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EL LADO OSCURO DE LA HISTORIA

En la serie 'Relatos históricos', por primera vez, llegan a las pantallas colombianas los rostros anónimos del pasado sacados de los archivos judiciales del siglo XVIII.

13 de febrero de 1995

GRACIAS A LAS anotaciones de manos anónimas de miles de escribanos judiciales el tiempo se ha detenido en crímenes pasionales, injusticias sin nombre, amores ilícitos, submundos alucinantes, caras de poco abolengo y callecitas de pueblos perdidos que de otra manera hubieran sido devorados por el olvido.
En estos archivos judiciales -como dice el historiador Pablo Rodríguez- "se puede acceder a la historia por la puerta de atrás para sorprenderla en carne viva", sin cédulas reales ni documentos almidonados.
Basta meter la mano en el arrume polvoriento de papeles del Archivo Nacional para descubrir riquísimas historias que hablan de Colombia vista desde abajo por aquellos que no manejaron el poder, pero fueron definitivos en el curso de los acontecimientos: la crónica del pasado depende de la perspectiva.
Se puede tomarla de los grandes hechos, las fanfarrias, los generales imponentes de varios soles y apellidos ilustres, los fastuosos monumentos y las contiendas definitivas. Pero no es menos importante la memoria del carpintero, del sirviente, del esclavo, de la supuesta bruja y, en general, la de las pequeñas cosas, los amores frustrados, las vajillas delicadas o los rústicos platos de barro en los que la vida cotidiana y sin medallas fue posible en un momento dado.
La televisión colombiana hasta el momento sólo ha realizado incursiones balbuceantes en el primer género: Revivamos nuestra historia fue uno de los intentos más claros de visualizar el pasado nacional. Pero, a pesar de la minuciosa investigación teórica, la puesta en escena fue bastante discreta. El desarrollo dramático tampoco logró convencer a los colombianos con sus eternos diálogos recitados alrededor de escritorios polvorientos. En los dramatizados de época tampoco ha habido tradición en la pulcritud visual y muchos televidentes se han sorprendido al reconocer vestidos, mesas y muebles pasar de un seriado a otro sin respetar siglos, clases sociales o ciudades.
Crónicas de una generación trágica, producida por Audiovisuales, bajo la dirección de Jorge Alí Triana, fue un poco más allá en la elaboración de atmósferas y detalles. Pero, sin embargo, seguía anclado en la grandilocuencia del pasado, entendida como una sucesión de batallas ganadas por pomposos y distantes patriotas.

LOS COLORES DEL PASADO
Este año la misma programadora busca un camino distinto en su nueva realización, Relatos históricos, tanto a nivel teórico como visual. Se trata de seis capítulos desarrollados en el siglo XVIII, donde no aparece ningún héroe patilludo y se prescinde de las espadas de latón.
Una de las características más interesantes de la serie es que sus argumentos se basan en los archivos judiciales, en los cuales quedó consignada la otra voz de ese siglo: la de sus submundos, sus crímenes pequeños, sus pasiones secretas, su sexo desconocido, sus creencias viscerales.
Buscar ese lado ilícito del pasado no es un simple capricho. Es toda una propuesta, estructurada por escuelas tan importantes como las francesas de los Anales o las Mentalidades, en la que apenas recientemente han comenzado a trabajar en Colombia investigadores como Germán Colmenares y Pablo Rodríguez, entre otros. Ahora esta visión refrescante pasará a la pantalla chica gracias al trabajo coordinado de Gabriel García Márquez con los historiadores María Teresa Calderón, Margarita Garrido, Gilma Ríos y Pablo Rodríguez.
Ellos realizaron la investigación en los archivos para escoger los seis documentos que entregaron a los libretistas Humberto Dorado, Juana Uribe y Ramón Jimeno. Así saldrá a la luz el enfrentamiento de culturas en la lucha de la chicha indígena con el aguardiente español (batalla que finalmente ganaría la cerveza, concluye Dorado), el gamonalismo, el drama de los amores entre blancos y negros y su secuela de bastardismo, la brujería y los palenques.
La dirección artística, a cargo de Rosario Lozano, se ha preocupado por recuperar visualmente el color de la arquitectura que en el siglo XVIII no correspondía a la estética 'guatavitesca' de pueblos blancos. También se recrean las texturas burdas de los vestidos, se recuperan los gestos, los juegos y la particular etiqueta de esta época.
Las filmaciones (realizadas en 16 mm) comenzaron el año pasado en Barichara y Cabrera (Santander) y las emisiones empezarán a mediados del año. Falta ver los progresos en las atmósferas y detalles, pero en todo caso es un interesante inicio en la investigación de la imagen, bajo la dirección de directores tan importantes como Jorge Alí Triana, Patricia Restrepo y Luis Alberto Restrepo.