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Elling

'Divertido drama noruego' que define muy bien una conmovedora amistad

Ricardo Silva Romero
15 de agosto de 2004

Título original: Elling
Año de producción: 2001
Director: Petter Næss
Actores: Per Christian Ellefsen, Sven Nordin, Marit Jacobsen.

Lo más conmovedor de Elling es que, aun cuando sus protagonistas son dos hombres noruegos que acaban de salir de una casa de reposo, lo más probable es que nos sintamos identificados con los temores, las redenciones y las amistades que vemos desde las primeras escenas hasta las últimas. Es un drama ligero, divertido, hecho para llorar sólo un poquito (razón por la cual, dicen, fue nominado al Oscar como mejor película extranjera), que no le teme nunca a los momentos enfáticos ni oculta jamás su deseos de emocionar al público como si fuera uno de esos 'sensibles' largometrajes argentinos, italianos y norteamericanos que nos hacen felices por un tiempo pero no resisten una segunda mirada. Creo -lo aclaro de una vez- que Elling sí la resiste: porque debajo del vergonzoso juego con nuestros sentimientos, detrás de la manipulación de nuestra vulnerabilidad, queda el tema fundamental del miedo a estar vivos que todos debemos superar día por día.

Son dos hombres, decíamos, que salen de un hospital para enfermos mentales con el objetivo principal de adaptarse a la sociedad. El Estado les consigue un apartamento en el occidente de Oslo, les asigna a un trabajador social para que certifique sus progresos y les da un par de meses para demostrar que son capaces de vivir entre la gente 'normal'. Y entonces nos quedamos solos con ellos, testigos del único reality show que vale la pena, mientras tratan de sobrevivir a sus gigantescas inseguridades. El gordo se llama Kjell Bjarne: se trata de un mecánico torpe, un virgen pasado de años que recuerda al Obélix de Astérix, que pierde los días imaginándose su primer encuentro sexual con una mujer. El flaco se llama Elling: un cuarentón que acaba de perder a una madre (su vida entera era su madre) que lo salvaba de enfrentar el horror de la realidad, lo guiaba por las decisiones de cada día y lo acompañaba hasta unos minutos antes de dormirse.

La pregunta '¿podrán adaptarse a ese mundo que se les viene encima?' se responde poco a poco, sin sobresaltos, por medio de pequeñas historias dentro de la historia. Y un momento, en la mitad del recorrido, convierte el relato en una obra memorable: la tarde en la que el paralizado Elling, solo frente a una hoja en blanco, se da cuenta de que su sufrimiento abstracto, su taquicardia constante y su reticencia a dar un paso fuera de su casa pueden ser las pruebas contundentes de que en realidad es un poeta. Sí, vale la pena ver esta aventura de puertas para adentro sólo por asistir a esa revelación. Vale la pena pensar, mientras se ríe, que la locura en verdad es una vocación que no ha salido a la luz. Y seguir a esos dos personajes en busca del equilibrio -las actuaciones de Per Christian Ellefsen y Sven Nordin son estupendas- mientras hacen lo que pueden para comprender el sentido de todas las cosas que nosotros damos por sentadas.