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El luchador

La valiente interpretación de Mickey Rourke hace memorable este conmovedor relato sobre la fragilidad humana. *** 1/2

Ricardo Silva Romero
25 de julio de 2009

Título original: The Wrestler.
Año de estreno: 2008.
Dirección: Darren Aronofsky.
Actores: Mickey Rourke, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood, Mark Margolis, Todd Barry, Wass Stevens, Judah Friedlander.

Todo lo que pasa en El luchador se siente verdadero. En las secuencias más tristes, en los momentos más humanos, cuesta recordar que no es más que una película. Quizá sea gracias a la honestidad con la que han sido escritas sus escenas, a las conmovedoras interpretaciones de los miembros de su elenco o a la cámara de documental que sigue a los personajes con una compasión que poco sucede en el cine: la vida aparece en la pantalla, desde el principio hasta el final de El luchador, con sus giros inevitables, sus amagos de redención y sus destinos trágicos. Mientras caen los créditos finales, cubiertos por una escalofriante canción de Bruce Springsteen, se regresa a la realidad con la sensación de que estamos mejor preparados para soportarla.

El compasivo guión de El luchador, escrito a principios de 2007 por Robert D. Siegel, un antiguo editor del diario paródico The Onion, logra hacernos prójimos de los monstruos de feria. Su forma de enfrentarse al doloroso mundo de la lucha libre, una familia de gente sin familia, recuerda la manera como Freaks (1932), de Tod Browning, se acerca a la tras escena de los circos. Y es la razón principal por la que los tres protagonistas, Mickey Rourke, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood, logran lo que logran en el largometraje.

Rourke, una estrella de los 80 que los críticos llegaron a comparar con Marlon Brando, pero que, "porque yo era un hombre autodestructivo que no me respetaba a mí mismo como actor", echó su carrera por la borda a punta de pésimas decisiones (durante años rechazó los papeles más importantes de Hollywood y a cambio aceptó los más mediocres), encarna en El luchador, sin duda alguna, al personaje de su vida: se transforma completamente en Randy 'The Ram' Robinson, un luchador profesional que alguna vez fue una figura importante, y que, para sobrevivir, se ha convertido en otro espectáculo nostálgico, con la entereza de un hombre que no tiene nada qué perder.

Tomei resulta deslumbrante, igual que siempre, en el papel de la stripper que hace lo mejor que puede para no enamorarse de Robinson.

Wood, la gran actriz norteamericana de esta nueva generación, deja en claro, en apenas un par de escenas, la desazón de la hija abandonada por el protagonista.

El director de la película, el neoyorquino Darren Aronofsky, que se hizo un nombre a punta de relatos tan artificiosos como.

(1998), Réquiem por un sueño (2000) y La fuente (2006), se dedica a observarlos, a dejarlos ser, como un documentalista preparado para lo que venga. El luchador es la mejor de las películas que ha filmado: porque su cámara se hace a un lado, por fin a un lado, mientras sus héroes torturados logran sonreír, protegerse de la realidad y seguir con vida en el margen de una sociedad que no parece preparada para que la supervivencia deje de ser el principal de sus problemas.