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EL GANCHO DE LA MUSICA

Los discos de películas, un negocio que sirve de promoción a las cintas

20 de febrero de 1984

No ha pasado mucho tiempo desde la noche del 6 de octubre de 1927, en que se proyectó por primera vez "El cantor de Jazz" de Alan Crossland, dando origen así para algunos, de lo que fue el "musical americano". Este género que consistía básicamene en películas cantadas y bailadas, atrajo la atención de varios realizadores como King Vidor, Bubby Berkeley y Vicente Minelli por las mismas posibilidades artísticas y comerciales que planteaba el musical, y lógicamente, la de varios cantantes y danzarines que sabían que a través del cine alcanzarían la fama. Fueron muchos los revendedores de boletas que construyeron un futuro con las películas en donde salía Fred Astaire, Gene Kelly, Stanley Donen, Ginger Rogers y Judy Garland. Incluso con las que marcarían el final de este género, entre mediados de los años 50 y principios de los 60. Gentlemen Prefer Blondes con Marilyn Monroe, la primera versión de A Star is Born, West Side Story y My Fair Lady.
Pero el musical además, trajo consigo toda una industria paralela a la cinematográfica: el gran negocio de las bandas sonoras para películas, que hoy en día tienen su discutible reconocimiento en lo que todos conocemos como el Oscar al mejor tema musical. Y es posible que gracias al florecimiento de la industria discográfica, esta modalidad del cine se haya preservado en películas del corte de "Cabaret, New York New York, Hair, "Jesucristo Superestrella", All that Jazz, "Fama" y el pretexto de esta introducción Flashdance. Sin embargo, lo más importante es diferenciar entre un buen tratamiento musical en una película, y una película, que lo único que se propone es promocionar cantantes y bailarines a costa, entre otros, del trillado tema de las discotecas y los romances entre jóvenes parejas. Dentro de esta terrible modalidad podemos citar "Fiebre de sábado en la noche", "Xanadu" (Olivia Newton-John y Electric Light Orchestra), Car Wash, "Gracias a Dios es viernes", I Can't Stop The Music (Village People), Staying Alive, Crease I, II y "Dios nos bendiga", Grease III. Por el contrario, debemos remarcar los buenos trabajos realizados en películas como A Hard Day's Night y Help de Richard Lester y con participación de Los Beatles, algunas pocas, muy pocas de Elvis, Oh Lucky Man en donde incluso aparece Alan Price compositor de la banda sonora, "El restaurante de Alicia" con música y papel estelar de Arlo Guthrie, y valga decir casi todas las películas en las que grupos como The Who, Pink Floyd, el músico y actor David Bowie han metido la mano.
De este último apreciamos The man who felt to earth, y más recientemente Cat People y la bellísima Cristina F. Pink Floyd más conocido por The Wall, lo ha hecho mejor en Obscured by Clouds, música de la película La Vallée, lo mismo en More en Zabriskie Point de Antonioni. El grupo The Who por su parte realizó la primera ópera-rock Tommy, más tarde llevada al cine y Roger Daltrey, repitió al lado de Ken Russell en "Liztomanía". A tal grado ha llegado la vinculación de este grupo con el cine que han creado The Who Films para así producir Quadrophenia, The Kids are All right y Mac. Vicar. Y existen por igual películas que han logrado un buen tratamiento al introducir la música como trasfondo sociológico, o como ambientación de una época. La era hippie de "Busco mi destino" con Dennis Hooper y Peter Fonda, y el comienzo de los agitados años 60 en "Los hermanos Caradura" o en la rocanrolera American Craffiti de George Lucas. No es de extrañar entonces que compañías como la Fox, la M.G.M., y la Warner Brothers tengan sus propios sellos de grabación. Y tampoco para sorprenderse es que gracias a este lucrativo negocio de discos de películas, muchos productores hayan optado por la fórmula de que una canción promocione sus cintas.
Las de James Bond ya tienen una tradición: Live and let die (Paul Mc Cartney ) "La espía que me amó" (Carly Simon), For your eyes only (Sheena Easton), y Octopussy (Rita Coolidge). "El graduado" lo hizo con un tema de Simon y Garfunkel. "Ben, la rata asesina", con uno de Michael Jackson, y así lo hicieron también Sunshine on my shoulders (John Denver), "Rocky III" (The eye of the tiger), Endless Love (Diana Ross y Lionel Richie), Flash Gordon (Queen), "Doña Flor y sus dos maridos" (¿Oh qué será?) y una lista interminable dentro de la relación película-banda sonora que ha llegado a casos extremos como el de "Victoria final" en donde Pelé bota un pénal como compositor.
Flashdance no es un caso extremo. Es apenas un nuevo modelo de la línea de prefabricados Hollywood, diseñado para reventar taquillas. Todo el mundo ya vio la película, todos tienen el disco, muchos sueñan con ser Jennifer Beals o por lo menos usar ropa Flashdance. Sin embargo, no sobra anotar que la banda sonora de esta película, estará en menos de un año en el lugar que en verdad le corresponde. Es decir, al lado del álbum de Saturday Night Fever de los Bee Gees, olvidada por sólo 195 pesos en algún almacén de discos.