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DESHIPOTECANDO EL OJO

Una muestra de la obra del venezolano Cruz Diez recorre Colombia

3 de diciembre de 1984


hace siete años se trajo a Colombia la última muestra antológica del venezolano Carlos Cruz Díez (Caracas, 1923), donde se exhibieron obras sobre el muro, trabajos gráficos y otros de integración en la arquitectura. Es bien sabido la importancia que tuvo en la historia de las artes plásticas la formación del grupo "Búsquedas Visuales", cuya influencia se desplegó en la década del 60. Todos los sucesos retinales, destinados a deshipotecar el ojo, la pasividad del espectador y la quietud del trabajo pictórico, estuvo en manos de artistas que coincidieron en París y habían llegado de distintos lugares de la Tierra. Muchos de éstos eran latinoamericanos. Entre ellos, los venezolanos Jesús Rafael Soto y Carlos Cruz Díez quienes, como nadie, han sabido y podido desarrollar un trabajo que ha ido más allá del objeto único, la obra seriada, el múltiple, alcanzando la arquitectura y siendo ella misma un "penetrable" y "transitable". En ese empeño el gobierno cumplió un papel fundamental, ya que la democracia venezolana resolvió oficializar el cinetismo y encargar a Soto y Cruz Díez las más ambiciosas obras públicas, con el fin de que el arte se incorporara a la vida urbana, prolongando una tradición que se había recogido en la Bauhaus y que el arquitecto Carlos Raúl Villanueva había hecho suya en la Ciudad Universitaria de Caracas, costumbre que va a culminar en el aeropuerto Simón Bolívar y en las nuevas estaciones del moderno metro.

La exhibición de Cruz Díez que ahora recorre Colombia, primero en el Museo de Arte Moderno de Cali y luego en sus filiales de Bogotá y Medellín, pretende explicar en sus distintas partes y razones los componentes del trabajo. El catálogo enseña, mediante gráficos, la intervención de las formas, el color, la luz y los principios físicos que determinan sus resultados. Hay obras de distintos tamaños y diferentes técnicas: persianas de plástico transparentes, elementos opacos y reflectores, propuestas escultóricas y lumínicas, ejemplificando cada uno de los problemas abordados con tacto y sutileza. Una tercera parte de la exhibición la componen los documentos que señalan las intervenciones de Cruz Diez en la arquitectura, las cuales se vienen produciendo desde 1967 en parques, aeropuertos, residencias, oficinas, etc.

El trabajo de Cruz Díez es fundamentalmente resuelto con base a la observación y descomposición del color y las formas, valiéndose de sus propiedades físicas. Las imágenes varían en intensidad dependiendo del desplazamiento del espectador. Aunque apelan a colores generalmente puros, éstos se combinan mediante su fusión en el movimiento cromo-ilusorio. Vibran y las líneas parecen interceptarse. El tiempo como elemento es indispensable para que las obras actúen. Los trabajos de Cruz Díez no sólo existen sino que acontecen. Esta combinación de tiempo, color y movimiento, es lo que el artista llama fisicromías, donde los tonos se comportan --según sus palabras-- por adición, reflejo y substracción. Una muestra de este óptico-cinético es en consecuencia atractiva, intrigante y mágica.

Aunque en los años 60 su propuesta y la de los más interesantes compañeros de generación, estimularon la evolución de la materialización y las ideas de lo visual, el procedimiento y medios utilizados fueron de origen industrial, emparentado con el diseño y lo ingenieril. Esto inspiró a la ciencia misma, a la decoración y al diseño de interiores y exteriores. También afectó la concepción urbana. Es tal vez por esas coincidencias que actualmente este arte, exótico y sofisticado en sus orígenes, puede lucir fácil y no en pocas ocasiones aburrido. La observación aguda e inteligente de los artistas, igual que sus explicaciones no sólo han sido comprendidas, sino tan suficientemente asimiladas, que se ha perdido todo misterio. Lo cotidiano acoge a lo óptico, seguramente porque estos elementos, de tiempo atrás, ya le pertenecían.

La muestra señala la búsqueda de un lenguaje, los evidentes logros obtenidos y el manejo diestro del mismo. La observación aguda, los elementos simples como componentes básicos y el desarrollo efectivo, seguro y ambicioso de una obra dispuesta a invadir cualquier espacio. Cruz Díez logra persuadir, hace reflexionar y continúa inquietando. Seguramente allí reside su efectividad y cordura.--