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EL EXTERMINADOR

El video amenaza con provocar una huelga jamás soñada: la de directores de cine.

25 de mayo de 1987

Si las conversaciones iniciadas el pasado jueves 23 entre representantes de los productores de Hollywood y la asociación que reúne a 105 directores de películas no alcanzan un resultado positivo, es posible que a partir del próximo 30 de junio y como en una escena tomada de una novela de Natanael West, los grandes estudios se paralicen, las cámaras se silencien, los reflectores se apaguen y miles y miles de artistas, técnicos y empleados se queden con los brazos cruzados después de sobrevivir a una temporada que ha sido tensa y angustiosa.
La verdad es que uno no puede imaginarse a directores como Spielberg, Altman, Scorsese, Coppola o Redford encabezando piquetes con pancartas a la puerta de los estudios o repartiendo volantes en los buses y esquinas o arengando grupos de huelguistas que comparten su oficio. Pero las relaciones financieras entre los realizadores y los grandes estudios na han sido fáciles.
La raíz del conflicto está en el video. Sí, en esos casetes que el lector alquila los fines de semana. Para ser más exactos, la amenaza de paro por parte de los directores proviene de su exigencia de un aumento en los porcentajes que recibe cada uno sobre la venta de videocasetes de las películas realizadas por ellos.
Actualmente solo una entre veinte películas norteamericanas recupera su inversión proyectándose en los teatros. El gran negocio para Hollywood está en el video, tanto en los casetes como en la televisión por cable. Mientras en 1976 el recaudo por derechos de exhibición en los cines alcanzó 1.670 millones de dólares, la venta de casetes llegó a una suma monstruosa, 2.160 millones de dólares.
Por eso se presenta el caso curiosa de películas que se han salvado de una quiebra gracias a la venta de los videos. Plenty, por ejemplo, esa extraña historia de la guerra con Merly Streep, le representó a la Fox menos de 3 millones en los teatros mientras eran vendidos 87 mil videocasetes para una ganancia de 4.5 millones de dólares. Por supuesto los grandes éxitos en los teatros también lo son en videocasetes: Top Gun, recientemente exhibida en Colombia durante varias semanas, ha impuesto una nueva marca al vender tres millones de casetes para una ganancia de 45 millones de dólares para el estudio Paramount. Otra película realizada con escaso presupuesto, "Cuenta Conmigo", basada en una novela de Stephen King, ha vendido hasta el momento 200 mil casetes a 90 dólares cada uno, con una ganancia de 11 millones para la Columbia.
En medio de esta euforia por el éxito del video doméstico, los grandes estudios y productores (encabezados por Columbia, Universal, Paramount, Fox, Metro-Artistas Unidos, Warner, Disney, MTM, Aaron Spelling, CBS, NBC, ABC y otros), tienen la tesis de que estos beneficios con los videocasetes y la televisión por cable vienen a subsanar y reemplazar el fracaso de la mayoría de las películas en los teatros y por lo tanto no se justifica un reajuste en el porcentaje que recibe el director cuando su película se vende en esas condiciones.
Este 30 de junio se vence el contrato firmado tres años atrás y en el cual se estipula que el director recibe uno y medio por ciento sobre el primer millón de ganancia recibido por el productor de la película y 1.8 por ciento sobre cada millón subsiguiente. Ahora, cuando la película se pasa en un circuito privado (diferente al cable), ese que funciona en hoteles y otros establecimientos, el director recibe 1.2 por ciento de los beneficios del productor.
Esa es la situación con los directores. Ahora,los guionistas quienes tienen su asociación por aparte, firmaron en 1985 un contrato por el cual reciben los mismos porcentajes de los directores. Pero, con los actores la situación es diferente: reciben 4.5 por ciento sobre el primer millón de ganancias del productor (en las ventas de video), y 5.4 por ciento sobre cada millón subsiguiente. Durante el verano pasado los actores casi se van a la huelga porque insistían en un mayor porcentaje sobre los beneficios obtenidos de los circuitos privados.
Los directores, por supuesto, después de recibir durante tres años los actuales porcentajes quieren incrementarlos y los productores están decididos a resistir porque, dicen, los costos han aumentado demasiado y una película promedio que se hace en Hollywood con 18 millones de dólares, necesita 7 millones adicionales para gastos de mercadeo y publicidad.
Los voceros principales en esta prueba de fuerzas son Nicholas Counter, presidente de la Alliance of Motion Picture and Television Producers, quien afirma que "el punto básico en estas negociaciones es reducir los costos", y Gilbert Cates, presidente de la asociación que reúne a 8 mil directores, quien a su vez declara que "no hemos hablado de huelga, tenemos el mejor propósito pero sabemos que ellos quieren hacer reducciones".
La posibilidad de un paro de directores, de graves consecuencias para Hollywood, mantiene a la industria en un auténtico estado de histeria, tratando de finalizar pronto las películas iniciadas, contratando actores y técnicos que en otras circunstancias no hubieran conseguido trabajo y presionando a los directores para que finalicen antes del día fatal, el 30 de junio, por si acaso las conversaciones actuales fracasan.