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Enrique Triana no sólo es uno de los grandes arquitectos colombianos de la historia. Durante 50 años ha sido profesor de taller en la Universidad Nacional de Colombia y miles de discípulos han recibido sus enseñanzas

Perfil

El maestro de la esencia

Enrique Triana es uno de los arquitectos más destacados del movimiento moderno en el país. Su trayectoria recibió un merecido reconocimiento al ganar la Bienal de Arquitectura colombiana.

4 de noviembre de 2006

En menos de un? mes Enrique Triana Uribe se convirtió en el gran personaje del momento en la cultura colombiana. Él, junto con Juan Carlos Rojas Iragorri, acaba de ganar el premio al mejor proyecto en la XX Bienal Colombiana de Arquitectura, por las Salas de Exhibición Temporal del Banco de la República. La Universidad Nacional le rindió un muy emotivo homenaje al cumplir 50 años de cátedra en su facultad de arquitectura. La Corporación La Candelaria y Editorial Planeta publicaron el libro Enrique Triana - Obras y proyectos, de Jorge A. Mejía, y muy pronto entra a imprenta otro libro: Enrique Triana, arquitecto moderno, de Lorenzo Fonseca y Rafael Vega.

Pero a Triana no parece gustarle esa faceta de vedette. Él prefiere la discreción que, junto con la refinación, es rasgo característico de sus obras. En ellas no es difícil encontrar un juego de volúmenes cerrados, pórticos, grandes ventanales, sombras, y sobre todo generosidad en los espacios. Un lenguaje que ha madurado durante una fructífera carrera que tuvo sus cimientos en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. Corrían los años 50 y a diferencia de otros maestros de la arquitectura de esa época como Rogelio Salmona y Germán Samper Gnecco, sus referentes estuvieron más cercanos a Walter Gropius y Mies van der Rohe, que a Le Corbusier.

Él, sin embargo, insiste en que su mayor aprendizaje está ligado con su trabajo como docente en la Universidad Nacional. "Es más lo que he aprendido que lo que he enseñado", dice con sencillez. No obstante, ha sido un formador que, como él dice, ha ido más allá de la arquitectura, ya que muchos de sus discípulos se han dedicado con éxito a otras disciplinas, como la banca, arte o el periodismo. Son miles. Incluso hoy todos los profesores de la facultad de arquitectura egresados de esta escuela pasaron por su famoso Taller VI de arquitectura. Otros por su cátedra de diseño interior que, más que una materia, era considerada como la 'cátedra Triana'. Un momento en el que se compartía de forma más integral sobre arte, literatura y música y se interactuaba con la sabiduría y el particular humor del maestro. En una oportunidad un alumno buscando ofenderlo por su abolengo, lo llamó burgués. Él, con la elegancia que lo caracteriza, le refutó en broma: "Burgués no, aristócrata".

Considera que ha tenido suerte al contar con clientes que le han dado libertad para trabajar. Por ejemplo, al comenzar su carrera, cuando en Bogotá primaba la llamada arquitectura de estilo y se pedían por encargo trabajos a lo inglés, español o francés, su padre le permitía hacer sus primeros edificios: El Triana y el Uribe, que desde ese momento reflejarían su sello. Entre los muchos proyectos propios que lo emocionan está la casa donde él vive, otra que hizo para su hija en Nilo, Cundinamarca, y obviamente el recién laureado Museo de Arte del Banco de la República. Un trabajo en el que no sólo destaca la labor de su compañero en diseño, sino de todo el equipo, tanto del Banco como de los profesionales de otras áreas que aportaron para hacer una obra en la que lo más importante, según él, es que logra que "las obras de arte que allí se exponen pesen más que la sencillez de la arquitectura que las rodea".

En sus palabras se descubre que su trabajo ha sido explorar en la esencia de la arquitectura. Y sus proyectos han buscado y logrado algo que para él es una obsesión: que sean edificios que a pesar del tiempo se mantengan vigentes. Que perduren. De ahí que sea crítico de la arquitectura que se rige por las modas. Esto no significa que rechace nuevas tendencias o las exploraciones de arquitectos de la vanguardia europea como Jean Nouvel o Frank Gehry. "No soy nostálgico. El mundo sigue adelante", dice. Considera que en Colombia se hace hoy día una magnífica arquitectura que no está muy difundida, y que está hecha por excelentes diseñadores de las nuevas generaciones.

"El diseño es algo integral a mi vida, a mi experiencia". Algo más que evidente en su trabajo, algo que está a la vista de quienes transitan por Bogotá y, aun sin saber quién los diseñó, admiran varios de sus casas y edificios, sobrios y elegantes, que no envejecen con el paso de los años. Por el contrario, adquieren cada vez una mayor relevancia.