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Daniel, el protagonista de la historia, supera un duelo del que no quiere hablar en un caserío del Pacífico llamado La Barra

CINE

El vuelco del cangrejo

La ópera prima del cineasta cinéfilo Óscar Ruiz Navia cuenta una historia sencilla que carga con toda una cultura. ***1/2

Ricardo Silva Romero
13 de marzo de 2010

Título original:
El vuelco del cangrejo
Año de estreno: 2010
Dirección: Óscar Ruiz Navia
Actores: Rodrigo Vélez, Arnobio Salazar Rivas, Jaime Andrés Castaño, Yisela Álvarez, Karent Hinestroza, Miguel Valoy, Israel Rivas


Decía el escri-tor norteamericano Raymond Carver que los relatos que valen la pena son aquellos que nos traen verdaderas noticias del mundo. Y eso es lo primero que puede decirse de este admirable largometraje titulado El vuelco del cangrejo: que la historia triste y sencilla que cuenta, la de un hombre que espera la llegada de una lancha en un pequeño caserío del Pacífico colombiano, presenta a los espectadores toda una forma de atravesar la vida desde un lado hasta el otro. Y que lo hace sin caer en efectismos, sin caer en exotismos, sin tomar partidos de ninguna clase. Y gracias a un grupo de actores naturales que dejan constancia de su vida en cada una de las escenas, y por medio de una serie de planos largos que son un verdadero logro.

El vuelco del cangrejo no es cine colombiano. Es una película hecha en Colombia que se saca de encima el adjetivo. Es, simplemente, cine.

Detrás de sus imágenes contundentes se encuentra el director debutante Óscar Ruiz Navia: es a su talento narrativo (que durante los últimos dos años fue un rumor dentro del gremio) al que se le deben los grandes aciertos que se ven en la pantalla. Sin embargo, habría que reconocer que sin la labor de toda una generación de gestores culturales que se ha fogueado en los principales festivales del mundo, sin el esfuerzo de esta industria modesta que justo a tiempo ha dejado de hablar del boom del cine colombiano, sin el trabajo de una serie de profesionales que han participado ya en un buen número de producciones nacionales, a El vuelco del cangrejo le habría costado mucho más ser la obra notable que es. Quiero decir que Ruiz Navia ha llegado a un lugar que por fin existe: a ese importante grupo de cineastas cinéfilos (los primeros que vienen a la mente son Javier Mejía, Andi Báiz, Carlos Moreno, Ciro Guerra, Jorge Navas y Felipe Martínez) que están dándole forma a la etapa más interesante que se haya vivido en la historia del cine producido en el país.

Todas las buenas películas son, en el fondo, películas documentales: pruebas de cómo funciona alguna parte del mundo. Y esta no es la excepción. Sin juzgar todo lo que alcanza a ver durante un poco más de una hora y media, y sin caer en la tentación de explicarnos los gestos culturales que se encuentra por el camino mientras sigue a Daniel, el protagonista derrotado, en sus encuentros con el pescador 'Cerebro', la cocinera Jazmín, el empresario 'Paisa' y la dulcísima niña Lucía, El vuelco del cangrejo logra mostrarnos cómo es la vida en ese pequeño pueblo llamado La Barra. Y su propio título, que es el nombre de uno de los pocos juegos que distraen a los niños de la comunidad, se convierte en una metáfora que puede ser interpretada de cualquier manera. Por ejemplo, como una manera de decir que hay que tener valor para no quedarse atrás de la vida. Y estamos a merced de lo que venga.