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Además de tomar fotos, Sheik escribe las historias que narran sus retratados y las convierte en parte fundamental de la exposición

EXPOSICIÓN

El fotógrafo de la dignidad

Las imágenes de Fazal Sheik en Bogotá muestran que la pobreza económica no equivale a la pobreza del espíritu.

13 de febrero de 2010

No hay imágenes de niños con moscas en la cara, mujeres llorando, ancianos con aire de desesperanza ni bebés barrigones con el vientre lleno de gusanos. Sin embargo, es imposible no sentir el impacto que logra Fazal Sheik con sus fotografías de refugiados, viudas, huérfanos, combatientes y mujeres maltratadas.

En la exposición de este artista estadounidense que trae la Fundación Mapfre a la Casa de Moneda en Bogotá -y que estará hasta el 28 marzo- queda claro que sí se puede mostrar la vida de quien sufre y conmover al espectador sin necesidad de caer en el morbo. Nacido en Nueva York en 1965, Sheik tiene su árbol genealógico con raíces en tres continentes: su abuelo es de Pakistán; su padre, de Kenia, y su madre, estadounidense. Como fotógrafo principiante, a mediados de los años 80 empezó a trabajar en una serie de autorretratos, pero un viaje por África en 1987 le causó tal impacto, que dejó de apuntar su lente hacia sí mismo y empezó a dirigirlo hacia los otros.

Quizá para definir la obra de Sheik sea mejor decir lo que no es. No es un trabajo de reportería gráfica que muestra los hechos mientras suceden. La suya es más una labor de documentalista y de crónica. Para mostrar los casos más calientes, Sheik trabaja lentamente. Habla y convive por mucho tiempo con la gente que retrata. Y así, hablando y poniendo atención, logra que las personas le cuenten sus vidas, por duras que estas sean.

No siempre una imagen vale más que mil palabras y los textos de Sheik son un complemento muy necesario para conocer toda la historia de las personas, además de su visión del mundo. Así, en su serie 'Simpatía', tomada en Brasil en 2001, los textos resumen el pensamiento de los campesinos del parque nacional Grande Sertão Veredas, que incluye máximas de sabiduría diaria ("si quieres que el trabajo termine pronto, empiézalo ese día") y consejos esotéricos ("romper un espejo es un signo de problemas de dinero, así que cuando rompas un espejo, busca a santa Bárbara, que es la patrona del dinero, y haz una obra de caridad en su nombre"). En las fotos de Sheik, la pobreza no es sinónimo de miseria.

Excepto en algunos casos, todas sus fotografías llevan por título el nombre y los apellidos de las personas que allí aparecen. Los relatos cuentan, por ejemplo, la historia de una mujer somalí que después de sobrevivir a toda clase de horrores en Somalia, logra escapar con su hija a los Países Bajos y se ve forzada a dejar a su esposo y a dos hijas. Con ellas se reúne después de varios años. Su esposo sigue desaparecido. Ahí está también la serie sobre Afganistán donde la brutalidad de la invasión soviética fue reemplazada por el extremismo talibán, donde los liberadores terminaron por convertirse en opresores. De Afganistán, Sheik trajo un álbum que un fotógrafo de barrio le dio con imágenes sencillas de gente que posaba para retratos, pues prefería que estuviera afuera del país a que su trabajo enmoheciera, escondido de los talibanes cuando estaban en el poder y prohibieron las fotos y el cine. En India recibió fotos que le entregaron familias de mujeres maltradas. Así, aunque esté muy lejos de ser un justiciero, las imágenes de Fazal Sheik terminan por ser la imagen de los que no tienen dónde mostrarse.