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Elegido el menos opcionado

La designación de Kirill Petrenko como nuevo director de la Filarmónica de Berlín tomó al mundo de sorpresa.

Emilio Sanmiguel
4 de julio de 2015

La Filarmónica de Berlín es la primera orquesta del mundo y una de las pocas que elige democráticamente su director. A lo largo de su historia, que se remonta al primero de mayo de 1882, apenas ha tenido seis titulares: Hans von Büllow, Arthur Nikisch, Wilhelm Furtwängler, Herbert von Karajan, Claudio Abbado y Simon Rattle que anunció su dimisión, que se hará efectiva en 2017, luego de 13 exitosos años.

La popularidad de la filarmónica desborda el limitado mundo de la música y la elección del titular despierta casi tanta expectativa como la de los papas: los músicos se reúnen mientras centenares de periodistas se instalan en los salones de su sede, la Philharmonie de Hans Sharoum, uno de los edificios más emblemáticos de Berlín, a la espera del humo blanco.

Que no lo hubo en el cónclave de 11 horas del pasado mes de mayo. Los voceros se limitaron a anunciar que el asunto se posponía para el próximo año. Evidencia de que los dos bandos en su interior, uno tradicionalista y otro progresista, no consiguieron ponerse de acuerdo: el alemán Christian Thieleman fue favorito de los primeros y el letón Andris Nelsons

de los segundos. Fracciones que en realidad generaron la dimisión del británico Rattle, y si al asunto se le añade la presión mediática, posponer la deliberación no resultó tan sorpresivo.

Sin embargo, la orquesta volvió a reunirse en secreto hace dos semanas, y lejos de presiones, luego de tres horas, para sorpresa del mundo anunció el nombre del ruso Kirill Petrenko de 43 años, quien a la fecha ¡apenas la ha dirigido en tres oportunidades!

Una decisión sorprendente. Pero no tanto para quienes conocen a fondo el misterioso oficio de la dirección, “no existe otra profesión a la cual un impostor pueda acceder con mayor facilidad”, dijo hace un siglo Carl Flesch y los músicos de las grandes orquestas los detectan en segundos, “Intuimos si es un gran maestro o no cuando sube al podio y abre la partitura, antes de que tome en su mano la batuta”, escribió Franz Joseph Strauss en el siglo XIX.

Porque el gran director, el auténticamente grande, posee, además de su mayor o menor dominio de la técnica, la capacidad de inspirar a la orquesta y arrancarle sonidos insospechados y eso fue lo que debieron ver los filarmónicos en él.

Virtualmente un desconocido fuera de Alemania. “¿Quién es este Petrenko, de dónde salió?”, escribió un diario británico, pasando por alto su ovacionada actuación en el Covent Garden en El caballero de la rosa de Strauss el año pasado.

Nacido en Omsk, en Siberia donde inició su formación, emigró a Austria a los 18, donde continuó su formación. Primero fue director adjunto de la

Volskoper de Viena de donde pasó a Meningen, una pequeña localidad alemana, donde llamó la atención dirigiendo soberbiamente la tetralogía del anillo del nibelungo de Wagner. Entre 2002 y 2007 dirigió la Ópera Cómica de Berlín y en la actualidad es el director de la Ópera estatal bávara de Múnich, además de presentaciones en otras ciudades del mundo –excepto Japón y la China– como esas tres actuaciones berlinesas que le valieron la designación.

Lo cierto es que la orquesta ha dado con nombramiento un giro histórico. “Acostumbrada como está a los pavos reales en el estrado”, eligió al menos mediático de los directores de hoy. Es evidente que la decisión es estrictamente musical, porque es un genio, así tenga que enfrentar, a partir de 2018, el trabajo de acabar con las luchas intestinas de los últimos años..