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El medio no es el mensaje

Artrónica, una muestra de artes electrónicas, llama la atención por sus propuestas novedosas. ¿Qué tanto de fondo hay en estas obras?

Diego Garzón
3 de octubre de 2004

Desde hace mucho la polémica sobre los medios que utilizan los artistas para decir lo que quieren está mandada a recoger. Erróneamente se creyó en algún momento, o todavía algunos quieren creerlo, que la tecnología es sinónimo de vanguardia y más con la aparición de nuevos medios de expresión. Se ha dicho incluso que la pintura está agonizando y que la escultura va por el mismo camino ante un auge de fotografía, video, instalaciones y el arte con soportes electrónicos. En Artrónica, evento que se lleva a cabo por estos días en la Luis Ángel Arango y que luego recorrerá varias ciudades de Colombia, se habla de arte en Internet, arte interactivo, multimedia, arte sonoro, videoarte, medios que el público apenas está comenzando a asimilar y que no por 'novedosos' han sido bien empleados por los artistas. La primera recomendación para quienes visiten la muestra es que vean estos soportes simplemente como eso: un soporte más para el artista.

No necesariamente estamos ante lo mejor del arte actual ni es tampoco lo que definitivamente llegó para quedarse. No hay un límite ni una explicación de lo que es o no es arte en soportes electrónicos: ¿en qué se diferencia una página de Internet con gran capacidad de interactividad con el espectador y una propuesta de alguien que decidió hacer una propuesta también muy interactiva, esta vez bajo el rótulo de arte? Nadie tiene la respuesta. El problema, entonces, es lo que se quiere decir a través de las obras. No es una cuestión de tecnología. Por ejemplo, José Alejandro Restrepo, integrante del comité de selección de Artrónica y pionero en el videoarte en Colombia, goza de un gran respeto por una investigación rigurosa de la historia y de cómo esa historia se ha contado en libros y en los medios de comunicación. En Artrónica hay muchos y buenos ejemplos. Sólo por citar uno, la colombiana Indira Cruz dispuso de una pantalla al final de un espacio dividido en tres zonas. El espectador entra a la primera y ve imágenes de sábanas flotando en el agua en un juego muy sensual. Al acercarse a la pantalla, en la segunda zona, las imágenes se convierten en dos mujeres desnudas debajo del agua tocándose, pero cuando el espectador llega a la tercera zona (muy cerca de la pantalla y cuando, por lógica, se verían más detalles de la pareja), la imagen se vuelve borrosa, entorpeciendo el voyerismo y jugando con la intimidad que parecía vulnerable.

Llama la atención que hayan acudido 360 proyectos colombianos, de los cuales fueron seleccionados 76, una cifra que sí muestra una fuerte inclinación por el uso de estos medios. Vale la pena recordar que los ganadores del pasado Salón Nacional de Artistas fueron dos obras de video. Al arte electrónico, al arte en Internet, todavía hay que mirarlo con cautela pues, como muchos artistas opinan, todavía está dirigido a un público específico y es ahí, en este medio, donde tiene su mayor reto: expandirse.