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EN BUSCA DE LA COLONIA

Un período de la historia que ha sido abordado desde múltiples puntos de vista.

14 de mayo de 1984

La Colonia en la historiografía colombiana, Bernardo Tovar Zambrano, Editorial La Carreta, Bogotá, 1984, 193, Páginas.
La Colonia, ese período que se pierde en la penumbra de la historia colombiana, ha sido abordada desde diferentes puntos de vista: Ya la picaresca de los escándalos que narra Rodríguez Freyle, ya la vida mundana de los virreyes entre los que se destaca el final de convento y cirios de Solís, ya las luchas contra los indígenas aborígenes que pelearon con sana por defender su territorio, los acontecimientos de este período han sido relatados como una especie de transición entre la barbarie de los chibchas y la civilización traída por los españoles.
Nada más lejos de la realidad. La Colonia es, en esencia, el crisol en el que terminan de fundirse las corrientes étnicas cruzadas, se consolidan los sectores sociales, y se disponen los alfiles para la gran confrontación independentista, entre criollos y españoles. ¿Cómo se ha mirado la colonia, y a qué intereses manifiestos o implícitos responden los diversos autores que han tratado el tema? Tal es el cuestionamiento que hace Bernardo Tovar y que le impulsa a revisar toda la bibliografía sobre el tema, desde los cronistas de la época, los Pedro Simón y Aguado, hasta la época moderna, con Liévano Aguirre y sus contemporáneos.
Desde la era colonial, las presiones de la Corona para que se redactaran crónicas favorables a la empresa conquistadora y se borrara las atrocidades cometidas por los españoles contra los indígenas, hizo perder muchos documentos importantes y sometió a la censura no pocos de los escritos que, finalmente, fueron publicados sólo después de la Independencia. Más adelante, y cuando la Independencia ha desarrollado un sentido crítico hacia la Colonia, los Samper y los Camacho Roldán tratarán de hacer aparecer este período como el de los inicios de la guerra, y buscarán la raíz de los conflictos en el peso abrumador de las cargas impositivas. Joaquín Acosta pretendió hacer una historia completa de la nacionalidad colombiana y logró por lo me nos, ahondar en la Colonia, antes de su muerte.
Pero es ya en el período avanzado de la existencia de los partidos liberal y conservador, cuando la Colonia vuelve a surgir como un botín de guerra, utilizado a diestra y siniestra, para amparar las ideologías existentes. Del lado liberal, de Samper y sus correligionarios, la Colonia debe reivindicarse como lo más nefasto que produjo la conquista española, con sus instituciones caducas y sus impuestos gravosos, su incapacidad administrativa y su capacidad para generar conflictos. Los comuneros comienzan a ser expuestos ante la opinión como los abanderados de la lucha contra el español. En cambio, del lado conservador, con Miguel Antonio Caro a la cabeza, a la Colonia debe mirársele como el semillero que nos dejó España de toda una cultura, unos valores, una religión, que han quedado indeleblemente grabadas en la nacionalidad colombiana. Los comuneros, y particularmente Galán, no eran más que unos fascinerosos a quienes no puede considerarse, ni mucho menos, los precursores de la Independencia.
Más adelante, con Nieto Arteta, Torres Giraldo y Guillermo Hernández Rodríguez, se impone la tendencia marxistizante a tomar los contornos económicos sociales de la Colonia como el aspecto fundamental, y a obviar lo anecdótico. Y tal es la línea que continúa profundizándose por parte de los nuevos historiadores, ya un poco tendenciados hacia la minucia y los datos estadísticos, en lo que se pierde la perspectiva global. Bernardo Tovar ha realizado una importante labor en este trabajo, al indicarnos que no se escribe inconscientemente, ni mucho menos inocentemente, sobre un período tan importante de la historia colombiana.