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EL MAGO ENTRE LA CAJA

La T.V., un monstruo en las "garras" de Fellini

11 de noviembre de 1985

De la infancia, vocación y primeras experiencias del gran director de cine italiano, Federico Fellini, nacido en 1920 en Rimini, conocemos casi todo. Basta ver " Amarcord" .
Conocemos su pasión por el circo, por el teatro de títeres, por los shows de variedades, por los recuerdos voluptuosos y las mágicas visiones. Afortunadamente para sus admiradores, Fellini no ha agotado su imaginación. Acaba de terminar de filmar su última película, "Ginger y Fred", una especie de parodia de la televisión, del mundo absurdo que se esconde detrás de los supershows a todo colór, de los juegos en directo, de los noticieros, las mesas redondas, la publicidad y los presentadores.
El autor de "Ocho y medio", "La strada", "La dolce vita", "Casanova", ha llamado como actores para esta nueva película (su número 22) a viejos amores del pasado: Giuletta Masina, su esposa durante 40 años, actriz de gran talento que desde 1965, cuando filmó "Julieta de las espíritus", no trabaja con su marido; y el incansable Marcello Mastroianni "protagonista masculino por cuarta vez en un filme de Fellini. La Masina reencuentra por primera vez en el cine a Mastroianni, con quien ya había trabajado en teatro 37 años atrás. Con su habitual ironía, Fellini los ha bautizado con el nombre de dos mitos de la comedia musical de Hollywood: Ginger como Ginger Rogers y Fred como Fred Astaire, el conocido bailarín de tip tap de los años 30 al 50. Y sin llegar a ser la historia de esos dos grandes bailarines--según dicen las crónicas, porque de las películas de Fellini nunca se conocen sus textos, es un sabio improvisador--Fellini, en una atmósfera típicamente fellinesca, los junta después de años de separación en calidad de invitados a un show televisivo. Estos, a lo largo de una extenuante jornada, visitan y recorren la televisión de nuestros días, desde los comerciales hasta los noticieros, pasando por los espectáculos en directo debates de actualidad, tests, musicales, concursos, en fin todo aquello que ese monstruo enorme y gigante de la televisión proyecta y que pesa tanto en un país como Italia que cuenta con más de 300 canales de televisión.
Cuando en enero de este año apare cieron en los diarios italianos avisos pagados solicitando "extras" para una película, con la única condición de que se parecieran a personajes famosos del mundo político nacional e internacional como Reagan, la Thatcher, la reina Isabel de Inglaterra, Juan Pablo II, lady Diana, una cola de más de un kilómetro se formó en las puertas de la legendaria Cinecittá, los estudios cinematográficos probablemente más famosos de Europa, cuna y sede del cine italiano. Alli, un desfile interminable de personajes, "algunos que no se acordaban de a quién se parecen, otros que pretendían que decidiera yo a quién se asemejaban, un "gemelo" de Mitterrand que quería que le garantizara por escrito que el Presidente francés no sería ridiculizado"--contaba el cineasta en una entrevista hace poco--, se presentaron para hacer parte de ese viaje dentro del CET, Centro Espacial de Televisión, imaginado por Fellini. En el estudio N° 5 de Cinecittá, "Ginger y Fred" se encontrarán con la publicidad de niños que comen carne de gato, con vendedores de calzones comestibles, con senos formados por tomates (¿cómo podrían faltar los senos?), con estrafalarios músicos de rock, con niñas cubiertas de espaguetis listas a ser servidas, en fin con la televisión tal como la ve "el más grande artesano del cine",como lo han definido. Esa televisión que propone "Lo anormal, lo monstruoso, el delirio, lo alienado y lo excepcional como lo cotidiano, familiar y habitual. Y al contrario, lo banal insignificante, informal y colectivo como algo sagrado y solemne"--ha dicho el maestro--. ¿Un filme, entonces, contra la televisión? "No, para nada, un filme dentro de la televisión". --
Kelly Velásquez, corresponsal de SEMANA en Roma -