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EDITORIALES VS. RASGUÑOS

El director de El Tiempo y el caricaturista de El Espectador se han enzarzado en una pelea misteriosa para el gran público.

5 de mayo de 1986

Los habituales seguidores de Osuna, el caricaturista de El Espectador, llevan un buen tiempo perplejos: no reconocen a los personajes que dibuja. Ya no salen en sus caricaturas las figuras de la vida nacional que la televisión y las fotografías de prensa han hecho inmediatamente reconocibles para los colombianos: el ex presidente Turbay, con su corbatín y sus formas generosas, la cara de limón podrido del ex presidente López, la sonrisita entradora del presidente Betancur, el voluntarioso mentón del general Vega Uribe. Todos ellos han sido inexorablemente desplazados por nuevos y misteriosos personajes, encabezados por un gordo satisfecho de tirantas y camisa de cuadros, bigotito burlón y poderosos incisivos. Lo acompañan dos jóvenes igualmente desconocidos: uno de bigote y pierna peluda bajo el pantalón corto, y otro, lánguido aunque robusto, conectado siempre a una botella de suero fisiológico. A veces el barrigón de tirantas mantiene enigmáticos diálogos con otro personaje más, uno enlutado y pálido, de barbita y anteojos y aspecto vagamente eclesiástico.
Pero no menos intrigados están los lectores habituales de los editoriales de El Tiempo, de sus "Cosas del día" y sus "Cartas de los lectores", y de sus columnistas Ayatollah y D'Artagnan. Porque también allí ha aparecido un nuevo personaje que concentra los ataques del periódico. Ya no es, como toda la vida, Marx o Fidel Castro, sino Héctor Osuna, caricaturista de El Espectador. El Tiempo ha llegado incluso a inventar un nuevo verbo: "osunizarse", que quiere decir no mostrar la debida reverencia ante las cosas sagradas, como el ex presidente Alberto Lleras o el origen norteamericano de la esposa del candidato Barco. Hasta Guerreros, uno de los caricaturistas de El Tiempo, ha entrado en la danza dibujando casi a diario a su colega Osuna, a veces aplastado por un barco gigantesco y a veces balanceando un incensario ante el candidato Alvaro Gómez. Y al identificar a Osuna dibujado por Guerreros, de luto y de barbita negra, es posible finalmente colegir quiénes son los demás desconocidos de los dibujos de Osuna . El joven lánguido del suero fisiológico es D'Artagnan, nieto del director emérito de El Tiempo. El otro joven de las piernas peludas es Ayatollah, hijo del director de El Tiempo. Y el barrigón de bigote sardónico y tirantas es el mismísimo director de El Tiempo, Hernando Santos. Están idénticos. Lo que sucede es que, a causa de su oficio, son mas conocidos por la firma que por la cara.
Pero resuelto ese enigma, subsiste otro. ¿A qué obedece la obsesión de Osuna con los Santos? El caricaturista dice a SEMANA que es perfectamente natural: "Hernando Santos es un personaje de caricatura -explica-, porque representa un gran poder político, que es el de su periódico. Y sin embargo no lo conoce nadie. Yo creo -agrega- que aunque sean para atacarlo, lo halagan las caricaturas, le halaga ser personaje".
Más misteriosa es la obsesión de El Tiempo con Osuna, traducida en tan numerosos editoriales, notas del día, columnas, cartas del lector, caricaturas. "Yo, que hago caricaturas, no me puedo quejar de que las hagan contra mí -comenta Osuna-. Y en cierta forma también me halaga, como a Hernando Santos le halagan las mías contra él. Pero es excesivo que me convierta también a mí en un personaje de la política dedicándome editoriales y notas del día. Ahora El Tiempo está dedicado a cobrarme la derrota de Galán como si el candidato hubiera sido yo. Y han decidido encasillarme en el alvarismo, para poder volver a derrotarme en mayo. La verdad es que yo admiraba mucho a Laureano Gómez, y vengo del laureanismo. Pero hace muchísimos años que me he dedicado más bien a atacar a Alvaro cuando compartía el canapé republicano con López y Turbay. El que era alvarista entonces era El Tiempo, no yo. Y ahora lo sigue siendo. Porque aunque estén jugando al sectarismo liberal, no les chocaría nada que Alvaro fuera Presidente".
Osuna piensa que la pelea de El Tiempo, más que con él, es con El Espectador. "Hernando Santos trata de enfrentarme con el periódico que publica mis caricaturas, a ver si la cuerda revienta por lo más delgado". Es cierto que el diario de los Santos, además de la larga rivalidad que mantiene con el otro gran diario liberal de los Cano, lleva años reprochándole a éste su "osunización", es decir, su falta de la debida reverencia por las cosas sagradas: Alberto Lleras, etcétera. Así lo decía Santos hace ya años en una carta abierta a Guillermo Cano, director de El Espectador, reprochándole cordialmente que diera cabida en su diario a colaboraciones como las del humorista Klim (que poco antes había roto espectacularmente con El Tiempo) o a "las permanentes y simpáticas, pero no gratas, alusiones dibujadas de tu gran Osuna". Cosas así, decía entonces el director de El Tiempo, forman parte de "un estilo de periodismo que no entra en mi talante". Y eso no ha cambiado. En un editorial reciente, con motivo de los 99 años de El Espectador, El Tiempo volvía a mencionar su desacuerdo con "los puntos de vista de ciertos comentaristas" del diario de los Cano, que en otra parte llamaba, sibilinamente, "cierto periódico".
Hernando Santos, sin embargo, no quiere extenderse sobre el tema. Interrogado por SEMANA cuando se disponía a viajar a la feria de Sevilla a ver corridas de toros, se limitó a decir: "Estoy feliz de que Osuna me pinte. Sólo me gustaría que me pusiera más alegría y menos barriga".
Tal vez el viaje taurino del director de El Tiempo marque una pausa en los editoriales sobre Osuna. Pero es en cambio muy probable que en las caricaturas de El Espectador empiece a salir Santos vestido de personaje de García Lorca, de botas color corinto y medallones de marfil, con una vara de mimbre, en Sevilla, viendo los toros.