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EL CUARENTON

En un Festival de Cannes lleno de estrellas, Francia obtiene un triunfo después de 21 años de frustración

22 de junio de 1987

Esta vez, a diferencia del año pasado, el terrorismo no venció.
Ni las playas estuvieron desiertas de público ni los hoteles desnudos de estrellas ni los salones desocupados de periodistas. Al contrario, todo se dio para que el cuadragésimo Festival Internacional de Cine de Cannes resultara una esplendorosa celebración donde hubo desde la presencia de figuras rutilantes y ajenas al mundillo del cine (caso príncipe Carlos y su esposa Lady Di), hasta un abucheo histórico en el momento en que se proclamó la película ganadora de la Palma de Oro.
El desastre del año pasado, cuando la ola del terrorismo hizo que muchos realizadores y aficionados se quedaran frente a sus aparatos de betamax, hizo pensar si Cannes había comenzado a declinar definitivamente. Pero no. Llegó el de este año, asistido por las luces de una celebración de sus cuarenta años y desde muy pronto hoteles y restaurantes, bares y teatros del balneario se llenaron de estrellas y de un ambiente que hacía prometer grandes cosas en materia de cine.
Paul Newman (que llevaba película como director); Elizabeth Taylor y su consorte reciente, George Hamilton; los mencionados príncipes de gales; Federico Fellini (que recibió premio especial) y una nutrida galaxia de actores y actrices recientes, de directores viejos y en competencia y de directores nuevos y en observación, ocuparon puestos en los escenarios de Cannes para mirar qué hay de nuevo en cine.

21 AÑOS SIN PREMIO
Y se vio mucho cine. No solo el acostumbrado por la fuerza de la comercialización, sino que a la competencia llegaron filmes de todas partes (de Mali, de Costa de Marfil, de India, de Brasil, de Argentina), para ponerse en esa vitrina y dejarse mirar de expertos y de críticos, muchas veces implacables.
Las sorpresas aparecieron en la velada final. La primera de ellas fue "Bajo el cielo de Satán", una película francesa del director Maurice Pialat, que se ganó la Palma de Oro, en me dio de una rechifla sensacional. Nadie había dado nada por esta película cuando se presentó ante el jurado.
Nadie podía creer que merecería algún premio o aunque fuera un elogio y por eso la estupefacción del público por la decisión del jurado salió, bulliciosa, en la noche de los premios.
"Yo sé que les caigo mal; déjenme dec¿rles que ustedes también me caen mal", gritó el director Pialat, abriéndose paso a gritos en medio de la silbatina, la cual también intentó ser apaciguada por la dulce Catherine Denueve, encargada de entregar el apetecido trofeo.
Pero la sorpresa no fue solo por la adjudicación a una película nada admirada en las rondas preliminares, sino que a ella se sumaron dos más: que Francia hubiera roto su "fucú" de 21 años ldesde 1966 ninguna de sus películas había merecido el galardón) y la derrota de "Ojos negros", la película del soviético Mikita Mikalkov, considerada como la más popular del festival, que se tuvo que contentar con el premio a la mejor actuación dado a Marcello Mastroianni.
Aparte de esta película soviética que mereció tantos elogios, el público en Cannes tenía dentro de sus filmes favoritos a "La Familia", de Ettore Scola, el italiano que con una de sus últimas películas--"El Baile"--había conquistado público y premios hace un par de años. Pero tampoco pasó nada con la cinta de Scola, para mortificación de sus admiradores. En cambio, la legión de "adoradores" del cine del alemán Win Wenders, quien ganó el premio como mejor director por su trabajo en la pelicula "Las alas del deseo", que protagonizan Bruno Ganz y Peter Falk.
Los soviéticos --aparte de haber ganado en popularidad con el filme "Ojos negtos"--se llevaton la Palma a la mejor pelicula juzgada por los críticos. La cinta "Arrepentimiento", del director Tengiz Abuladze, le puso el tinte político al festival: estuvo dos años prohibida en Rusia, trata de la época staliniana y, según el acta del jurado, es "un lúcido y valiente análisis político, donde se denuncia todo tipo de totalitarismo y afirma la libertad del hombre".
Otro gol de los soviéticos fue anotado por una mujer. Nana Dzhordhadze, una nueva directora, ganó la Cámara de Oro, que se otorga a la primera pelicula de un director, por su cinta "Robinsonada". Y, para el último tanto soviético, aunque esté a medias, el jurado otorgó el premio de mejor actriz a la norteamericana Barbara Hershey, por su trabajo en Shy People, dirigida por Andrei Konchalowsky, ciudadano norteamericano nacido en la Unión Soviética.
En Colombia las expectativas del mundo del cine estaban puestas en lo que ocurriera con "Crónica de una muerte anunciada", dirigida por Francesco Rosi, bajo el argumento de la novela de García Márquez y rodada en escenarios de la Costa Atlántica. La película, que había merecido expectativas, no tuvo éxito con la crítica (ver recuadro), que prácticamente la acabó, aunque la sensación que quedaba era la de que al público raso le había gustado.
Lo que sí gustó, en síntesis, fue el Festival de Cannes en general. Su cumpleaños número 40 fue brillante, despejó las dudas sobre su importancia para la industria del cine, venció los escepticismos y volvió, con todo, por sus fueros de vitrina en donde se ven las mejores películas por venir.

CRONICA DE UN DESASTRE
La película es exactamente igual a lo que debió ser su filmación en Mompós: un grupo heterogéneo de turistas extranjeros lanzados en paracaídas sobre un pueblo de tierra caliente, esforzándose por hacerse entender por los nativos: los camareros del hotel, las negras vendedoras de fruta o de arepa de huevo, la señorita de Telecom. Anthony Delon--que en la película hace de Anthony Delon, bajo el nombre supuesto de Santiago Nasar--se expresa en un castellano rudimentario con acento francés. Pero le entienden. Lucia Bosé -que hace de Lucia Bosé, y exigió que para la película le recrearan idéntica la alcoba de su villa en Costa Smeralda, en Cerdeña, donde el Ali Khan recibe todos los veranos a grupos heterogéneos de turistas de lujo como Lucia Bosé, Anthony Delon, Ornella Muti, etcétera: una villa decorada en lo que Vogue-France llama style méditerranéen--, Lucía Bosé, digo, no olvida su matrimonio con el torero Luis Miguel Dominguín y habla un madrileño casi perfecto, apenas con un dejo romano. También le entienden. A Ornella Muti se le nota igualmente que ha vivido en Madrid. Irene Papas, en cambio, es definitivamente griega, y lanza a diestra y siniestra alaridos esquilianos, en griego clásico, como si estuviera actuando con Anthony Quinn en "Zórba el Griego". Pero el que hace menos esfuerzos por acercarse a los indigenas es Rupert Everett, un inglés que hace de gringo y se llama, en la película, Bayardo San Román, como el personaje de la novela de Garcia Márquez. Se nota que Everett preguntó en el American Express, cuando fue a comprar sus travellers checks: "¿Pero allá los nativos entienden inglés?" Y le dijeron:
"Usted compre sus travellers y no se preocupe". Y en efecto, los compró, y desembarcó en la pelicula, y en Mompós, hablando inglés y mostrando dos alforjas repletas de travellers checks, y, tal como le habían dicho, los nativos no solo le entienden perfectamente sino que le contestan en inglés--algunos de ellos, como Alain Cuny, que hace de viudo Xius, en un inglés adornado por el prestigioso acento de la Comédie Francaise. Al ver la película da la impresión (que sin duda corresponde a la realidad) de que el director, Francesco Rosi, apenas llegó al Hilton de Cartagena preguntó en su mejor castellano, para ambientarse: "¿Cómo parla la gente en questa terra de García Márquez?" Y los de Focine le presentaron a Lina Botero, que le sonrió con acento de Nueva York. Y dijo Rosi: "La contrato". Y ahi sale Lina, dándole a la pelicula color local.
Esa no es toda la "Crónica" de una muerte anunciada", claro está. Además hay paseos en canoa de motor por el río, con loros y garzas a contraluz, como en los cortos del National Geographic, y una boda siciliana, y dos carniceros costeños interpretados por dos mellizos del ballet folklórico de Coimbra, en Portugal, y en medio de la Babel de los diálogos un puñado de frases lapidarias sacadas literalmente del texto original, y se nota que reconstruyeron un Mompós más grande que el verdadero para que cupieran todos los decorados que le sobraron a Rosi de la filmación de "Carmen" en la Opera de Milán. Y sale el propio Rosi, interpretado por Gian Maria Volonté bajo el nombre de Cristo Bedoya (como el de la novela), completamente perdido en el calor del Caribe y sin saber por dónde empezar a contar la historia. Pero todo lo que hay es una lástima, y un desperdicio. Desperdicio del talento de Rosi, ese director capaz de hacer "El caso Mattei" o Salvatore Giulano; desperdicio de la belleza de Ornella Muti y de la de Mompós; desperdicio de plata: todos esos millones de dólares despilfarrados en importar al Caribe a ese crapulita de bajos fondos parisienses que es Anthony Delon y en disfrazarlo de gángster marsellés para que lo asesinen (bueno: por lo menos lo asesinan) en un falso Mompós construido en Pasacaballos. Y desperdicio, sobre todo, del prodigioso texto de Gabriel Garcia Márquez, quien haria bien en prohibir que de ahora en adelante le manosearan sus cosas para el cine.
Hay además, según se anuncia, un texto de Eligio García (ma si, il piccolo fratello) titulado "Crónica de la Crónica", que cuenta la historia de la filmacion de la pelicula. Debe ser igualito a esta crítica.+