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EL ULTIMO ROMANTICO

Claudio Arrau será recordado como uno de los grandes del piano en el siglo XX.

15 de julio de 1991

NO ACABABA el mundo de lamentar la desaparición de Rudolf Serkin y Wilhem Kempf, cuando se conoció la muerte de un tercer grande del teclado: Claudio Arrau. Una trilogía de colosos intérpretes, que entregó al mundo lo mejor de su talento.
Luchó cada uno su sitio en la historia, pero fue el chileno Arrau quien debió trabajar con mayor dedicación al reconocimiento de su arte.
Fue niño, adolescente y adulto prodigio. Heredó la más cercana tradición lisztiana, cuando al abandonar su patria rumbo a Berlín, su formación le fue encomendada a Martin Krause, alumno insigne de Liszt.
Su técnica formidable, una sólida cultura y un talento nato, hicieron de Arrau uno de los más grandes pianistas del siglo XX. Jamás le interesó la espectacularidad o el exhibicionismo. Concentró su trabajo en brindar un mensaje estrictamente musical. Recorrió con amplitud toda la literatura pianística desde Bach hasta los modernos, pero se concentro en el repertorio de clásicos y románticos.
El canto fue para Claudio Arrau su aliento y su musa. Casado con cantante mantuvo una teoría entre la similitud de la interpretación vocal y la pianística. Quizás en ello radicó el secreto místico y fascinante de la