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Novelistas de primer nivel, como Salman Rushdie o Jonathan Franzen, se han dejado tentar por el prestigio –y los presupuestos– de la televisión.

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El brillo de la pantalla chica

Desde hace un tiempo la televisión vive una época dorada. En Estados Unidos, donde empezó el fenómeno, grandes novelistas escriben guiones. ¿Es ese el mejor medio para contar historias hoy?

5 de mayo de 2012

"Si Shakespeare estuviera vivo, escribiría guiones para HBO". No se sabe quién es el autor de esta frase, pero hoy se repite constantemente entre escritores. La afirmación corresponde a una realidad evidente desde hace varios años: la televisión -al menos en Estados Unidos- se ha convertido en un medio ideal para contar historias originales y experimentar con estructuras narrativas novedosas. Por eso, varios novelistas reconocidos han decidido dar el salto hacia la pantalla chica.

El fenómeno empezó a finales de los años noventa, cuando la televisión por cable en Estados Unidos se arriesgó a producir formatos nuevos. Desde luego, el país tenía una tradición de buenas producciones, pero había una sensación de estancamiento. Fue entonces cuando aparecieron The Sopranos, The West Wing, Sex and the City y Seinfeld. El experimento dio resultado entre el público y la crítica y generó una avalancha de nuevos proyectos: Lost, The Wire, Arrested Development, Six Feet Under, Nip/Tuck y 24, entre otros. La calidad y presupuesto de estos programas seguía siendo el mismo de siempre pero, por primera vez, los escritores -quienes concebían la idea original y escribían los guiones- eran las estrellas. David Chase, Alan Ball, Aaron Sorkin, Matt Wiener, Jeffrey Lieber, Damon Lindelof saltaron a la fama: estos guionistas se convirtieron en narradores respetados y hoy están al mismo nivel que los grandes escritores de su país.

El negocio también se volvió muy interesante. Tanto así que, hoy en día, los guionistas de televisión reciben mejores sueldos que los de cine. A esto se le suma que los estudios cinematográficos ya no están interesados en producir historias ingeniosas: prefieren irse por las fórmulas fáciles y taquilleras. "Me dijeron que debería pensar en escribir para televisión, porque la calidad -o la calidad de la escritura- del cine se había ido a la basura", le dijo hace unos meses el escritor Salman Rushdie a The Observer. El famosísimo autor está trabajando en una serie de ciencia ficción llamada Midnight's Children, que se estrenará el próximo año. "En el cine el escritor es el sirviente, el empleado. En televisión es el creador, el artista, más importante", dijo.

Rushdie no es el único que se ha dejado tentar. Jonathan Franzen, tal vez el novelista más prestigioso del momento en Estados Unidos, está trabajando en una adaptación para televisión de su novela Las correcciones. Se trata de un proyecto multimillonario, dirigido por Noah Baumbach y protagonizada por Ewan McGregor, Dianne Wiest, Chris Cooper y Maggie Gyllenhaal. El piloto de la serie ya está filmado y, aunque en un primer momento se dijo que sería transmitido por HBO, la cadena anunció la semana pasada que no lo compraría.

Otro novelista estadou-nidense que está trabajando en una serie es Michael Chabon. El autor -que ganó en 2001 el premio Pulitzer por su novela Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay- está escribiendo, junto a su esposa Ayelet Waldam, un guion sobre la Segunda Guerra Mundial llamado Hobgoblin. Así mismo, el escritor Tom Perrotta está trabajando en una serie llamada Left Over y otros autores como Gary Shteyngart, Jennifer Egan y Jonathan Ames colaboran con diferentes canales. Michael London, productor de HBO, le dijo a The New York Times: "Mucha gente en la industria tuvo una epifanía: el ADN de las series de televisión de cable tiene mucho más en común con las novelas que con las películas". Eso mismo le dijo el escritor colombiano Luis González a SEMANA: "La migración se debe a que las series gringas son más de avanzada narrativamente que Hollywood, que ha virado hacia el espectáculo visual, dejando el desarrollo dramático en manos de la televisión".

El caso colombiano

En Colombia la relación entre literatura y televisión es vieja. Nació con las adaptaciones de obras latinoamericanas como La tregua, Los premios, La tía Julia y el escribidor y Los pecados de Inés de Hinojosa. Incluso algunos escritores, como Fernando Soto Aparicio, adaptaron sus propias obras. Recientemente se hizo una versión de La lectora de Sergio Álvarez y se preparan adaptaciones de Líbranos del bien de Alonso Sánchez Baute y de El oro y la oscuridad de Alberto Salcedo Ramos. Sin embargo, no ha sido una relación exitosa: muchos de los escritores que han intentado hacer guiones se encuentran con que los canales rechazan sus ideas porque temen que no logren tener buen rating (ver recuadro).

Pero las cosas parecen estar cambiando. Hace más de un año, Jorge Franco, autor de varias novelas exitosas, recibió una llamada de HBO Latinoamérica. El canal ya había incursionado en el continente con series como Capadocia, Epitafios, Hijos del Carnaval y Mandrake. Los productores querían entrar en Colombia. "Al principio me sorprendí, pues nunca había hecho nada para televisión", le contó Franco a SEMANA, "pero el método del trabajo que proponía el canal era muy interesante". Los directivos le pidieron que desarrollara una sinopsis. Una vez la leyeron, le propusieron que la segmentara en episodios.

"Escribir un guion para televisión es completamente diferente a escribir una novela. En la novela uno tiene control sobre todos los elementos y toma todas las decisiones finales. Un guion, en cambio, es un guía de trabajo para un grupo de personas", dice Franco. Una vez terminó los 13 capítulos, viajó a las oficinas de HBO, donde aceptaron su propuesta. La serie posiblemente se estrenará en 2013. Franco prefiere no revelar mucho sobre la trama, pero adelantó que girará en torno a la actualidad colombiana.

Otro que ha incursionado en el mundo de la pantalla chica es Ricardo Silva Romero. El autor de varios libros, crítico de cine de SEMANA y columnista también trabaja para el canal Fox. Cuando Silva publicó su novela Autogol, sobre los problemas del fútbol en Colombia, el canal le propuso que hiciera una versión para serie. El proyecto está en proceso y es posible que se empiece a producir pronto y Silva continúa trabajando en otras ideas. "La televisión es un medio perfecto para los novelistas. El cine se parece más a un cuento, mientras que la novela tiene más elementos similares a las series: el desarrollo de los personajes y la estructura por capítulos, por ejemplo", dice.

"Creo que ahora, a diferencia del pasado, los canales y las productoras están aceptando y comenzando a pensar y a producir series. Es un formato que antes se rechazaba un poco, sobre todo porque resultaba menos rentable que la telenovela. Pero el público cambia, el mercado cambia. Cuando esto pasa, entonces, también suelen cambiar los canales", le dijo Alberto Barrera Tyszka a SEMANA. El escritor venezolano -ganador del premio Herralde- ha escrito muchos libretos para televisión y conoce bien la industria. Si su presagio se cumple, el buen momento de la televisión llegará pronto a este lado del mundo.
 
El ‘rating’ sigue siendo el rey
 
Es muy difícil que los canales privados colombianos se aventuren en proyectos novedosos. Los directivos de RCN y Caracol miran con lupa cada libreto que llega a sus manos para analizar si va a funcionar entre el público. Por eso, lamentablemente, los formatos varían muy poco. 

Según el escritor Andrés Burgos, que trabaja como libretista, en estos procesos “es muy importante el esquema de narrador-historia y tener en cuenta los códigos propios para la pantalla chica”. Para Fernando Gaitán, “la sinopsis es decisiva y debe tener un valor literario propio”. Gaitán, que es guionista y vicepresidente de Producto del Canal RCN, le dijo a SEMANA: “Para que un libreto sea aprobado tiene que tener una historia de amor, con personajes muy claros y un drama muy identificable”.

Para Arlet Castillo, guionista de Caracol TV, “las cosas básicas que debe tener un guion son: un personaje que debe vencer una dificultad para lograr un objetivo, debe tener un objeto, un sueño, una necesidad y el guionista es el que le pone zancadillas. Los evaluadores de Caracol reciben ideas y dicen si el proyecto sirve o no, de acuerdo a las políticas que tiene el canal para su programación”.

Finalmente, el último requisito –pero quizá el más importante– que debe superar un guion es que sea viable. Para Gaitán y Burgos es fundamental que se cuente con un número de personajes y locaciones determinadas que no sobrepasen los presupuestos de las casas productoras.