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DIALOGO ENTRE CURVAS

17 de noviembre de 1997

En la galería Santa Fe de Bogotá Rony Vayda demuestra su solidez conceptual como escultor. Medellín no es solo la ciudad colombiana con más obras de arte público sino con las más espectaculares y logradas. En la avenida El Poblado, por ejemplo, se pueden apreciar numerosas esculturas que ornamentan jardines y edificios, realizadas por los más destacados cultores del arte tridimensional, pero especialmente por Rony Vayda, cuya obra no solo ha tenido uno de los más particulares desarrollos en la plástica nacional sino que ha hecho del espacio urbano su reto y su contexto. Desde sus inicios en los años 70 Vayda eligió el hierro como el material adecuado para sus trabajos y la tradición constructivista, de viejo arraigo en el arte del país, como su brújula creativa. También desde sus inicios su trabajo hizo manifiesta una especial alianza con la arquitectura, algunos de cuyos elementos más característicos se repiten en sus piezas _aunque sin un carácter funcional_ y sus obras, aun las más pequeñas, han producido siempre una impresión de monumentalidad que se incrementa cuando se camina a su alrededor apreciándolas desde diversos ángulos. Su producción parte de un raciocinio geométrico, generalmente simétrico, pero no se limita a áreas planas ni a líneas rectas sino que incluye curvas y esferas e involucra el diseño del piso sobre el cual se levantan con elegante contundencia. Posteriormente Vayda unió el vidrio con el hierro, dando pie a un estimulante juego de contrarios _solidez y fragilidad, transparencia y opacidad_ con el cual subraya su interés en la luz como un elemento fundamental en la disposición de las formas así como su atención a las sombras que enriquecen con su tonalidad oscura la homogeneidad cromática de las superficies. El vidrio permite además penetrar visualmente en algunas áreas de su s piezas y escudriñar su estructura, en tanto que su leve matiz verdoso se concentra en los bordes dibujando líneas resplandecientes. Su exposición en la galería Santafé de Bogotá consta de una sola obra realizada como todo su trabajo con materiales industriales, en este caso tubos de siderurgia y platinas de seis metros de largo unidas por soldadura hasta formar una especie de gran arco que se eleva desde los extremos de la sala hasta el punto central del techo. La pieza parece el segmento de un gran anillo, y de ahí su título 'Saturno', pero esta referencia sideral no es obstáculo para que se acople cómodamente con la arquitectura interior, ni para que establezca un diálogo con las dos grandes curvas de los muros que delimitan el espacio. La obra se diferencia del resto del trabajo de Vayda por su franqueza constructiva ya que no se ocultan los sistemas empleados en la elaboración, permitiendo apreciar los puntos de soldadura y las cuñas que realizan la unión y curvatura de los tubos. La obra tiene además un carácter indefinido entre escultura e instalación, que es nuevo en su trabajo y la causa de que al entrar en la sala el observador se sienta dentro de la pieza, envuelto por ella y afectado por su recorrido. La obra solo hace sentido en el espacio de esta galería puesto que fue realizada teniendo en cuenta sus dimensiones irregulares, diámetro y altura, y es por lo tanto una obra que subraya la estrecha unión que debe existir entre las esculturas públicas, interiores o exteriores, y el espacio para el cual se han construido.