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El profesor Elliot Moore (Mark Wahlberg) lidera un grupo de amigos que escapa a una extraña venganza de la naturaleza

El fin de los tiempos

El director que fue llamado alguna vez "el nuevo Spielberg" parece haberse perdido dentro de sus propias ambiciones.

28 de junio de 2008

Título original: The Happening. Año de estreno: 2008.
Género: Terror.
Guión y Dirección: M. Night Shyamalan.
Actores: Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo, Ashlyn Sanchez, Betty Buckley.

Quiera Dios que un día M. Night Shyamalan vuelva a ser el brillante director de El sexto sentido. Yo creo que lo es. Pero que, en su empeño de crear relatos plagados de imágenes icónicas que estén a la altura de las de aquella película de terror en la que un niño indefenso era asaltado por los muertos, ha olvidado que ninguno de sus tres modelos, ni Walt Disney ni Alfred Hitchcock ni Steven Spielberg, los tres más grandes creadores de mitos que ha dado el cine, pensaron que podían hacerlo todo sin ayuda. Shyamalan no es, como se creyó en un primer momento, un buen guionista. Y la flojísima El fin de los tiempos, que por cada idea brillante se deja llevar por 10 ideas mediocres, lleva a pensar que una solución a su revés de fortuna podría ser la de dejar a un lado, por un tiempo, sus pretensiones de autor.

Shyamalan ha ido de género en género, jugó a los superhéroes en El protegido (2000), a las invasiones extraterrestres en Señales (2002), a las dimensiones desconocidas en La aldea (2004) y a los libros de niños en La dama del agua (2006), desde cuando el éxito de El sexto sentido llevó a la revista Newsweek a llamarlo "el nuevo Spielberg". Su obra se ha vuelto, si se revisa con cuidado, una suma de parábolas que no dejan nada a fuerza de tomarse demasiado en serio a sí mismas. El fin de los tiempos no es la excepción: ni el buen elenco que ha reunido, ni esos personajes que escapan a la venganza de la naturaleza, ni los asomos de divertida película de desastres (el género del que ha partido esta vez para lanzar sus reflexiones) la salvan de la intrascendencia.