político, pues tiene agentes que se encargan de informar y convencer a los gobiernos y a las organizaciones de derechos humanos. Pero preguntamos: ¿por qué nuestro gobierno no los tiene también, para hacer conocer en qué han degenerado los otrora movimientos revolucionarios?


¿PORNOGRAFIA?
Una de las verdaderas novedades en la Feria del Libro, que pasò del todo inadvertida, estaba en el puesto de la editorial argentina La Flor. Ni màs ni menos que un volùmen con la poesìa eròtica de Paul Verlaine, traducida por primera vez al castellano y publicada este año.
El libro se llama Poesìa eròtica (mujereshombres). Y, efectivamente, los poemas le crean retozos amorosos heterosexuales y homosexuales. Las imàgenes y descripciones son fuertes, crudas y muy gràficas. Tanto, que no han faltado los lectores escandalizados, que han considerado simple y llana pornografìa estos poco conocidos poemas verlainianos.
Daniel Divinsky, director de ediciones La Flor, que tambièn publica a Quino y a Fontanarrosa, trajo a Colombia sòlo 18 volùmenes para vender, lo cual convierte el librito en nuestro paìs en una verdadera rareza bibliogràfica.


NOVEDAD

EL TRANSEUNTE.
ROGELIO ECHAVARRIA
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
MEDELLIN, 1994

HACE 49 años Rogelio Echavarría comenzó a escribir El transeúnte y lo ha continuado escribiendo a lo largo de toda su vida. La primera edición apareció en 1964, hace exactamente tres décadas. La han seguido más ediciones, siempre con nuevos poemas, hasta esta última, publicada en una hermosa edición, con prólogo de José Manuel Arango y dibujos de Fabián Rendón.
Si en su primera versión El transeúnte contenía 15 poemas, la que acaba de entregarse recoge 62, más los 11 del primer libro de Echavarría, titulado Edad sin tiempo. Ello revela la coherencia de la obra de este poeta antioqueño, con cuyos versos ingresó en firme en nuestra literatura la poesía de tema urbano, cruzada por calles de asfalto, bares trasnochados, voceadores de prensa, jubilados, hoteles de paso, policías y hasta terroristas.
El acierto de Echavarría ha estado en trabajar esos temas cotidianos dentro de una dimensión lírica, lo cual lo coloca como uno de los más interesantes poetas colombianos de las últimas décadas. Celebramos por ello la aparición de este nuevo transeúnte, y esperamos muchos más.