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El ministro y los tribalistas

Dos nuevos álbumes llegan del Brasil: Gilberto Gil rinde homenaje al 'reggae' y el grupo Tribalistas aporta voces frescas.

Juan Carlos Garay
27 de julio de 2003

Aventuremonos primero a hablar de política para luego pasar al terreno firme, la música. El brasileño Gilberto Gil ha demostrado ser un excelente ministro de Cultura. Quienes criticaron en enero a Lula por el gesto 'publicitario' de nombrar un músico en el ministerio se han callado frente a los resultados de este semestre: una decidida campaña contra la piratería discográfica y la creación de planes de intercambio cultural con Chile, Paraguay y Marruecos. Gil ha aplicado la sensibilidad del artista al papel de ministro; en su discurso de posesión hay unas palabras que ojalá inspiraran también nuestra política cultural: "Un Estado no puede hacer cultura si no proporciona las condiciones necesarias para la producción de bienes artísticos". Ahora sí la música. El actual ministro es en realidad un artista de cuatro décadas de trayectoria, célebre porque (al lado de Caetano Veloso) inventó un lenguaje musical llamado tropicalismo. Se trataba de acoger como influencia cualquier descubrimiento, viniera del interior o del extranjero: cantos de las tribus amazónicas, golpes de tambor africano, expresiones que las clases altas consideraban vulgares, melodías al estilo de los Beatles y (acorde con los tiempos) algún mensaje político cuidadosamente disfrazado. El escritor Jorge Amado decía que ni siquiera los colores del arco iris, con todos sus tonos intermedios, alcanzaban a simbolizar la multiplicidad cultural del Brasil. Ahora resulta que a esa mezcolanza Gilberto Gil le ha sumado el reggae. A sus 60 años descubrió que el ritmo jamaiquino es "uno de los más seductores, hipnóticos y placenteros de oír" y lo incorporó de lleno en su nuevo álbum, Kaya N'gan Daya, con versiones de temas del inmortal Bob Marley. La primera escucha hace pensar que Gil no se tomó el trabajo de cambiar los arreglos originales. Es una táctica que funciona, sobre todo en los conciertos: el público ya conoce lo que va a oír y se entrega más fácil a la música. Pero de todos modos aquí hay un sabor distinto, un toque de esa sensualidad carioca que le va muy bien al reggae y que termina por redescubrirnos el repertorio del profeta jamaiquino. Cuando interpreta Them belly full o Lively up yourself, Gilberto Gil da relieve a ciertas voces que en los discos originales se escuchaban distantes. Eso es suficiente para acoger como sorpresa un álbum de viejas canciones. Pero Kaya N'gan Daya no es por estos días el único disco que se mantiene fiel a las reglas del tropicalismo. Está circulando una grabación conjunta de Marisa Monte, Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown bajo el título de Tribalistas. Son músicos más jóvenes, pero en lugar de romper con lo anterior optan por seguir enriqueciendo ese monstruo musical de todos estos años. Uno alcanza a sentir la influencia de Gilberto Gil, pero sobre todo oye ritmos modernos y voces frescas. No hace mucho, en una rueda de prensa en Asunción, Gilberto Gil declaró que dar el salto de figura cultural a ministro de la Cultura era como pasar de ser hijo a ser padre. Tal vez no todos los que ocupan un ministerio piensen igual; la frase nos habla más bien del momento vital por el que está pasando Gil. Sin duda ya escuchó el disco de estos tres discípulos suyos y sonrió como un padre ante esa experiencia que Shakespeare describe como "ver bullir tu sangre sintiéndola ya helada". Ahora que los tropicalistas son adalides veteranos se oye hablar de los tribalistas como la nueva vanguardia.