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EN BUSCA DEL SOL Y EL DORADO

A través de diferentes formas de expresión Edgar Negret y Carlos Rojas confluyen ahora en un mismo punto

7 de octubre de 1985

"Los críticos están constantemente a la expectativa de los cambios en mi obra. Qué cosa tan estúpida: si en el arte, lo esencial es profundizar en el camino escogido!". Es la afirmación hecha simultáneamente por Edgar Negret y Carlos Rojas cuando SEMANA los entrevistó por separado.Aunque la obra de estos artistas se origina en ámbitos muy distintos -para Negret, la naturaleza y el medio ambiente, y para Rojas, la reflexión interior-, ambos han llegado en la actualidad al mismo punto: la búsqueda del sol y de Eldorado
"Nosotros éramos 10 hijos y cuando murió la última de mis hermanas y yo quedé de próximo, empecé a averiguar cuál era mi pasado y me llené de fantasmas. Al cabo de investigar 14 generaciones me uní con los primeros pobladores de América: yo desciendo en línea directa de Huayna Cápac, de los Incas", dice Negret con los ojos brillantes, impregnados de nostalgia.Traducido a su obra, esta investigación desembocó en los soles (el sol era el dios de los Incas), las lunas, el templo solar y en la última escultura: el sol dentro de la luna, que acababa de terminar cuando llegamos a conversar con él, obra que lo tenía muy satisfecho.
Cuando el escultor Negret inició su trabajo en Colombia, en 1945, después de haber realizado estudios de Bellas Artes en Cali, "unos pensaban que estaba descubriendo la pólvora y
otros que yo era de meter a Sibaté".
Fue entonces cuando decidió marcharse a Nueva York, ciudad que lo impresionó por su lógica y organización. En su arte surge, en la década de los cincuenta, la etapa de "los aparatos mágicos", la cual, por medio de un lenguaje constructivista, refleja la civilización de la máquina. "Mis amigos me decían: usted que parece tan sofisticado, a veces se porta como un salvaje, pues meterme en el tren subterráneo de Nueva York y empezar a ver esas luces rojas y azules que pasaban en la oscuridad, eran señales misteriosas para mí". Hecho que agregó a esta etapa de construcciones con láminas rectas el uso de colores rojos, amarillos, blancos y negros. Al llegar a esta ciudad, Negret se encontró con artistas como Kelly, Luisa Nevelson, Jack Yongerman, Robert Indiana y Agnes Martin, con los cuales formaron una generación que iba en contra de la pintura de acción (brochazos de color escurriendo sobre los lienzos), y que muchos años después participaron en la Exposición "25 años después", en Bogotá.
Luego de permanecer 15 años entre Estados Unidos y Europa, Negret regresa a Colombia con un vocabulario preciso y una estructura emparentada con el collage (forma armable y desarmable), pero al confrontarse con un medio ambiente exuberante y violento, se da cuenta de la necesidad de reorganizar los elementos para volverlos al paisaje: "lo primero que hice fue curvar la forma para crear casi un escudo, pues la realidad me aterró". A esto se añade "la cosa religiosa" que había estado latente en él, pero que nunca se había desarrollado y es cuando se mete de lleno en los terrenos mágicos (el concepto religioso más amplio). En Estados Unidos, Negret queda muy impresionado, al visitar las reservas de los indios návajos en Nuevo México: observa sus costumbres, y la perfección geométrica de unos cuadros que hacen cuando alguno de los integrantes de la tribu cae enfermo por haberse desvinculado de la totalidad, le causa gran impacto. Pero en 1983, al visitar Machu Picchu, descubre la magia total que, unida a la investigación sobre sus raíces incas, conducen el proceso de la obra al momento en que se encuentra actualmente: la epopeya andina.
De otra parte, para penetrar en el mundo de Carlos Rojas es necesario que cada espectador esté dispuesto a mirar dentro de sí, pues el medio ambiente no da la pauta para entender su creación. De su última etapa, más abstracta que "Ingenierías de la visión" (1969), que "Límites y limitaciones" (1974) y que las más recientes, el artista dice: "El dorado significa todo: a nivel colombiano El dorado es la historia, la posibilidad de dinero, la búsqueda, la muerte, en fin, la totalidad. Y el hombre vivirá eternamente buscando ese dorado sin encontrarlo, porque está dentro de él y en él no lo busca". Desde que Rojas empezó su proceso creativo, luego de haber estudiado arquitectura, bellas artes y diseño aplicado, el concepto ha constituido la esencia de su trabajo. Sus principales características han sido la relación del espacio y el tiempo, la relatividad y la simultaneidad. Lo primero que hizo fue conocer lo que artistas, pintores y escultores habían hecho un poco antes de su nacimiento, como preámbulo a lo que sería su existencia en el Siglo XX: "De ahí que yo émpiezo a trabajar básicamente a partir del cubismo". Pero los bodegones y más adelante "Las mujeres en faja", son importantes para Rojas en la medida que determinan las limitaciones de una estructura (del cuerpo femenino en el último caso) y no el objeto en sí mismo. El concepto va íntimamente ligado a la filosofía y en la casa del maestro Rojas el arte oriental ocupa un puesto preponderante: "Para mí, todo lo que es filosofía oriental ha sido definitivo en la creación de mi obra hace mucho tiempo. Yo creo en las estructuras y valores de este arte de países muy antiguos que por años y siglos han estado insistiendo sobre cosas muy simples, casi gestos del espíritu. Es necesario un proceso de absorción genética que tome millones de años para convertirlos en belleza y razón pura. Hay que depurar con lentitud y llegar a la sofisticación absoluta". Por eso, el maestro Rojas considera que sus cuadros plantean un problema de meditación y no de lenguaje coloquial, porque crea sus obras en un momento de soledad total, la cual le ayuda a la vez a entender el mundo en que vivimos.
Esto no quiere decir que el artista se aisle, pues a través de sus hermosos árboles bonzai, de sus perros poodles -uno de los cuales es el más grande del mundo-, de la constante lectura diaria y de la música clásica, popular o tibetana, él se une al mundo circundante.
Aunque la obra de los maestros Rojas y Negret, aparentemente no tenga mucho en común, denota, ante todo, la posición de dos artistas que han luchado constantemente por expresar su época. "La epopeya andina" de Negret y "En búsqueda de Eldorado" de Rojas, reflejan en última instancia una forma personal que, por medio de la unión con el sistema astral, logra un lenguaje universal.
PUNTOS DE VISTA
SEMANA: ¿Qué lugar ocupa usted dentro del arte colombiano actual?
CARLOS ROJAS: Nunca he pensado cuál es mi posición en el arte actual. Tengo la enorme satisfacción de haber hecho siempre lo que he querido, sin preocuparme por estar o no de moda, pues sé que estoy cumpliendo una actividad absolutamente contemporánea que refleja el hecho de vivir en el siglo XX, cada vez que realizo un cuadro o una escultura. En ningún momento mi obra representa el pasado o los amaneramientos propios de nuestra época.

EDCAR NEGRET: Yo soy el que inicia toda esta cosa de la escultura aquí en Colombia, después de un pasado como el de la época precolombiana; en la época colonial hubo poca, y finalmente la etapa horrible de la escultura oficial para reproducir el busto del héroe o la estatua de la plaza pública.Cuando me fui para Nueva York exhibí inmediatamente y me ubicaron como un joven de mucho talento.
S.: ¿En qué momento actual se encuentra su proceso creativo? C.R.: Yo creo que todos estamos empezando siempre.Puede que uno adquiera cierto manejo de los materiales, una cierta tecnología con el tiempo, pero eso no es nada comparado con la identidad que uno debe darle a sus actitudes. Mi proceso es cada vez más interiorizado.
E.N.: Yo me siento dentro de la escultura como una persona que ya está terminando la obra, redondeándola. No estoy en plan experimental y tal vez por eso los jóvenes me consideren como un zapato viejo.
S.: Maestro Rojas, usted también hace escultura. ¿Por qué en esta exposición junto a la obra de Negret, no hay?
C.R.: En realidad, en este momento yo he venido trabajando básicamente en bocetos para escultura, pero rara vez las he hecho al tamaño. Por ahora me interesa más la obra sobre lienzo.
S.: Maestro Negret, ¿nunca ha querido expresarse por medio de la pintura?
E.N.: A empujones me han llevado a la serigrafía, pero es difícil, porque he sido un escultor de tiempo completo, entonces "aplastarme" sería imposible, porque siempre he trabajo en un sentido de espiral.