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Dolor en el piso

'El espacio anda despacio', el más reciente 'performance' de María Teresa Hincapié, duró 24 horas y generó varias reflexiones.

13 de abril de 2003

En uno de los dos extremos del tercer piso de la Galería Valenzuela y Klener estaba la artista María Teresa Hincapié, en un espacio de unos tres metros cuadrados, moviéndose lentamente al ritmo de la música que, desde el otro extremo, manipulaba su hijo, Santiago Zuluaga, con una consola de sonido y con sus propios instrumentos. En el corredor, que une los dos extremos, el público se acomodaba no sólo para ver lo que hacía la artista sino para, también, dejarse llevar por la música. Durante 24 horas Hincapié se desplazó con giros lentos sobre ese pequeño espacio mientras que con sus pies iba borrando -desde que empezó la acción plástica a las 10 de la mañana- la palabra dolor que previamente había escrito en el piso.

Algunos de los asistentes al performance comenzaron a bailar a su propio ritmo, ajenos a los movimientos de la artista, otros se sentaron en unas colchonetas a mirar lo que podría ocurrir, otros se quedaron dormidos, otros entraban y salían de la galería mientras que Hincapié seguía moviéndose sin afán. Este era uno de sus propósitos y de allí el nombre de la obra: El espacio anda despacio. Parte del público esperaba movimientos más rápidos, o "que pasara algo raro". Pero no fue así. Precisamente la combinación de esos cambios lentos con la música iban desacelerando a un público que vive con afán y acostumbrado a oír y presenciar hechos escabrosos. Y mientras eso pasaba la palabra dolor se iba diluyendo. ¿Por qué no borrarla con unas cuantas pisadas y en cuestión de 10 minutos? Tal vez porque vale la pena pensar que es un proceso lento, demorado, que agota (como le pasó a Hincapié y por eso tuvo que tomar recesos). "¿No va a comer nada en 24 horas?", preguntaba la gente al ver únicamente un vaso de agua al lado de la artista, quien sólo bebía esporádicamente. Pero como lo plantean este tipo de obras, la pregunta sería otra: ¿Cuánta gente no come nada durante un día? La galería siempre estuvo a oscuras con un olor a incienso, como si se tratara de un ritual, y así fue hasta el otro día a las 10 de la mañana cuando no había ya ningún rastro de la palabra dolor en el piso.