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EL SEXO ME DA RISA

Humor y sexología, las últimas novedades editoriales en Colombia

29 de diciembre de 1986

Algunos lectores se sienten traicionados. Su escritor favorito, Emest Hemingway, el autor de historias donde un hombre espera la muerte simbolizada por ese leopardo congelado en medio de las nieves eternas, el mismo que escribió sobre el miedo, la sangre y los toros, el que disparaba sobre los elefantes y ganaba pulseando a estibadores morenos, el que entró a París encabezando un pelotón de norteamericanos beodos para rescatar el bar del hotel Ritz, el macho que escribía de pie, descalzo y con un juego de lápices bien afilados, el símbolo perfecto de la virilidad literaria, el que castamente eludió descripciones demasiado gráficas de los encuentros y frustraciones sexuales de sus personajes, ese mismo, se lanza en su nuevo libro a contar cómo un joven novelista, David Bourne, mientras pasa la luna de miel con su frágil y rubia esposa, Catherine, acepta una serie de desdoblamientos sexuales, se hace mujer mientras está con ella y su esposa se convierte en muchacho, y ambos enloquecen con una chica que conocen en ese pequeño pueblo, Le Graudu-Roi, y para que la ambivalencia sea perfecta, la esposa se corta el pelo y los tres cambian de cama y luego comparten las experiencias vividas.

No gratuitamente este nuevo libro, editado en castellano por Planeta, se titula "El jardín del Edén". Despojados de prejuicios el novelista, su esposa y Marita, la otra, comienzan a descubrir con sorpresa y luego con agrado y más tarde con adicción que el amor físico tiene demasiadas posibilidades y variables, que deben usarlas todas aunque los sentimientos resulten maltratados. Es el paraíso donde todos pueden mirarse a la cara y donde los cuerpos se abren para inventar junto a las sábanas todas las caricias y todos los espasmos posibles: por eso la sodomía, las caricias de las mujeres entre ellas, el amor oral, los juegos rituales con los genitales se presentan sin pudor ni verguenza, sin remordimiento ni sensación de pecado porque, precisamente, están en el Paraíso.

Hemingway comenzó este libro en 1946 cuando era rico, cuando era famoso, cuando se reponía del cansancio de la guerra. El mismo se retrata en el muchacho que escribe y Catherine es una mezcla de las cuatro esposas que tuvo.

Al morir, esta novela estaba sin acabar. Escribió más de mil quinientas cuartillas y de la tercera versión original, sus editores publicaron en mayo de este año un tomo que, según los conocedores, refleja las intenciones del autor. Las críticas en Estados Unidos no tuvieron piedad y alguien escribió que, "si se hubiera tratado de la primera novela de un escritor desconocido, o hubiese sido rechazada por los editores, o bien, de haber sido aceptada por alguno, ignorada por la crítica y poco vendida, pronto se habría encontrado en las mesas de saldos de las librerías".
Sin embargo, uno de los mayores expertos en Hemingway, el inglés Anthony Burguess, pide indulgencia con el libro y cita una sentencia de Thomas Mann en el sentido de que no podemos escribir bien todo el tiempo y lo inferior debe tomarse como la expresión de un aspecto del alma del escritor tan digno de ser examinado como lo superior, y agrega Burguess: "Para apreciar esta novela, este estudio de la inocencia tenemos que recobrar nuestra propia inocencia. Hemingway mostró a toda una generación cómo convertirse en criaturas de instintos no sofisticados, pero eso fue en la década de los años veinte. Lo intentó de nuevo a finales de los cuarenta, pero nadie podía ser inocente después de Auschwitz. En los ochenta, la inocencia es una causa totalmente perdida. Acercarse a "El jardín del Edén" con el espíritu idóneo requiere un gran esfuerzo de imaginación histórica. Pocos críticos han sido capaces de hacer este esfuerzo.
Ahora éste debe dejarse a los lectores ordinarios".

Por supuesto, quien busque aquí descripciones eróticas a lo Miller o lo Bukovski es porque no conoce bien al autor. Su sentido de la austeridad, su puritanismo acendrado, el freno automático que sabe imponerse, logran en poquísimas palabras la mejor descripción de un acto de felacio o sodomía. Después quedan el cansancio y el vacío. Y para que no haya resquemores, basta con largarse a ese bar donde un hombre espera que lleguen a matarlo, y no le importa. --

Una buena noticia para quienes no sabian qué regalar esta Navidad o temían aburrirse en la blanca e interminable extensión de una playa o pensaban que el buen humor y la risa habían sido abolidos en este país: Plaza & Jane's ha recogido en un tomo titulado "Postre de notas" algunas de las colaboraciones de Daniel Samper para la revista Carrusel y otros articulos enviados desde España en los últimos meses.

Con estas notas de Samper ocurre algo curioso. Generalmente el material de un periódico sólo tiene vigencia mientras lo tenemos en las manos y media hora después ya ha perdido interés y emoción, pero con estos artículos la sensación clara es que se regeneran. Leídos uno o dos meses después de su publicación todavía producen humor y pueden ser guardados y vueltos a descubrir, con el mismo efecto.

EL POSYTRE DE SAMPER: Notas de risa
Samper le lleva una gran ventaja a los demás humoristas colombianos quienes tampoco abundan: sabe aplicar una mirada simple, cotidiana, doméstica a temas, situaciones y personajes que el lector común está trajinando y sobre los cuales muchas veces, prefiere no opinar hasta cuando se encuentra por la mañana con esa nota sobre cómo muchos creen que los autores están obligados a regalar sus libros o ese análisis en tono de los apelativos que los enamorados intercambian ("Negrita", "Monita", "Gordis", "Chiquita", para no decirle "Cicatriz" a la chica que ostenta un tajo en la cara, y los derivados de "Gordis" que podrían ser "Calvis" "Barrigonis", etc.), o la historia de ese asador regalado por la tacaña tía Rita y el cual jamás pudo ser armado, o las batallas entre los hinchas de la Virgen de Fátima y la de Lourdes, o la trampa que le tiende al cronista en pleno velorio un vendedor de lotes funerarios.

Cínico que no respeta nada, convencido de la necesidad de burlarse de personajes, situaciones y circunstancias por muy serios e importantes que sean, Samper ha sostenido un mismo nivel de calidad con esa recreación de momentos cotidianos que comentados por él, adquieren el tono de una pieza absurda y terrible. Una simple fila ante un cine o la celebración del Día del Padre o la salida con la novia al campo o la confesión de que no sabe cocinar, pueden convertirse en auténticas pesadillas sólo porque el cronista aplica su método de desmontar las piezas del tema, regarlas al azar y luego retomarlas con la seguridad de que el lector sabrá ubicarlas.

Los libros anteriores de Samper Pizano ("A mí que me esculquen", "Dejémonos de vainas", "Llévate esos payasos" y "Piedad con este pobre huérfano"), se han vendido muy bien y en Madrid uno puede descubrirlos en las vitrinas de un almacén popular como Galerías Preciado.

El amor, el transporte, Julio Iglesias, las playas nudistas, las obras incompletas de Robinson Crusoe, el lobito, las madrastras, una noche en la ópera, los adivinos, el lobo-hombre, la fama de la luna de miel, los perros los reyes españoles, son algunos de los temas que Samper trata en este libro. Son temas de todos los días pero mirados con una carga demoledora de sarcasmo e irreverencia, aun cuando habla de él mismo.

EL SEXO DE MESA: Ahora en libro
El periodista Elkin Mesa mantuvo al aire, de 1977 a 1983, el programa "Sexología en pantalla", en el cual se ventilaron primero, problemas generales sobre la sexualidad y en la medida en que el espacio fue ganando público y los televidentes fueron escribiendo, se abordaron las inquietudes que se consultaban. Se recibieron 76 mil cartas y a raíz de que el espacio fue retirado de la programación, surgió el libro "Reportaje al sexo", en el cual Mesa interroga al médico argentino Luis Dragunsky, alrededor de los principales temas sobre los cuales se pedía una respuesta científica y que de acuerdo con los autores no pudo darse abiertamente por la televisión.

La anorgasmia, la masturbación, la eyaculación precoz y la retardada, la impotencia y el homosexualismo femenino y masculino, son algunos de los capítulos que se desarrollan en el libro, partiendo de una consulta específica y ampliados mediante interrogantes pertinentes y ágiles del periodista Mesa, que se ha convertido en un especialista empírico de la sexología, al médico Dragunsky, quien responde con palabras precisas pero comprensibles acerca de la preocupación.

Sin ser una obra eminentemente científica, tampoco lo es vulgar o burda. Se trata, más bien, del manejo llano y simple, de lo que para muchos es un tema tabú o up problema que no alcanza esta dimensión por falta de herramientas y conocimientos y que permita a los lectores de esta obra una visión global sobre el sexo.

Sin duda surgirán voces de expertos y profanos que se pronunciarán sobre el libro, alegando un tratamiento agresivo o superficial, pero cuando de sexo se trata es muy difícil poder dejar a todos contentos si no es cuando se abordan investigaciones exhaustivas como los estudios de los norteamericanos Master y Johnson o el de Shere Hite y, en el país, obras como la del sexólogo Pedro Guerrero, "Miedo al sexo".

Sin embargo, las 254 páginas de este reportaje serán leídas con avidez por inquietos en el tema de la sexología y para los profesionales en estas áreas presentará un panorama de los vacíos e inquietudes del común de los colombianos. --