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DORMIDO EN SUS LAURELES

Crecen las suscripciones a TV Cable y también los "peros" a su programación.

8 de octubre de 1990

Un tema se ha vuelto habitual en comidas y cocteles: la programación de TV Cable deja mucho qué desear y el servicio ni se diga. Pero lo que no era sino un comentario informal en las fiestas sociales, salió a la luz pública cuando Yamid Amat, en 6 a.m. 9 a.m., dijo, sin que le temblara la voz, que TV Cable era una estafa. La afirmación, para muchos bastante temeraria, desató una polémica en torno a un servicio que cumple su segundo año de funcionamiento.
Lo curioso de toda la discusión es que mientras muchos usuarios echan pestes sobre la calidad de la programación, la cantidad de suscriptores crece. Según datos de TV Cable, el número de afiliados se ha multiplicado por seis y en los dos años han pasado de 2.500 a más de 15.000. Y las encuestas adelantadas por la empresa parecen contradecir lo de la supuesta mala programación, pues revelan que los suscriptores no se la pierden. Se afirma que no es la buena opción que se prometió, pero el 25% de los nuevos suscriptores ya tenía parabólica. Se habla de una multitud de insatisfechos con el servicio, pero el porcentaje de cancelación de suscripciones no llega al 1%. La pregunta, entonces, es: ¿ qué pasa?.
Cuando se lanzó en Colombia la opción de televisión por suscripción, las principales alternativas de la mayoría de los colombianos aficionados a la pantalla, a pesar del florecer de las parabolicas, eran las dos cadenas nacionales de televisión cuya programación no goza precisamente de la mejor reputación y la corta cartelera estelar que cada año exhiben los teatros. Por eso, el alquiler de películas de betamax vivía su boom entre un público cada vez más ávido de películas y programas de todo tipo.
Así las cosas, el menú de TV Cable cuatro canales especializados en deportes, películas, telenovelas y noticias durante veinticuatro horas continuas se ofrecía como un plato suculento para llenar un vacío de opciones televisadas. Con cinco grandes firmas de las comunicaciaones respaldando la nueva empresa El Tiempo, Caracol, RTI, RCN y Datos y Mensaje y una inversion de 3.500 millones de pesos, TV Cable inició labores en su instalaciones de Suba hace dos años. Hoy, tras asumir una perdida inicial de 100 millones de pesos durante el primer año, con unos costos de operacion mensuales cercanos a los 200 millones de pesos y pagos por derechos de transmisión de películas por cerca de un millon doscientos mil dólares, TV Cable superó su punto de equilibrio y empieza a ver utilidades.
Sin embargo, para algunos las utilidades parecen no reflejarse en la calidad del servicio. Hay críticas en este sentido, y no sobran los comentarios negativos en cuanto a las fallas que se presentan en la comunicación entre la empresa y sus usuarios.
Una de las quejas más comunes se refiere a la dificultad y demora en la instalación o traslado del servicio. La empresa asegura, sin embargo, que ha reducido el tiempo de instalación en un 70%, argumento que no convence a quienes llevan entre tres y cuatro meses esperando la llegada del camioncito con la estrella distintiva de la empresa. La contradicción vuelve a saltar aqui como la liebre. Aunque la demora en las instalaciones habla en contra de la capacidad de la empresa para prestar un servicio rápido y eficiente, el volumen de personas que estan en lista de espera habla a favor del interés de los bogotanos por tener TV Cable.
Otra falla del servicio radica en la inexactitud en la información de la revista que, o no coincide con lo que se transmite o simplemente dice "To be announced". Más peso parece tener la protesta creciente de los suscriptores en el sentido de que la repetición de las películas esta pasando de castaño a oscuro. No sólo transmiten y retransmiten las películas que ya se han exhibido en los canales nacionales, sino que existe la sensación de que la misma película se pasa como 100 veces. Por su parte, TV Cable asegura que los usuarios estan multiplicando por 10 y que una cinta sólo se repite 10 veces, que es lo normal en un servicio de esta naturaleza. El problema, afirman es que los suscriptores deben familiarizarse con un sistema cuyas características son diferentes a la televisión abierta, la parabólica o el betamax . En esencia, la televisión por cable, en todas partes del mundo, supone repeticiones. En Latinoamérica, y concretamente en Colombia, el numero de emisiones depende de las condiciones establecidas en el contrato con los distribuidores internacionales. Para el caso colombiano es 10, lo cual quiere decir que una película puede pasarse dos, tres o cinco veces, pero los distribuidores de todas maneras cobran las 10 pasadas. TV Cable de Bogota invierte, sólo para el canal 62, 750 millones de pesos mensuales en derechos de emisión de las 350 películas que cada mes alimentan ese canal.
Finalmente, otro reclamo comun tiene que ver con la edad de las películas que se transmiten. "Son unas viejeras, rayadas y pasadas de moda" dicen. Pero sobre ese punto la empresa también tiene una explicación inherente al sistema: los productores intemacionales han establecido para todo el mundo una serie de pasos de emision obligados para sus películas. Primero se proyectan en las salas de cine, luego son liberadas para Homevideo, siguen su curso a la televisión por cable y llegan finalmente ala televisión abierta. Aunque los lapsos entre uno y otro paso se han reducido en los últimos tiempos, Latinoamérica tiene que hacer cola y esperar a que las películas estén disponibles.
Las críticas sobre el contenido de la programación son bastante más subjetivas, pues dependen más bien de gustos personales y, en el caso del canal de deportes, de las temporadas. A los aficionados al tenis, por ejemplo, se les da sopa y seco en época de Wimbledon , mientras los hinchas del fútbol americano tienen que esperar hasta enero para ver el Superbowl.
Las quejas van y vienen, pero de todas maneras queda claro, según los resultados después de dos años de funcionamiento, que el sistema es exitoso y que llegó para quedarse. Parece ser que la gente se queja precisamente, porque TV Cable se instaló, ya no sólo en sus casas sino en sus vidas y quieren, claro, que se mejore el servicio. Pero TV Cable, que en buena medida le debe parte de su éxito a la mala programarión de la televisión nacional, no puede caer en la trampa de quedarse dormido sobre sus laureles.