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El día que el ‘jazz’ perdió la inocencia

Una reedición de controvertidos discos de los años 60 corrobora que el saxofonista John Coltrane fue uno de los más grandes revolucionarios del ‘jazz’.

Juan Carlos Garay
4 de diciembre de 2000

Parece mentira pero hoy todavía hay quienes recuerdan la fecha del 2 de julio de 1965 como el momento que cambió su manera de entender y escuchar música. Y no hablo sólo de críticos musicales sino, sobre todo, de desprevenidos asistentes al festival de jazz de Newport, en las afueras de Nueva York.

El programa anunciaba al saxofonista John Coltrane, y el nombre no era extraño para quienes tuvieran una mediana idea de lo que era el jazz. Pero tal vez ni los conocedores, que lo habían proclamado como uno de los músicos más avanzados de su momento, esperaban un concierto como el que brindó Coltrane. A cambio de la desparpajada alegría que solía caracterizar a esta música el jazzista ofreció una serie de piezas de extravagante longitud, tocando con una libertad que nunca antes había conocido el jazz. Se mantenía la energía, eso sí, pero el lenguaje era otro.

El compositor Bill Kirchner recuerda haber estado en un concierto por la misma época y haber notado cómo, a medida que John Coltrane iba tocando, mucha gente se iba yendo como horrorizada. No demoraron en aparecer detractores diciendo que lo que hacía Coltrane era “anti-jazz”. En realidad el interés del saxofonista era expandir las fronteras del jazz, no oponerse a él. Pero, como suele sucederle a los artistas más avanzados, hubo que esperar algún tiempo para que se le comprendiera.

Hoy, que la grabación de aquel legendario concierto acaba de ser relanzada bajo el título de New Thing at Newport, el efecto inquietante prevalece. No es un disco de audición fácil pero al menos tenemos la perspectiva histórica que valida las exploraciones del saxofonista. Era un momento de cambios para la raza negra y del mismo modo en que Martin Luther King luchaba por los derechos civiles, John Coltrane proclamaba una emancipación de todas las restricciones musicales que prevalecían entonces.

New Thing at Newport es apenas uno de una serie de títulos que fueron muy famosos en los años 60 en acetato. Hoy reaparecen en compact disc para recordarles a los oyentes (neófitos y curtidos) la manera como Coltrane le robó al jazz la inocencia y lo llevó hasta extremos de vigor, resistencia y longitud que, aún hoy, difícilmente se superan.

Otro de esos títulos es Impressions, que plasma los intereses de Coltrane por la música de la India y la manera como sus lecturas sobre el hinduismo influyeron en la suya. Luego sus lecturas lo llevaron a interesarse por el ancestro de Africa, y así fue como ideó el disco Kulu Sé Mama, en el cual incluyó una voz que entonaba cantos rituales africanos mientras él improvisaba con su saxofón.

Coltrane murió en 1967. Casi al final de sus años grabó, junto con otros 10 músicos, un álbum llamado Ascension, que es su más aguerrida declaración de independencia de todo precepto musical y armónico. Fue su particular exploración de la estética del caos y un disco que aún hoy debería venderse con una etiqueta que dijera: “Manténgase fuera del alcance de los tradicionalistas”.

No son, insisto, discos para todos los oídos. Ya la edición original de Ascension advertía que esta música difícilmente puede apreciarse o comprenderse en una primera audición. Pero la revista especializada Down Beat dijo en su momento que se trataba de “el sonido humano más poderoso que se haya grabado jamás”, y el cumplido puede extenderse a toda la obra de John Coltrane. Ahí radica la importancia de estas grabaciones; por eso es tan meritoria su actual reedición.