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¿Dónde está Talita Echaurren?

Un relato para adolescentes: amores de colegio en forma de ‘thriller’

Luis Fernando Afanador
11 de septiembre de 2000

Javier Pelale tiene 25 años. Vivió con su padre los últimos seis años en Madrid, donde estudió cine e hizo una película Cuarto A, como tesis de grado. Ha vuelto a Santiago de Chile en busca de Talita Echaurren, una compañera del colegio de la que aún sigue enamorado.

Talita era la belleza de Cuarto A en el colegio Makario Cotapos. Admirada y detestada: de familia rica, no se metía con nadie y encima tenía novio alférez. Sin embargo Javier logró acercársele, ser su amigo secreto y su cómplice de aquel último curso del colegio, Cuarto A. Fue el típico amigo confidente de la bonita, el que siempre se inventa una esperanza de algo más: “Nadie me quiere, decía Talita, mientras yo la consolaba con unas ganas tremendas de decirle que no era verdad que nadie la quería, que sin ir más lejos, yo la quería más que todos”.

Una carta que recibió en Madrid de Talita y la nostalgia de su barrio y su ciudad, lo hicieron regresar. Pero ha perdido la pista de sus antiguos compañeros. Cada cual ha empezado a hacer su camino, a perderse sin remedio en la marea de la vida. Y Santiago está irreconocible: ya ni su casa existe. De Talita, aparte de la carta, no sabe nada. Tuvo noticias que fue finalista a miss Chile.

Va al colegio, a averiguar con Menchor Gallardo, su profesor de historia. Nada: “Me acuerdo que era una niña muy bonita, pero como ocurre con muchos de ustedes, después de un tiempo desaparecen y se sabe tan poco”. Va a la casa de Talita, a hablar con su empleada. Empieza el misterio: “Tres años en que ella cambió tanto. Se fue de aquí y sus padres quedaron destrozados. Hasta el día de hoy sabemos tan poco. Sólo nos enteramos cuando llama por teléfono”. Llama una vez al mes, pero los últimos cuatro no ha llamado. Sus padres iban a comunicarse con la policía, y cuando lo iban a hacer, llegó una nota para decir que estaba bien.

Sin duda, la historia es un apasionante thriller que nos mantiene en suspenso hasta el final. Lástima grande que su resolución sea demasiado forzada: buenos que abruptamente se convierten en malos, heroína de los pobres, alegato social, denuncia de corrupción. Muchos elementos atiborrados para un relato que se sostenía muy bien con lo que de verdad le importaba a su autor: contar sus años maravillosos. Bien pensado, no hubiera sido muy difícil encontrar explicaciones sencillas y convincentes que justificaran el aplazamiento del encuentro entre Javier y Talita, soporte de la trama. La literatura tiene mucho de truco: si se pone en duda la habilidad del mago, la magia deja de ser persuasiva. Por eso cuando el mago comete un error —y como en este caso, es bueno, y tiene por delante una prometedora carrera—, vale la pena recordarle: no es creíble meter tantos conejos en un solo sombrero.