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DURO DE MATAR: LA VENGANZA

Los efectos especiales son sorprendentes, pero tan abrumadores que terminan siendo excesivos.

3 de julio de 1995

DIRECTOR:JOHN MCTIERNAN
PROTAGONSITAS: BRUCE WILLIS,
JEREMY IRONS Y SAMUEL JACKSON
PRIMERO DESTRUyó él solo un rascacielos, en Duro de matar. Luego hizo estallar un avión en pleno vuelo con la única ayuda de su encendedor, en Duro de matar II. Ahora, en Duro de matar: la venganza, el juego es al contrario: evitar que explote una gran cantidad de bombas distribuidas por toda la ciudad de Nueva York. El héroe es el superagente John McClane, protagonizado por Bruce Willis, un policía con algo de la capacidad de destrucción de Harry el Sucio, visos del humor negro de Kojak y la dejadez de Columbo, especialista en resolver, por su propia cuenta y sin la menor prevcnción, los más descabellados casos.
Dirigida y producida por John McTiernan, el mismo de Duro de matar y El último gran héroe, Duro de neatar: la venganza es la maquinación de un crimen tan descomunal como incrcíble: un robo multimillonario en pleno corazón de Wall Street por parte de un terrorista demente (Jeremy Irons) especializado en bombas líquidas. Siguiendo el mismo corte de Máxima velocidad y Lluvia de fuego, McTiernan pone a correr a Willis contra el tiempo y la posibilidad de que las bombas finalmente estallen.
Sin embargo, tal y como suele suceder en el género de acción, el héroe en cuestión cede cada vez más su protagonismo frente a los efectos especiales. Así ha sucedido con Schwarzenegger y con Rambo y era de esperarse que ocurriera con Willis. Las explosiones son tan bien realizadas que parecen reales. La que da comienzo a la cinta y otra más que estalla en la estación del metro son realmente espectaculares. Pero todo se hace con el riesgo de descuidar la trama y sus personajes, a tal punto que tanta acción termina aburriendo, primero por increíble y segundo porque los efectos especiales nunca lograrán superar el efecto que causa una trama bien construida.

Mi vida es un infierno
Una mujer en desgracia decide vender su alma al diabio, pero hasta en eso fracasa.
DIRECTORA: JOSIANE BALASKO
PROTAGONISTAS: JOSIANE BALASKO, DANIEL AUTEUIL Y RICHARD BERRY.
SU EXISTENCIA era literalmente un infierno. Agobiada por la soledad, con un empleo deprimente y vecina de un pornógrafo repugnante, Leah no tenía mayor esperanza de una vida mejor. Hasta que se le apareció un mensajero del diablo, dispuesto a comprarle el alma a cambio de hacerla disfrutar el resto de sus días.
Escrita, dirigida y protagonizada por Josiane Balasko, esta película francesa está inspirada en el clásico de Goethe, Fausto, pero con la única intención de hacer del tema una comedia. El mensajero del diablo es un demonio de quinta categoría que vive de los regaños y las amenazas del arcángel San Gabriel. Ella es una solterona dispuesta a hacer lo que sea por cambiar su vida. París es el ambiente.
A partir de estas premisas se desarrolla una trama que, a pesar del patetismo de semejante planteamiento, sabe capturar al espectador y lo lleva a través de la historia con sutil ironía. La película explota los deseos ocultos que tienen todos los seres humanos de planearle una venganza a la suerte, aunque se atraviesen obstáculos como la benevolencia de la redención e ideas por el estilo. Sin embargo, la redención que intenta Leah con el demonio es, como los deseos de venganza, un engaño, casi un sueño nacido en lo más profundo del inconsciente de esta pobre mujer.
Todo iría muy bien si no fuera porque los papeles entre demonio y víctima se intercambian y comienza a gestarse otra historia cuyo desenlace rápido y ligero la hacen incomprensible. El planteamiento inicial, desarrollado a lo largo de la cinta, se pierde en un final que pareciera no corresponder a la trama, un final más que absurdo, decepcionante.