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EL PRINCIPE DE EGIPTO

Esta aproximación a la vida de Moisés no sólo es una maravilla tecnológica sino que es más seria de lo que parece.

25 de enero de 1999

Dirección: Brenda Chapman, Steve Hickner y Simon Wells Productor ejecutivo: Jeffrey Katzenberg Todavía no ha sido posible establecer si en realidad Moisés existió. Sin embargo su mito es tan sólido que sirvió para convertirse en piedra angular de religiones como la judía y la cristiana; motivo suficiente para que historiadores y teólogos por igual hayan ocupado miles de volúmenes en torno de su vida. El cine no ha escapado a la intriga y las producciones sobre su obra se cuentan por decenas, incluida la inmortalizada por Cecil De Mille en 1956 con el título de Los diez mandamientos, quizás la más popular e importante aproximación a Moisés en el desarrollo del séptimo arte. Ahora le ha tocado el turno a una de las empresas cinematográficas más poderosas del planeta, la DreamWorks, encabezada por el monstruo de Hollywood, Steven Spielberg, y secundada por quien llevó a la Disney a la cima: Jeffrey Katzenberg. Sólo que su versión es en dibujos animados. La sorpresa de esta superproducción, elaborada para inaugurar una fuerte competencia con la Disney, no está en los milagros tecnológicos sino en la seriedad de la historia, incluso quizás demasiado para los niños más pequeños. Basada en el libro del Exodo, la película narra la historia de Moisés desde que fue arrojado a las aguas del Nilo en un canasto hasta la liberación del pueblo de Israel. El profeta es presentado como un príncipe egipcio que compartió una larga amistad con Ramsés II antes de que Dios le encomendara la misión de libertar a su pueblo. Fiel al relato original, aunque con algunas variaciones ligeras que no alteran para nada la historia, la cinta recrea con esplendor en el dibujo y la animación la odisea del pueblo judío en su intento por salir de Egipto hacia la Tierra Prometida. A pesar de su elementalidad, El príncipe de Egipto contiene los elementos básicos para entender la dimensión de la faena. Y si bien los dibujos animados casi siempre son asociados con el público infantil, son los adultos los llamados a descifrar toda la simbología escondida en un drama que sigue manteniendo todo su vigor.