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EL INGLES QUE SUBIO UNA COLINA PERO BAJO DE UNA MONTAÑA

A pesar de un Hugh Grant reiterativo, una buena historia sobre la solidaridad y los valores humanos.

7 de octubre de 1996

Director: Christopher Monger
Protagonistas: Hugh Grant, Tara Fitzgerald, Kenneth Griffith, Colm Meany, Ian McNeice.
Aunque extractada de la más vernácula mitología galesa, la historia del inglés que subió una colina pero bajó de una montaña podría haber sucedido perfectamente en Colombia. De hecho, guardadas las proporciones su argumento tiene ciertas semejanzas con La estrategia del caracol, de Sergio Cabrera. La película está basada en la historia autobiográfica de la infancia del director, Christopher Monger, quien luego de escribirla en forma de novela, decidió llevarla a la pantalla gigante. En la época de la Gran Guerra, un cartógrafo inglés, acompañado de su ayudante, llega a un pequeño pueblo de Gales y descubre de pronto que la montaña Ffynnon Garw, orgullo de la región, es en realidad una colina. Alarmados por el riesgo de no aparecer en los mapas oficiales, sus habitantes preparan toda clase de tretas para que la colina sea por fin una montaña. Detrás de este argumento se esconde la vida cotidiana de un pueblo que ha sufrido a su medida los estragos de la guerra, que ha sobrevivido a pesar de su anonimato, de ser acaso una mancha cartográfica en un mapa que se niega a reconocerlo. El inglés, protagonizado por Hugh Grant, es de alguna forma el invitado de honor en el descubrimiento de esta particular comarca que, en sus defectos y virtudes, ha logrado sentar las bases de la solidaridad universal. Lejos de deshacerse de las manías cómicas que lo hicieron famoso, Hugh Grant tiende a repetirse. Su personaje -tartamudo, nervioso, tímido y falto de decisión- podría ser el mismo de Cuatro matrimonios y un entierro, o incluso el de Nueve meses. Pero aún así, la película posee su propio vigor en la fuerza de los otros personajes, los reales, los habitantes de ese pueblo ignoto pero orgulloso de su propia historia.