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Poncho Daza (Camilo Molina) quiere ser el rey vallenato para conquistar el corazón de Sara María (Etty Grossman)

Cine

El ángel del acordeón

CMO producciones presenta la ‘opera prima’ de María Camila Lizarazo: una historia de iniciación para toda la familia. ** (Regular)

Ricardo Silva Romero
19 de julio de 2008

Título original: El ángel del acordeón.
Año de estreno: 2008.
Género: Drama.
Dirección: María Camila Lizarazo.
Guión: Ketty María Cuello y María Camila Lizarazo basado en la novela de Ketty María Cuello.
Actores: Camilo Molina, Dyonnel Velásquez, Etty Grossman, Marlon Moreno, Noelle Schönwald, Margalida Castro, César Navarro, Carlos Buelvas, Estefanía Borge.

Para convertirse en rey vallenato, y conquistar, así, el corazón de una niña de alcurnia llamada Sara María, Poncho Daza tendrá que sobrevivir al terrible temperamento de su padre, a las penurias económicas de su familia y a las traiciones de un rival encarnizado que responde al nombre de Pepe Dangond. De su lado estarán, entre otros, una madre que parece soportarlo todo, una abuela que no quiere meterse en problemas, un sacerdote que sabe para qué sirven los milagros, un maestro del acordeón que le enseñará a amar la música, un primo que lo liberará de la timidez y un amigo entrañable, Ovidio, felizmente resignado a ser un personaje secundario. Es claro, pues (hay muchos más buenos que malos en la historia), que El ángel del acordeón es una película colombiana “para toda la familia”. Y desde las primeras escenas es claro que se trata de una producción que al menos sabe lo que quiere.

Los cortos promocionales no le hicieron justicia. Se veía pésima. Y no lo es. Sí, los niños, por definición, son actores irritantes. Sí, parece una fábula hecha para este país ‘nuevo’ que quiere creer a toda costa que todo está bien: que todo es limpio, que hay más buenos que malos, que Colombia es pasión. Y sí, prueba desde el guión, que adapta la episódica novela original de Ketty María Cuello, que la estructura que le convenía más era la de las series de televisión. Pero sabe lo que quiere. Nos presenta a una nueva directora colombiana, María Camila Lizarazo, llena de buenas ideas visuales. Y a veces, a punta de creer en lo que cuenta, logra involucrarnos en su historia.