El sorprendente Hombre Araña 2: la amenaza de Electro

Título original: The Amazing Spider-Man 2

País: Estados Unidos

Director: Marc Webb

Guion: Alex Kurtzman, Roberto Orci, Jeff Pinkner y James Vanderbilt

Actores: Andrew Garfield, Emma Stone, Jamie Foxx

Duración: 142 min

El sorprendete Hombre Araña, en su segunda aparición de esta nueva versión no resulta, francamente, tan sorprendente. Habrían podido cambiarle el nombre y ponerle El satisfactorio Hombre Araña. O El aceptable Hombre Araña. O, incluso, El Hombre Araña de costumbre. Porque es todo eso: satisfactorio, aceptable, de costumbre. Ciertamente no sorprendente. Aunque se entiende que no le hayan puesto así, al fin y al cabo adjetivos más realistas no son heroicos, mucho menos súper heroicos. 

Esta es la quinta película dedicada al superhéroe arácnido en 12 años (haciendo cálculos, eso implica una entrega cada 2,4 años), así que es posible que no resulte tan sorprendente por pura saturación. 

De esas cinco películas, las primeras tres estuvieron a cargo del ingenioso Sam Raimi. En las dos más recientes, Sony decidió volver a comenzar la saga de la mano de Marc Webb, quien antes de encargarse de esto había hecho solo una película, 500 días de Summer, una meditación divertida y agridulce sobre un largo desequilibrio amoroso de juventud.

No es de extrañar, entonces, que los momentos más vívidos de este nuevo Hombre Araña sean los interludios románticos entre el joven Peter Parker (Andrew Garfield) y su semi-novia Gwen Stacy (Emma Stone). Entre los dos hay un flirteo fluido, creíble y enternecedor, que además tiene capas de complejidad y culpa gracias a la promesa que Parker le hizo al padre de Stacy en la película pasada de no acercarse a ella. 

Es una película abarrotada de eventos y conflictos. Parker siente nostalgia por su padre muerto (que no se sabe bien cómo, en el pasado, subía cosas a internet a toda velocidad), debe lidiar con la culpa ya mencionada, darle esperanza a la gente y, en medio de todo eso, inventarse frases ingeniosas para coronar cada uno de sus actos superheroicos, como una cerecita triunfal que al mismo tiempo los minimiza y magnifica.

Es, incluso, abarrotado en sus villanos, que son dos ,Electro (Jamie Foxx), y el Duende Verde (Dane DeHaan) y que, al igual que Parker, sufren de una doble personalidad que no pueden controlar.

El universo donde todo sucede es una Nueva York extraña donde al lado de la tecnología más futurista (una especie de tableta gigante que ocupa toda la superficie de un escritorio) hay calderas alimentadas por carbón.

Pero lo que resulta menos sorprendente es lo que más anonadante debía ser: las peleas entre el héroe y los villanos. Aunque sí hay, claro, mucha destrucción: edificios que caen, electricidad pasando por las calles, carros volcados y aviones en peligro. 

Pero todo está animado por computador y eso, eventualmente, produce un hostigamiento extraño. Es el equivalente visual a ese calor desagradable e inescapable que produce la ropa de poliéster, es la conciencia profunda de que, en cierto nivel que no podemos localizar exactamente, lo que vemos es apenas una ilusión. Y la reacción, en vez de sorpresa, es una saciedad opresiva, una desconexión de lo que vemos, un calor en los ojos que no se termina de quitar.