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Desde Manhattan con amor

Por fin, una colección que muestra en retrospectiva la música de las películas de Woody Allen. No es sorpresa que el jazz abunde.

Juan Carlos Garay
6 de agosto de 2011

¿Cómo es una película de Woody Allen? El crítico de cine Anthony Oliver Scott es dueño de una definición muy puntual: “Salen cada 15 meses con su ya familiar apertura en letras blancas sobre negro, presentando el reparto en orden alfabético, acompañándose con el ruido cadencioso del jazz de otros tiempos”.

El álbum de dos discos que acaba de salir, Woody Allen et la musique, es un recordatorio magnífico de la mayoría de esas bandas sonoras. Primordialmente se oye jazz, por supuesto, y casi nunca es contemporáneo. Alegran el oído las orquestas de Duke Ellington y Glenn Miller. Pero también cantan voces inmortales del cine, como Fred Astaire y Carmen Miranda. Y gracias a un par de arias del tenor Enrico Caruso se evidencia, además, un conocimiento de la ópera que el director utiliza cuando quiere explorar lo dramático en sus películas.

En cuanto al jazz, quizá no sea para sorprenderse que abundan los solos de clarinete: sabemos que Allen conoce el instrumento, lo sopla y le saca melodías. El corresponsal en Roma del diario La Nación reportó hace un par de semanas que, durante los descansos del rodaje de su nueva película, el director “se relaja con una serie de recitales en un hotel de esa ciudad”. Este álbum nos permite escuchar a los clarinetistas que le brindan inspiración, Artie Shaw, Sidney Bechet y Benny Goodman.

Y un detalle encantador: en por lo menos cuatro películas ha utilizado las grabaciones de piano de Erroll Garner. No es un pianista desmedidamente famoso, tal vez porque su manera de tocar no es exactamente alegre. Erroll Garner fue más bien un maestro de la sutileza y de los matices. A veces dice más una sonrisita que una carcajada, a veces son los detalles pequeños los que nos delatan. Esos dedos de Garner, que se asoman más de lo debido a las teclas negras, son magníficos en la creación de estados de ánimo no predecibles. Como lo que sucede en las mejores películas de Woody Allen.