Home

Cultura

Artículo

Don Draper, protagonista de la serie ‘Mad Men’, es interpretado por Jon Ham.

LIBROS

El humo ciega tus ojos

Una guía completa sobre 'Mad Men', la serie de televisión de culto que inicia su quinta temporada.

Luis Fernando Afanador
18 de febrero de 2012

Varios autores
Guía de Mad Men
Capitán Swing, 2010
412 páginas

Mad Men provoca el comentario. Porque es una serie que nos atrae y a la vez nos repele. El glamour, la fotografía, los detalles. Y ese ambiente tan machista y frívolo, donde se fuma y se bebe como nunca antes habíamos visto. ¿Cuál es el encanto? Tal vez que nos muestran un mundo y unos personajes que no se dejan definir del todo. ¿Quién es Don Draper? Es algo más -seguro- que el creativo de Sterling Cooper, una agencia de publicidad de la Avenida Madison de Nueva York, a comienzos de la década los sesenta. No obstante algunas informaciones claves de su pasado -en la Segunda Guerra tomó la identidad de un soldado muerto- sigue siendo un hombre inasible, inescrutable, aun cuando la cámara lo acecha con primerísimos planos. ¿Quién es Betty Draper, su esposa? ¿Qué hay detrás de su belleza fría que recuerda a Grace Kelly? Los silencios y los subtextos enganchan a los espectadores de esta serie de AMC que luego de una larga interrupción volverá en su quinta temporada en marzo de 2012.

Mad Men da para varios libros y largas discusiones, pero por ahora, mientras se reanuda la serie, nos contentamos con este, una traducción de Kings of Madison Avenue, de Jesse McLean, que incluye nuevos ensayos de autores españoles y fue editado por Capitán Swing, una de las tantas editoriales pequeñas e independientes que están llegando a nuestro país con propuestas interesantes. Mad Men, Reyes de la Avenida Madison, la versión en español, además de los ensayos y las presentaciones de los catedráticos de la Comunicación de universidades españolas, contiene, como la norteamericana, una introducción de Jesse McClean, biografías de los actores, análisis de las dos primeras temporadas, datos sobre la época, los lugares que aparecen en la serie y, ni más faltaba, las recetas de los cocteles que beben los personajes.

La serie comienza con la contienda por la Presidencia entre Kennedy y Nixon, este último, el candidato cuya campaña ha contratado los servicios de Sterling Cooper. Una época no tan lejana con la cual, sin embargo, parece existir un abismo: el de lo políticamente correcto. ¿El gran éxito de la serie no querrá decir acaso que imaginariamente no ha muerto todo lo que allí se celebra? De cualquier manera, en los sesenta se estaba gestando lo que hoy somos y el libro nos trae muy buenas referencias que ayudan bastante en la reconstrucción del contexto. Una es el libro de Helen Gurley Brown, Sex and the Single Girl, publicado en 1962 y cuyo argumento central es que una mujer bien podía tener lo que quisiera "en la oficina y en el dormitorio". Una teoría revolucionaria en su momento y que explica muy bien el comportamiento de otras dos protagonistas principales, Peggy Olson y Joan Holloway. Es que las conversaciones de Sterling Cooper eran de este calibre: "-Don Draper: Dime una cosa: ¿qué quieren las mujeres? -Roger Sterling: ¿Y a quién le importa?". La otra referencia clave es la obra literaria de John Cheever, el escritor de los suburbios que precisamente vivía en Ossining, el suburbio de Don Draper. Dice Iñaki Martínez de Albeniz: "Para poder escribir, Cheever, como Draper, adoptó en su vida la estrategia de mimetizar las pautas de actuación de la clase media".

Para el profesor Martínez de Albeniz, el éxito de la serie consiste en el perfecto paralelismo entre la estructura de la historia -a una agencia de publicidad no le importa lo que seas, sino lo que vendas- y el personaje que es la infructuosa búsqueda de una identidad: "Don Draper hace pasar su vida por lo que no es y es así como vida y profesión se con (funden)". Y también da en el blanco cuando explica la tipología de los espectadores de la serie, que no son tantos -apenas 2 millones- a pesar de sus numerosos Grammy y Globos de oro: "Mad Men es, junto a otra series de culto, un producto que marca un estilo: el de aquellos que no gustándoles la televisión han encontrado un pretexto para verla. Si de algo huyen los espectadores de Mad Men es del arquetipo de televidentes. Se saben público de teleseries inteligentes (que no es lo mismo que un público inteligente de teleseries)".