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EL COMPLOT

La delirante visión del director de 'Arma mortal' sobre las retorcidas maniobras de los organismos de seguridad.

24 de noviembre de 1997

No cabe duda de que la dupla compuesta por el director Richard Donner y el actor Mel Gibson ha sido una de las más rentables de Hollywood en los últimos tiempos. Los tres capítulos de Arma mortal no sólo los llevó a ubicarse entre los personajes más conocidos del cine estadounidense sino que con su popularidad crecieron sus ganancias. Ambos regresan a la pantalla gigante con una película compuesta en el mejor estilo de Donner: acción, suspenso y sobre todo mucho humor. Gibson, quien parece interpretar el mismo personaje de Arma mortal, sólo que un poco más ansioso, hace las veces de un frenético taxista que vive obsesionado con los más retorcidos intentos de conspiración contra el Estado. Los inventa y se los cree, pero además hace hasta lo imposible porque una bella delegada del departamento de Justicia (Julia Roberts) le ponga por fin atención a sus denuncias. Lo que en primera instancia parece ser una simple conquista amorosa por medio de imaginativos recursos de coquetería termina convertido en una intrigante historia de suspenso en la que resultan involucrados no sólo agentes de la CIA y el FBI, sino también los más alucinantes organismos de seguridad, algunos de ellos comandados por un oscuro personaje (Patrick Stewart) que busca sacarle información ultrasecreta al desventurado taxista por los medios menos ortodoxos. Haciendo gala de increibles pretextos argumentativos, Donner envuelve al espectador en una aventura de identidades cambiadas, personalidades múltiples y sicopatologías programadas. El director está tan empeñado en el engaño como única arma del suspenso que termina retorciendo el guión hasta límites que atentan con asombroso descaro contra la verosimilitud. Bueno es aprovecharse de la inocencia del espectador, pero no tanto.