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DO, RE, MI... DO, RE, FA

Con "Mambrú" la opera busca clientela entre los niños

10 de agosto de 1987

Por obra y arte del grupo Opera Estudio, la opera, ese género músico-teatral amado por unos y despreciado por otros, se convierte en un espectáculo infantil con animales, soldados, payasos, música y un escenario multicolor para, en una hora, hacer que los niños dejen de mirar la ópera como algo terrible de entende.
El grupo Opera Estudio se conformó con artistas provenientes de diferentes agrupaciones: la Opera de Colombia, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, el Grupo Escénico de Colcultura, el Ballet Nacional y el Coro Nacional. Su razón de ser, le dice a SEMANA Roberto Salazar, quien hizo la versión de la obra y es el director escénico, "es la de realizar un espectáculo musical para los niños, que son los grandes olvidados en materia de espectáculos y mediante una obra sencilla, que ellos pueden manejar, introducirlos por los caminos operáticos".
Así, de esa colcha de retazos artísticos, nació la "Opera Infantil Mambrú", que estará en cartelera en el Teatro Colón de Bogotá durante todo el mes de julio y después hará una gira por Cali, Medellín, Ibagué, Barranquilla y Cartagena.
Hace dos años Salazar montó en Bogotá dos espectáculos musicales infantiles con gran éxito: "Naviñada" y "Jugandeando" por lo que se animó a meterse en esta empresa pero, además, el año pasado tuvo la oportunidad de asistir en Madrid al estreno de una versión de Mambrú. Ese Mambrú que todos hemos cantado alguna vez en la infancia. Aunque no igual, ya que la canción se ha modificado al llegar a cada país. Y es que Mambrú adquiere vida como ópera infantil cuando el español Jacinto Valledor escribe su partitura, y la monta por primera vez en 1775. En ese momento el estilo de esta obra musical se inscribió dentro del género llamado "tonadilla escénica", cuyo auge se vivió en el siglo XVIII, pero que fue perdiendo seguidores cuando hizo su aparición la ópera italiana, con toda su magnificencia y con el apoyo de la nobleza. La tonadilla pues, perdió su razón de ser al no poder competir con el espectáculo operático.
"La cantada vida y muerte del general Mambrú", título de la tonadilla de Valledor se fue popularizando por el mundo entero transformándose hasta fonéticamente, ya que la obra narra las aventuras del general Maborough, famoso militar inglés que participó a comienzos del 1700 en las guerras de sucesión de España Polonia y Austria.
CON "EL GATO BANDIDO"
La historia de Malborough se unió con la de "El gato bandido" de Rafael Pombo, previo estudio que hicieron los integrantes del grupo Opera Estudio, ya que encontraron que los dos personajes eran comparables en su marcado egoísmo y que la personalidad de ambos era fatua y arrogante. Este fue el punto de partida de un trabajo que comenzó hace dos meses y que desarrolló no sólo la parte dramatúrgica sino la musical. Y la partitura final se inscribe dentro de un ambiente escénico dinámico, con una música rítmica, una trama chispeante y una gracia interpretativa que convierten a la "Opera Infantil Mambrú" en esa sencilla canción de siempre.
"Mambrú se fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena...". "Ya he robado a papá daga y pistolas; ya estoy armado y listo; y me voy a robar y a matar gente, y nunca más (¡ten presente.!) verás a Michín desde hoy... "
La mezcla de la canción y de la fábula, a simple vista, parece demasiado explosiva. Sin embargo, el grupo Opera Estudio unió las dos tramas pero les agregó una gran dosis de ternura para convertir esa violencia y agresividad en un mensaje en el que se señala muy claramente que el hombre pendenciero termina aplastado por la sabia naturaleza que es contraria a la guerra. Y casi sin proponérselo, la "Opera Infantil Mambrú" termina siendo un gran canto a la paz en momentos en que este país más la necesita.
Pero la parte conceptual no es la única óptima de esta experimentación. La musical, a cargo del grupo La Camerata de las Artes, en donde participan jóvenes músicos que tienen para la temporada como invitada a la pianista norteamericana Johanna Haensen y en donde la batuta la lleva Luis Fernando Pérez, piensan que esta es una gran oportunidad para convertir al fondo musical en algo más que en un fondo. La idea es hacerlo otro integrante de la obra y que así como se recuerdan los personajes se memoricen las notas musicales, en las cuales se hace énfasis.
A este grupo de jóvenes lo que les ha dado más trabajo es la parte empresarial, ya que la creación artística con el trabajo de editar folletos, o pagar a quienes pegan los carteles, no son muy compatibles. Sin embargo, cuando el telón del Teatro Colón se levantó, el pasado fin de semana, los artistas y los técnicos se entregaron con alma, vida y sombrero para ofrecer un espectáculo infantil digno de cualquier compañía con cuerpo gerencial establecido y, sobre todo, a la altura artística de cualquier grupo curtido en las lides operáticas de la talla de las italianas.