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DOS HORAS SIN PUDOR

Repuesta en escena la tragedia del brasileño José Vicente. No apta para la diversión.

26 de julio de 1982

"Dos perdidos en una extraña noche", de José Vicente. Dirección, Agustín Nuñez. Centro de Expresión Teatral.
La sociedad urbana ha creado sus propios fantasmas. Homosexualidad, desolación, tendencias suicidas, neurosis, explotación, son algunos de ellos. Y si usted los reúne en un escenario de 4 por 5 metros durante dos horas con dos personajes masculinos, el resultado puede ser una obra como ésta que, ahora, vuelve a reestrenar el Centro de Expresión Teatral en Bogotá.
"Dos perdidos en una extraña noche", el drama del director de teatro brasileño José Vicente, fue en su estreno, el año pasado, una de las obras más controvertidas para el público y la prensa de todas las ciudades donde ha sido presentada. No sólo por el desnudo masculino, ante el cual muchos se escandalizaron, sino por la franqueza con que la obra plantea los problemas que son comunes a muchos hombres en las grandes ciudades.
En apariencia, el desarrollo de "Dos perdidos..." es elemental. Un empleado bancario -el número 5.836.467- debe quedarse hasta más tarde en la oficina "para terminar de cuadrar el balance del día". Cuando entra a su pequeña oficina de contador, el barrendero del banco hace la limpieza. Con esos dos personajes y ahí, en el estrecho radio de una oficina llena de fólderes y números, José Vicente elabora una radiografía de dos hombres corrientes que en 120 minutos se quitan todas sus máscaras y le dicen al espectador esto somos un poco usted y yo.
José Vicente, ganador de varios premios internacionales como director de teatro, pertenece a los dramaturgos que intentan hacer una incursión al drama que está planteándole la vida en las ciudades al hombre de América Latina. En "Dos perdidos en una extraña noche" aborda una situación que él mismo vivió cuando fue un anónimo empleado bancario. En cambio de insensibilizarlo (una característica del comportamiento del hombre en las ciudades grandes), la experiencia le dio elementos para retratár sin artificios a esos miles de hombres que consumen sus vidas detrás de una ventanilla, o encerrados en oficinas estrechas o siendo uno más en una fila interminable de escritorios anónimos.
La despersonalización y el vacío del hombre en las metrópolis es un tema que ha sido cuestionado no solo por sociólogos y teólogos, sino por una buena parte de la nueva novelística latinoamericana. El drama de José Vicente, por su parte, no hace concesiones y anuncia el fracaso de la sociedad urbana para proveer de felicidad al hombre. Y especialmente al hombre de los países en desarrollo, que no ha terminado de entender la avalancha neurótica de un mundo masificado y tiene, todavía, a sus espaldas el olor del agro de sus antepasados. Accionados por los hilos mágicos de un duende perverso, sus personajes cumplen un destino cuya meta final es la aniquilación.
Con la actuación de Agustín Nuñez, como Hugo, el barrendero y Carlos Gutiérrez como el contador bancario, "Dos perdidos..." reaparece en una temporada de dos meses, hasta fines de julio próximo. Aunque se observan algunos defectos en el montaje, como una vocalización que intenta ser muy teatral y altibajos en el ritmo de la actuación, el trabajo de Núñez, de Carlos Gutiérrez y de Francisco Rincón, asistente de dirección y producción, trasciende en general positivamente la calidad de teatro que se ha visto en Colombia en los últimos cinco años. Y el mayor mérito radica en este caso en la obra misma: una violenta crítica al mundo urbano en que se ha trepado en hombre contemporáneo y del que no parece capaz de descender.