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En este documento Judas es el ejecutor secreto de las instrucciones de Jesús, quien lo escogió para asumir el sacrificio de ser recordado como un traidor

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El Evangelio según Judas

La primera versión en español de este controversial texto descubierto en Egipto y restaurado por la National Geographic.

Luis Fernando Afanador
22 de julio de 2006

El evangelio de Judas
Edición y comentario de Francisco García Bazán
Editorial Trotta, 2006
66 páginas

Junto con los manuscritos del mar Muerto y la Biblioteca de Nag Hammadi, El Evangelio de Judas es, sin duda, uno de los tres textos antiguos más importantes descubiertos en el último siglo. En 1978 unos campesinos egipcios lo encontraron en la localidad de El Minya; fue sacado en forma ilegal, vendido a un anticuario y después de muchas vueltas, terminó en poder de la National Geographic que lo restauró -el códice se encontraba muy deteriorado- y lo presentó al mundo en su sede de Washington, el 6 de abril de 2006.

El Evangelio de Judas es un texto críptico y de difícil lectura que pertenece a la tradición gnóstica y hace parte de los Evangelios apócrifos. Los gnósticos, una escuela esotérica cristiana que existió entre los siglos I y VI y que se apartaban de la doctrina oficial del episcopado romano, consideraban -en sus diversas corrientes- que por encima de Dios existía otra divinidad realmente sabia y amorosa cuya justicia superaba al autor de la creación. Para ellos, había dos dioses y, en consecuencia, el designio divino era doble: el de la divinidad inferior -manifiesto, pasajero e irreal- y el de la divinidad superior -oculto, sólido y real-al que sólo podía acceder el gnóstico, es decir, "el que conoce". La divinidad inferior, resultado de una caída precosmogónica acaecida a la Plenitud, explicaría el origen del mal.

En este Evangelio, Judas Iscariote tiene un papel protagónico y totalmente distinto al de vil traidor que se conoce en la versión de los Evangelios canónicos. Desde luego, se trata de una reivindicación exaltada de su figura. El escrito recoge una conversación que Jesús mantuvo con Judas durante ocho días, "los anteriores tres días a la celebración de la Pascua". Allí, Judas, el único discípulo que conoce la identidad verdadera de Jesús, no lo traiciona, al contrario, hace lo que él le pide en cumplimiento de un acuerdo previo: "Pero tú los superarás a ellos todos, porque sacrificarás al hombre que me reviste". Cristo es un enviado de la Plenitud y por eso su cuerpo tiene una naturaleza ilusoria; Judas, entonces, se convierte en el agente de su liberación; cumple la misión gnóstica trascendente de poner en marcha "la liberación de los espirituales". Dice Francisco García Bazán en su imprescindible introducción: "El villano traidor de la tradición canónico-apostólica y apócrifa -en oposición a Pedro-pasa a ser siervo sufriente; la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular".

La primera información que se tuvo del Evangelio de Judas fue en el libro Contra los herejes, escrito por Ireneo, obispo de Lyon, hacia el año 178. Posteriormente, hay referencias en Prescripciones de los herejes de Pseudo Tertuliano -publicado un siglo después- y en Panarion, escrito por Epifanio de Salamina en 375. Vagas noticias que dieron lugar a especulaciones teológicas y literarias. Por cierto, Jorge Luis Borges escribió al respecto un relato inquietante, Tres versiones de Judas, en donde afirmaba: "Judas, único entre los apóstoles, intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesús. El Verbo se había rebajado a mortal, Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator".

Pero ahora que el Evangelio ha dejado de ser una referencia erudita y tenemos a disposición el texto completo, ¿qué sucederá? ¿Habrá una revolución profunda en el dogma de la Iglesia? Para Craig Evans, experto en Evangelios del Acadia Divintiy College, sólo se trata de una ficción escrita por grupos gnósticos para apoyar un sistema de creencias sin fundamentos. Para García Bazán, las almas simples, formadas por siglos de exégesis sin fisuras, a estas alturas del siglo XXI difícilmente estén preparadas para golpes mentales tan bruscos. Lo cierto es que, más allá de la inevitable discusión, este hallazgo revela la complejidad y la diversidad del cristianismo en sus oscuros comienzos.