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EL QUE MUCHO ABARCA

Un ambicioso intento de interpretación marxista de los procesos sociales se convierte en bosquejo esquemático.

14 de febrero de 1983

Pierre Fougeyrollas, "Los procesos sociales contemporáneos". Fondo de Cultura Económica, México, 1982, 344 páginas.
Desde la aparición de los primeros textos marxistas, se ha observado la insistencia de comprender el mundo circundante con todos los elementos de la historia, la economía y la política. Esta tendencia se mantuvo por un tiempo, hasta el surgimiento de lo que algunos llaman la crisis del marxismo", lema que ha servido para cuestionar la validez de toda la teoría del gran inspirador de las revoluciones sociales del siglo XX, muerto en 1883. Este año se celebrarán los cien años de la desaparición de Marx, y mucha literatura se concentrará en el análisis de su pensamiento y su influencia sobre el mundo moderno.
El libro publicado por el Fondo de Cultura Económica de México, "Los procesos sociales contemporáneos", escrito por un marxista alejado de la catedral moscovita y las ojivas orientales Pierre Fougeyrollas, se propone dar un bosquejo de lo que ha sucedido entre finales del siglo pasado y lo que va corrido del presente siglo, en lo que se refiere a procesos sociales, luchas de clases y expansión del capitalismo y el imperialismo.
La empresa es ambiciosa y no exenta de riesgos. Al tomar tantas décadas, regiones y procesos diversos se incurre en el peligro de esquematizar, o, lo que es peor, matizar capítulos enteros de teoría económica marxista con otros que se refieren a procesos políticos actuales, interpretaciones extraídas de una o varias citas de los clásicos marxistas, en fin, se puede presentar una abigarrada colección de conocimientos desarticulados y presentados con un estilo "laborioso e infecundo", como llamaba Trotsky al de Stalin. Fougeryrollas intenta salir de esta contradicción, y la resuelve a medias debido a la extensión de su perspectiva, que le quita profundidad al escrito.
Su apego a Trotsky y que lo que este personaje representó en la Revolución de Octubre y la teoría de la "Revolución permanente", no tiene en cuenta aspectos recientes de la teoría económica como el de las crisismás bien, el autor se atiene a la fórmula de Lenill y de Trotsky, sobre la crisis estructural del capitalismo desde los primeros años del siglo XX, considerando la imposibilidad de desarrollo de éste, a pesar de los avances que ha habido desde la segunda guerra mundial. El debate sobre esta interpretación continúa abierto, y ya existe una corriente en Europa que ha avanzado la tesis del "capitalismo tardío", para denotar un nivel superior de avance del capital imperialista que no fue contemplado por los dirigientes bolcheviques de comienzos del siglo.
En lo que se refiere al análisis del fenómeno stalinista, Fougeyrollas no avanza con respecto a los libros de Isaac Deutscher, el biógrafo de Trotssy y Stalin, ni de Edward Hallet Carr, el primero de los sovietólogos que acaba de publicar una extensa obra de catorce volúmenes sobre la revolución rusa y sus postrimerías. También acá existe una polémica sobre el carácter de clase o de casta de la burocracia soviética y de los estados obreros, que Fougeyrollas desdeña.
La parte final, sobre las revoluciones china, argelina, cubana, y la conformación de los Países No Alineados, adolece de una rigidez sacramental, pués el autor sólo repite las fórmulas que su corriente política le ha incrustado en la mente. Es unilateral en el tratamiento del fenómeno tercermundista, y no tiene en cuenta su propósito de convertirse en un centro de regateo entre las clases dominantes en los países coloniales y semicoloniales con los llamados países industrializados.
También en este campo la polémica está abierta sobre la capacidad de las burguesías nativas para confrontar los objetivos expansionistas de los países avanzados, o la necesidad que tienen de convertirse en sus obsecuentes servidoras.
Sobre Cuba, el autor se enreda en las fórmulas rígidas sobre si se trata de un movimiento de clase media obligado a avanzar más alla de sus alcances propuestos y por tanto constituye un embrión de dictadura del proletariado, o si se trata, más bien, de una camarilla burocrática, al servicio de la Unión Soviética. Tampoco es muy clara su apreciación sobre Argelia, y lo sucedido durante el régimen de Boumedienne, que sustituyó a Ben Bella enviándolo a la cárcel después de muchos años de lucha sangrienta contra el colonialismo francés.
Las limitaciones del libro no son sólo de épocas, por la carencia de análisis sobre el proceso nicaraguense y el salvadoreño. Más bien se trata de los peligros que tiene salir de la catedral para caer en la capilla.--
Libardo González