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El autor explica por qué algunas obras contemporáneas, como las de Damien Hirst, se venden en millones de dólares.

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El arte a su alcance

Will Gompertz hace un apasionante recorrido, salpicado de anécdotas, por los últimos 150 años de la historia del arte.

Luis Fernando Afanador
13 de julio de 2013

¿Qué estás mirando?
Will Gompertz
Taurus, 2013
472 páginas

Este es un libro sobre arte y es un libro recomendable. Algo sorprendente, ya que pocas veces funciona esa ecuación. Las introducciones al arte moderno generalmente resultan bastante más confusas que las propias obras. No ocurre así con ¿Qué estás mirando?, de Will Gompertz, por tres razones: el autor domina el tema, quiere ser ameno y divertido –prefiere las anécdotas a las teorías– y no quiere convencernos de nada, solo explicar, sin fanatismos, por qué un tiburón en un formol, una calavera con diamantes, una cama desecha, un urinario y un cuadro relleno de negro, pueden ser arte.

¿Qué estás mirando? es un vistazo al arte de los últimos 150 años, es decir, empieza con el preimpresionismo y termina con el street art. Incluye, entonces, lo que llamamos arte moderno y arte actual –o contemporáneo–, hecho por artistas que todavía están vivos. Un viaje desde los nenúfares de Monet, los girasoles de Van Gogh, hasta las urnas rotas de Ai Weiwei, pasando por las latas de sopa de Andy Warhol. 

Para que el panorama sea más claro, para que nadie se pierda en ese cuadro sinóptico de pop art, conceptualismo, performance, minimalismo, Gompertz ha diseñado un ingenioso mapa inspirado en el metro de Londres. Por supuesto: hay una estación Jackson Pollock y otra, Damien Hirst. Hay un comienzo y un final de la ruta. Y el pasajero puede bajarse en el momento que prefiera. 

¿Por qué son tan caras unas obras que podría hacer un niño de 5 años? Will Gompertz, en vez de sulfurarse con esa pregunta que expresa la actitud reacia de mucha gente hacia un arte que no le interesa porque no lo entiende, pacientemente empieza a responder. Como si dijera en voz baja: nada se pierde, sería una lástima no intentar entenderlas porque aparte de la basura y el mercantilismo –que lo hay, y bastante– hay cosas que valen la pena. 

Él aborda el arte moderno en tanto periodista y presentador televisivo. Por eso se compara con el escritor David Foster Wallace, para quien sus escritos de no ficción eran una empresa de servicios en la que a una persona con una inteligencia razonable se le daba la oportunidad de investigar sobre asuntos en que la mayoría de la gente no tiene tiempo de detenerse. 

?Espero, aunque sea a pequeña escala, poder proporcionar esa clase de ayuda al lector, dice Gompertz. Y sí, el objetivo se cumple: cuando las personas no tienen que demostrar que saben, tienden a ser relajadas. No sobra recordar su hoja de vida: director de arte de la BBC, exdirector de la Tate Gallery y sobre todo alguien que ha estado en la movida artística de los últimos años. 

Para Gompertz, el arte moderno empieza con el ensayo de Baudelaire, El pintor de la vida moderna, en el cual reta a los artistas a que observen la vida. “Pintemos el mundo moderno”, dijo Baudelaire y el primero que asumió el reto fue Manet, quien se enfrentó a la Academia. Desde entonces, los artistas han querido acabar con las fronteras que hay entre el arte y la vida, entre lo elevado y lo más bajo.

La obra que encarna esa idea es Olimpia, de Manet, la cual es un homenaje a la Venus, de Tiziano, ambas pinturas sobre prostitutas. “Hacer que el mundo normal sea arte elevado es la historia del arte moderno. No habría prostitutas en las ‘Señoritas de Aviñón’, de Picasso, si no hubiésemos tenido a Manet, y no hubiéramos tenido la ‘Olimpia’ de Manet sin la ‘Venus’, de Tiziano. Todo es un eslabón de la cadena”, explica Gompertz.

¿Es el arte contemporáneo una farsa? Ante esa pregunta capital, Gompertz acepta que muchas de las obras que se producen actualmente no superan la prueba del tiempo y son hechas por grandes empresarios. Aunque Rubens, en su momento, también fue un gran empresario. 

En todo caso Gompertz cree que los últimos 25 años han sido realmente extraordinarios y propone darle una oportunidad a esos trabajos y ofrecerle a la gente los elementos de juicio para que ella misma decida: “Ocurre como con el fútbol. Si conoces las reglas, podrás disfrutar del partido. Si conoces las normas del arte moderno, las referencias, lo que intenta decir el artista, cualquiera puede disfrutar de él, tener una opinión. No es tan complicado”.