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Leonardo Di Caprio interpreta a Hugh Glass, un guía que trafica pieles y se enfrenta a un sufrimiento profundo.

CINE

El renacido

En su nueva película, situada a comienzos del siglo XIX, Alejandro González Iñárritu continúa sus crónicas de hombres sufridos en una historia de venganza de un tipo dejado por muerto. ***

Manuel Kalmanovitz G.
6 de febrero de 2016

Título original: The Revenant
Año: 2015
Director: Alejandro González Iñárritu
Guion: Mark L. Smith y Alejandro González Iñárritu
Actores: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy
Duración: 156 min

Hace un par de semanas reseñaba una película de puros tipos y decía que prácticamente olía a colonia. El renacido también es de puros tipos, aunque en este caso la masculinidad, situada en otro siglo, se ha liberado de la finura de la colonia para oler, prácticamente, a macho cabrío.

Es una película intensa, oscura, larga y, en el fondo, desesperanzada. Es la historia de una venganza larga, en un paisaje majestuoso pero inhóspito, donde el protagonista camina, corre, gatea y hace muecas para alcanzar su destino.

La cuestión acá es de fuerza explícita y en primer plano. Fuerza de DiCaprio en un papel con más gruñidos que líneas habladas — que le valió otra nominación a los premios Óscar— y también fuerza formal en unos planos secuencia largos y complicados, filmados con luz natural, que suben y bajan y vuelven a subir, que flotan sobre el agua, recorren árboles, detallan nevados para terminar en un rostro desproporcionado, tiznado y barbudo.

Hay momentos de gran belleza. Un sueño recurrente del protagonista, en el que avanza lentamente hacia una pirámide de calaveras de castor tiene algo silencioso y sobrecogedor, un holocausto ecológico convertido en imagen poderosa, la condensación de una pesadilla.

Pero las relaciones humanas entre los tipos barbudos son burdas y el desarrollo de los personajes es rudimentario. Este es uno de esos casos en que la fuerza es fuerza y no inteligencia.

Al igual que Birdman, la anterior película de González Iñárritu que ganó cuatro premios Óscar en 2014, estamos ante la historia de un hombre que sufre profundamente, aunque en El renacido el sadismo da un giro, abandonando lo psicológico para centrarse en lo meramente físico.

La película parte de un personaje histórico, Hugh Glass (DiCaprio), el guía en una expedición de traficantes de pieles, quien apenas sobrevive tras un encuentro con una osa parda. El hombre a quien el líder de los traficantes encarga su cuidado (Tom Hardy) lo traiciona doblemente, y esa traición es el punto de partida de una tortuosa marcha de venganza que mantiene a Glass avanzando, gruñido a gruñido, durante horas.

Visualmente, la luz azulada de la película tiene el atractivo de un amanecer en clima muy frío y el papel de DiCaprio, con sus litros de babas y sangre, con sus cojeras, revolcones y gateos, tiene algo hipnótico y fascinante. Es cine espectáculo que se deleita con la lucha de su protagonista contra su entorno, con su sufrimiento y sus heridas, pero que no va más allá.

Las posibles consideraciones sobre la catástrofe ecológica que trajo la llegada del hombre blanco al oeste norteamericano o de las relaciones entre indígenas y colonos quedan relegadas a un segundo o tercer plano, para permitir que el viacrucis de su protagonista sea expuesto en detalle y largamente.

Al final, es una película extenuante como puede ser extenuante ver a esos tipos que alzan pesas hasta que sus bíceps resultan más voluminosos que sus cabezas. Sí, es impresionante, nadie lo discute. Pero queda la duda: ¿qué sentido tiene?

Cartelera

**** Excelente ***½ Muy buena *** Buena **½ Aceptable ** Regular * Mala

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