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La más reciente película de Steven Spielberg es una adaptación del cuento “El gran gigante bonachón” (1982) de Roald Dahl.

CINE

El buen amigo gigante

A partir de una novela de Roald Dahl, Steven Spielberg hace un retrato visualmente fantástico de la amistad entre una huérfana y un gigante simpático. ***

Manuel Kalmanovitz G.
13 de agosto de 2016

Título: The BFG

País: Estados Unidos

Año: 2016

Director: Steven Spielberg

Guion: Melissa Mathison

Actuación: Ruby Barnhill y Mark Rylance

Duración: 117 min

Hay muchos detalles maravillosos y anonadantes en esta primera colaboración entre Steven Spielberg y el estudio Disney. Hay gigantes y gigantotes, por ejemplo. También sueños que flotan como luciérnagas de varios tonos en el paisaje espectral de un bosque neblinoso. Y frutos extraños, agusanados y poco llamativos, que se procesan para producir una bebida que causa una flatulencia verde y sonora.

Efectivamente, Steven Spielberg cruza con esta película la frontera invisible de la flatulencia y lo hace con ruido y gozo, sin pena ni vergüenza.

El buen amigo gigante es una adaptación de la novela de Roald Dahl de 1982, que narra la amistad entre Sophie (Ruby Barnhill), una niña huérfana, y un gigante amable (Mark Rylance) que habla en un inglés extrañísimo, lleno de palabras medio inventadas y medio adaptadas a sus fines expresivos, y que se la lleva a vivir a la tierra de los gigantes.

El comienzo de la película es singularmente elegante. Tras raptar a la niña, el BAG recorre las calles de Londres silenciosamente, moviéndose con la agilidad de un gato y camuflándose entre los árboles, faroles y camiones inmóviles de la ciudad dormida. Es un baile donde el bailarín se confunde con el escenario hasta que termina saltando por las costas inhabitadas de Inglaterra.

El contraste de dimensiones, logrado con tecnología digital, es impresionante y se vuelve aún más al llegar a la tierra de los gigantes, donde el BAG resulta ser el primo diminuto de nueve verdaderos gigantes que miden el doble y que están ansiosos por comerse una porción de niño humano, no importa lo pequeña que sea.

Esos otros gigantes, que no tienen nada de amistoso y que son más bien barbáricos y grotescos, son el lado oscuro de este cuento fantasioso, que se huelen que su coterráneo tiene comida que no quiere compartir.

Toda la parte de los gigantes es memorable mientras que la interacción con la niña tiende a lo enervante. Es como si el sentido de lo maravilloso, que está tan bien logrado a nivel de escenarios y movimientos, chocara contra la interpretación berrinchosa de Barnhill que encarna una niña mandona, condescendiente y que vocaliza en exceso.

“Sí, me tomaste de un orfanato. ¿No lo sabías?”, le dice cuando el gigante le pregunta si es una “ofrana”.

Esta es una de esas historias fantasiosas donde los niños son muy precoces e inteligentes, mucho más que cualquier adulto, que es un género en sí mismo, pero que termina por robarle la oscuridad y el riesgo a la trama.

Los temas usuales de Spielberg están ahí (el de los padres ausentes que finalmente aceptan sus responsabilidades) junto a su tradicional elegancia formal. Pero sus debilidades también asoman su cabeza: unas caracterizaciones empalagosas y cierto acartonamiento en las relaciones humanas, que por momentos logran parecer dramáticas solo gracias a la música envolvente de John Williams.

Es un defecto grave que resulta un poco mitigado por el banquete de flatulencias verdes que ofrece por momentos.

CARTELERA

**** Excelente  ***½ Muy buena   *** Buena   **½ Aceptable  ** Regular  * Mala

El rey del once ***

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