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EL REGRESO DE DRACULA

Este año las compañías de ballet han dejado a un lado el 'Cascanueces' para abrir temporada con la historia del vampiro de Transilvania.

7 de febrero de 1994

TANTO EN EUropa como en Estados Unidos la época de año nuevo ha sido por tradición la temporada para poner en escena a Cascanueces, el ballet de Lev Ivanov con música de Tchaikovski. Los historiadores de la danza ven en él la obra que abre las puertas de la modernidad balletística.
Sin embargo, este año ha traído una sorpresa. Casualidad o no, una impresionante lista de compañías de ballet en Estados Unidos tomó la decisión de bajar el Cascanueces de cartelera y reemplazarlo por nuevos ballets alrededor de la figura de Drácula. El fenómeno se ha convertido en un verdadero éxito de taquilla sin precedentes. Es prácticamente imposible conseguir una localidad y el público ha reemplazado las danzas del Hada del Turrón de azúcar y los Copos de nieve por las sangrientas escenas del más popular de los vampiros. Drácula se ha convertido en la tabla de salvación de las escuálidas finanzas de estas compañías.
El tema es nuevo en el ballet, que se preciaba de haber tocado todos los temas imaginables, en especial los que sugerían escenas fantasmagóricas durante el siglo XIX. Charles Bennett, coreógrafo-director del Ballet de California en San Diego, ubica su trabajo en el castillo del conde y en un asilo para enfermos mentales en Londres; con técnica y lenguaje clásico, trabaja el protagonista en forma "profundamente romántica".
Menos convencional Mary Hepner, del Ballet Teatro de Pensilvania, lo plantea desde la óptica de la guerra de los sexos. Jill Eathorne Bahr, coreógrafo del Ballet de Charleston, por su parte, creó un vampiro de sexualidad ambigua.
En materia musical hay de todo. Desde Bennett, que recurrió a fragmentos de Lakmé, la ópera de Leo Delibes; y Stuart Sebastian, del Ballet de Dayton, quien utilizó música victoriana; hasta Tim Tuttle, de la Compañía Gainesville en la Florida, que recurrió a música africana; y William Starret, de la Columbia City Ballet, cuyo Drácula es un rock jazz ballet con alucinantes efectos escénicos incluido, naturalmente, el vuelo de los vampiros.


LA ORQUESTA VA A LA CORTE
EL MISMO día de su posesión como director de Colcultura, Ramiro Osorio decidió hacerle frente a un problema que de tiempo atrás venía impidiendo el desarollo de la Orquesta Sinfónica de Colombia. Algunas prerrogativas laborales del sindicato, para Osorio, entorpecían definitivamente el plan trazado para descentralizar la orquesta, llevarla a más barrios y ciudades y controlar su calidad de interpretación. Ante la negativa de negociación de pliegos de ambas partes, el pleito se elevó a un tribunal de arbitramento, que dos meses antes de culminar el año falló a favor de Colcultura.
Ahora resulta que la Corte Suprema ha anulado el fallo del Tribunal y ha dado la razón a la Orquesta.
Un año perdido en una pelea que finalmente deberá resolverse por medio de un diálogo directo, algo que no satisface a ninguna de las partes.


NOVEDADES

CLASICOS COLOMBIANOS DEL SIGLO XX
ORQUESTA SINFONICA DE COLOMBIA
FEDERICO GARCIA V.
EN CLAVE
LA GRABACION se realizó en junio de 1992 por iniciativa de la Comisión del V Centenario en el Teatro Colón de Bogotá.
Se trata de una seleccion de obras sinfónicas. Cubre desde el Primer ballet criollo de Guillermo Uribe Holguín, el más importante compositor colombiano de principios de siglo, hasta Movimiento, de Jesús Pinzón Urrea, uno de los compositores más respetados de la vanguardia contemporánea. Incluye la Burlesca, de Roso Contreras; Pequeña suite, de Adolfo Mejía; Kalamarí, de Alejandro Tobar; Bosquejo sinfónico, de Fabio González Zuleta, y el Preludio y danza, de Luis Carlos Figuero.

STRAUSS JOHANN I & II,
EDUARD Y JOSEF
THE STRAUSS EXPERIENCE
LONDON
SE TRATA de una selección de 78 obras de la más célebre dinastía musical del siglo XIX, los Strauss, en la batuta del más reconocido director de este género en la segunda mitad de este siglo: Willy Bostovsky. Es el homenaje del sello al director, durante décadas primera figura de la Volksoper de Viena, en este caso al frente de la Filarmónica vienesa. El álbum contiene cinco discos láser.
Valses, polkas, marchas, galopes y mazurkas que sintetizan ejemplarmente lo más granado del llamado estilo vienés.

STRAUSS RICHARD
NEW YEAR'S EVE CONCERT
1992 FILARMONICA DE BERLIN
CLAUDIO ABBADO
ES LA contrapartida planteada por la Filarmónica de Berlín a la de Viena. La segunda abre tradicionalmente su año con un concierto la mañana del primero de enero y música de la dinastía Strauss. Berlín ha hecho lo propio, pero con Richard Strauss, quien a pesar de su apellido no tiene ningún vínculo con los compositores vieneses. El disco recoge el concierto del 31 de diciembre de 1992. Claudio Abbado, titular de la orquesta berlinesa, dirige un concierto memorable con dos poemas sinfónicos, Don Juan y Till Eulenspiegels, además de Martha Argerich en la Burleska para piano y orquesta y un cierre formidable con la escena final del Rosenkavalier y tres de las grandes divas de la actualidad: Renée Fleming, Frederica von Stade y Kathleen Battle.