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EL JUEGO DEL AMOR

Amor, sensualidad y béisbol en "La bella y el campeón".

26 de junio de 1989

A pesar de las apariencias, la película norteamericana "La bella y el campeón" (" Bull Durham" es su titulo original), no es una divertida crónica sobre jugadores de béisbol en las ligas menores y en ciudades perdidas. Tampoco una muestra de la velocidad de los lanzadores y la fuerza de los bateadores y la austucia de sus corredores. Es más que eso: rastrea las relaciones escabrosas y significativas que siempre han existido y siguen existiendo entre las mujeres, el amor, el sexo y el deporte. En este caso, lo que ocurre cuando la protagonista, Annie Savoy (interpretada con lujuria y ganas por la sensual Susan Sarandon, la misma descocada de "Las brujas de Eastwick"), al iniciar la temporada del equipo comienza a identificar los machos que serán objeto de sus caricias y cuidados, siempre y cuando alcancen un puntaje notable en el campo de juego.
La relación que Annie establece con sus amantes no es simplemente sexual. Los alimenta, los educa leyéndoles sus poetas favoritos (Whitman y Dickinson), los viste y los desviste, les enseña maneras y hasta los contagia de sus manias supersticiosas para desempeñarse mejor en el campo de juego.
Esta vez las atenciones de la mujer están enfocadas en dos nuevos jugadores: Ebby Calvin LaLoosh, quien atraviesa una mala racha como lanzador; y Crash Davis, un excelente receptor que lleva 12 años en la liga triple A y ahora quiere pasar sus últimos años activos en un equipo pequeño, sin mayores problemas. Pero éstos comienzan cuando Annie lo escoge y Crash (interpretado con humor por Kevin Costner, un excelente actor a quien ya habíamos visto en "Los intocables" y "Sin salida"), se siente atrapado y piensa que puede seguir su carrera sin ayuda de la amante, porque por encima de todo estan sus sueños y sus fantasías, los mismos que quiere compartir con el otro jugador de quien se convierte en su protector, a pesar de la rivalidad que la mujer busca establecer entre ambos.
El personaje de Crash es vulnerable, se siente al final de esos sueños sabe que difícilmente podrá ser promocionado a las ligas mayores, por su edad y su bajo rendimiento, y esta permanencia en una ciudad pequeña como Durham le sirve no sólo para sobrevivir y jugar unos meses más, le sirve para conocer mejor al ser humano, de quien se siente un observador permanente.
Así, las relaciones de la mujer con los dos jugadores, unas relaciones que son mágicas y sensuales hasta sus últimas consecuencias (las escenas de Costner y Sarandon en la cocina de la casa, apenas vestidos con sus batas, excitados, bebiendo cerveza y tumbándolo todo, son sensacionales y frescas), van sirviendo para comprender mejor los lazos que atan un juego tan especial y hermoso como el béisbol con ese otro deporte del sexo. Y ambas actividades son desarrolladas por ambos jugadores apoyados en el cuerpo tibio y abierto de esta pelirroja que es sofisticada y no conoce las inhibiciones, que es considerada loca por algunos y adorada por otros, y que llega a contagiar al espectador con sus fantasías, las fantasias sexuales y beisbolísticas.