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EL CAZADOR CAZADO

Una detective se enamora del asesino racista al que persigue, el tema de la ultima película de Costa Gavras

13 de febrero de 1989

Durante muchos años las principales escenas de las más características películas del director Costa-Gavras, tendrán que seguir siendo recordadas como alegatos rabiosos contra la intolerancia y la opresión: Jack Lemmon caminando entre los cuerpos destrozados que llenan la morgue en Santiago, mientras busca al hijo desaparecido durante el golpe de Pinochet; Y ves Montand como el embajador norteamericano secuestrado por los Tupamaros, o como el diputado Lambrakis asesinado por los coroneles griegos. Era otra época, cuando Costa-Gavras trabajaba con cinematografías europeas de menos recursos y hacía películas políticas que también eran policiacas.

Ahora, con los ojos muy abiertos el realizador ha logrado una película, inquietante que ha despertado una interminable polémica, "Traicionados". Es un vistazo rápido a uno de los peores males de la sociedad norteamericana, la de antes y la de ahora: la intolerancia. La historia comienza con un hecho verídico, el asesinato de un famoso comentarista radial de Chicago que todas las madrugadas, irónicamente, pedía a sus desconocidos oyentes que aceptaran a judíos, negros, chicanos, indígenas y otras minorías como parte fundamental de esa sociedad, la misma que no quiere que las cosas cambien y es capaz de destruir a quien lo proponga.

"Traicionados", protagonizada por una actriz muy hermosa, Debra Winger (la misma de "La fuerza del cariño", "Un oficial y un caballero" y "La viuda negra"), y un actor formidable como Tom Berenger (el de la cicatriz en "Platoon"), arranca de las que el director considera dos caras de una Norteamérica irreconciliable: por un lado, el sueño de la libertad, la justicia y la igualdad para todos, propios y extraños, dentro de esa nación de tantas voces y tantas conciencias. Del otro lado se halla un individualismo desesperado, que defiende su seguridad personal, sus posesiones, sus creencias, su ambición por las riquezas, con una fe religiosa rígida que no admite personas ni ideas extrañas. Según Costa-Gavras, el sueño de libertad, justicia e igualdad nada tiene que ver con esta postura intolerante, cerrada, amarrada a principios conservadores que son capaces de buscar a hombres como Reagan y Bush para que defiendan y conduzcan su país.

Para denunciar esa situación (curiosamente acaba de aparecer otra película sobre estos conflictos "Mississipi Burning" de Alan Parker), Costa-Gavras se apoya en una historia de amor y sexo que comienza cuando una agente del FBI, que investiga el asesinato del comentarista de radio, llega a una pequeña población en el corazón del llamado Midwest, en Nebraska, donde los campesinos viven apegados a sus tradiciones y sus fobias.
Es un sitio donde el tiempo no avanza, donde ser negro o demócrata es lo más peligroso y en el que ella se topa con uno de los granjeros más rudos, víudo, veterano del Vietnam y padre de dos hijos pequeños. Se emplea como conductora de una segadora, míentras comienza a reunir datos para su investigación. Aprende las costumbres, los bailes, las comidas, los silencios y las sospechas de la localidad. Ella, que viene de una ciudad como Chicago donde era libre, ahora se encuentra asfixiada por esa sociedad machista donde la mujer debe ser sumisa. Poco a poco va desenredando la madeja hasta descubrir que se encuentra en la boca del lobo, en un círculo donde la mayor preocupación es hacer que Norteamérica no cambie, porque estos hombres que salen a cazar negros los fines de semana se sienten traicionados por tantas reformas socialés y piensan que es necesaria una limpieza a fondo. Para eso, hay que comenzar por los negros, los judíos, los chicanos, y así sucesivamente, hasta cuando sólo queden ellos con sus hijos y sus antepasados, tan conservadores y recalcítrantes como ellos mismos.

Costa-Gavras -apoyado en un guión muy hábil y tentador, escrito por Joe Eszterhas (el mismo de "Al filo de la sospecha" y "Flashdance"), y contando con los recursos de una superproducción norteamericana pero con técnicos europeos (el director de fotografía es francés, Patrick Blossier, y la diseñadora de escenarios es Patricia von Brandenstein, la misma de "Amadeus" , "Los intocables" y "Ragtime") es capaz de sumergir al espectador en ese infierno del Ku Klux Klan, las cruces quemadas, los capirotes blancos, los asesinatos raciales y politicos, y una atmósfera tremerdista y violenta mientras cuenta lo que pasa cuando este hombre rudo y esa mujer liberada se conocen, se enamoran, se apasionan y lo hacen después de identificar la pesadilla que están compartiendo.

"Traicionados" es más policiaca y romántica que política. Costa-Gavras lo ha preferido así. Continúa con el método que tanto éxito le ha proporcionado: mezclar temas controversiales con elementos populares. En este caso, una agente del FBI se enamora del asesino a quien investiga, y tiene como enorme trasfondo una Norteamérica llena de cruces que arden y cuerpos acribillados. Es un panorama demasiado atractivo para quienes sienten indignación ante estas situaciones. Y en esa atracción está encerrado el mecanismo secreto del cine mismo. -