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El lector tiene la palabra

La Feria Internacional del Libro de Bogotá, que comienza esta semana, será un gran escenario para confrontar las nuevas generaciones de escritores colombianos que ahora dominan las librerías del país.

22 de abril de 2002

Cuando Mario Mendoza recibió el premio Seix Barral, Almudena Grande, una escritora española muy conocida, dijo que cada vez se convencía más de que el país que mejor literatura estaba haciendo en estos momentos era Colombia. Yo estuve la semana pasada en Madrid, tras una invitación a una lectura de un texto, y me hicieron el mismo comentario. Hay un interés por la cantidad de autores y porque los estilos sean diferentes unos de otros”, comenta el escritor Santiago Gamboa sobre el gran auge que se viene dando de autores colombianos en los últimos años y en el cual él también se ha destacado.

Es un fenómeno evidente. Las editoriales han estado más abiertas a recibir las propuestas de los jóvenes escritores y de allí que nuevos nombres se estén agolpando en las estanterías de las principales librerías del país. “Está cogiendo mucho auge este nuevo tipo de literatura desprendida, por un lado del ‘boom’ latinoamericano de Cortázar y Fuentes, y por otro del ‘realismo mágico’ del que tanto se ha hablado en Colombia. Ellos se están lanzando hacia una nueva problemática que implica más a las ciudades”, opina Felipe Ossa, gerente de la Librería Nacional.

Nombres como Héctor Abad Facciolince, Jorge Franco, Hugo Chaparro, Enrique Serrano, Mario Mendoza, Oscar Godoy, Andrés Rivera, Fernando Quiroz, Mario Mendoza, Juan Carlos Botero, Santiago Gamboa, entre otros escritores que rondan los 40 años, han publicado sus libros en los últimos meses con gran acogida de los lectores. Detrás de ellos han surgido autores que apenas alcanzan los 30 años y que ya tienen dos o hasta tres obras escritas. Son los casos de Juan Gabriel Vásquez o de Ricardo Silva y el de Antonio García, quien ya prepara su segunda novela después de publicar Su casa es mi casa.

“De escritores nos llegan muchos manuscritos. Yo creo que escribir una novela se ha puesto de moda, mucha gente quiere escribir su propia novela y nosotros como editorial hemos mantenido las puertas abiertas a estas propuestas. Nos interesa mucho. Esto es como en el fútbol: hay que creer en la renovación y en que hay segundas y terceras divisiones”, comenta Leonel Giraldo, de Editorial Planeta, y quien estuvo al frente de la compilación de relatos eróticos Aaaaaahhh…!, escritos por sólo autores jóvenes.

¿Pero tienen todas estas nuevas obras algo en común? ¿Tienen estos autores las mismas inquietudes? ¿Hay algo que los una además de su preocupación por la escritura? Para Luz Mary Giraldo, quien escribió el prólogo de la antología Cuentos caníbales de escritores jóvenes que se lanzará en la Feria, sí hay varios elementos en común.

Según ella hay un interés evidente por los temas marginales, lo policíaco, lo sucio, con todo lo relacionado con el periodismo truculento. Los atraen temas como el narcotráfico, la violencia, lo estridente, los detectives. “Hay que pensar en este sentido en novelas como ‘Satanás’ de Mendoza, ‘Erase una vez el amor pero tuve que matarlo’ de Efraim Medina, ‘Rosario Tijeras’ de Jorge Franco o ‘La lectora’ de Sergio Alvarez. Todos ellos son de una generación que ha visto ‘Pulp fiction’, ‘Asesinos por naturaleza’, ‘Belleza americana’ y sus referencias son muchas veces cinematográficas”, dice Giraldo.

Antonio García también piensa que hay elementos en común. “Yo creo que sí hay cosas que nos unen como la violencia, lo que está ahí como la música, lo popular. Por ejemplo, si uno lee con detenimiento a Mendoza hay una cita de una canción de Mecano, o cosas por el estilo. Yo pienso en que también nos parecemos en la medida en que lo que más nos interesa es contar historias y no hacer tantas reflexiones a lo ‘Kundera’. Es eso. Tampoco se puede esperar de nosotros una novela como ‘La tejedora de coronas’ porque nuestras pretensiones son diferentes”, dice.

Para Ricardo Silva no son tan evidentes los elementos comunes entre ellos: “Creo que mi generación escribe lo que quiere. Nada más. Algunos le apuntan a una literatura documental, otros a la diversión absoluta y los demás a jugar a fondo con el oficio. No hay, creo, un grupo que se siente a discutir ni nada por el estilo: son propuestas que pueden agruparse porque, afortunadamente, ninguna se parece a la otra. Yo me exploro a mí mismo: esa es mi propuesta”. Algo similar opina Leonel Giraldo: “Tal vez eso es lo bueno de estos jóvenes, que no tienen muchas cosas en común”.



Mano dura

Para el crítico David Jiménez uno de los graves problemas para esta nueva generación es la falta de crítica y de personas que realmente los pongan en su lugar. “Esta generación ha surgido en la opinión de publicistas del periodismo. Sean buenos, regulares o malos escritores, nadie los ha puesto en su lugar. Pero no es culpa de ellos. Los medios son los que les han hecho publicidad a sus libros pero nadie se ha atrevido a cuestionarlos. Aún así y aunque yo tenga mi opinión sobre algunas obras es muy difícil presagiar quién será un gran autor cuando aún no pasa de los 30 años. Como hay otros que a los 50 ya mostraron todo su talento”, opina.

Este es un grave problema que han detectado varios críticos que están alejados de los medios de comunicación. Algunos de ellos citan a Ignacio Echavarría, crítico español, quien no dudó en demeritar abiertamente la entrega del premio Seix Barral a Mario Mendoza, alegando que pocos colombianos han sido tan drásticos como él. “La desproporción entre el crédito del galardón y la obra premiada es tal que mueve a preguntarse qué tipo de cauces, qué tipo de selección y qué tipo de consignas hacen que se desaproveche una plataforma de este calibre”, dice el español.

Lo cierto es que varios espacios de esta nueva versión de la Feria del Libro estarán abiertos para evaluar para dónde va la literatura colombiana y si realmente se está conformando una nueva generación sólida y con novedosas propuestas. El lector tiene la palabra.



Capítulo del libo "Nada es para siempre" de Jotamario Arbeláez