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En ‘Silver Eye’, Goldfrapp recarga su voz y su ritmo

La séptima producción del dúo británico integra baile, introspección y esperanza. Will Gregory, la ‘mitad’ instrumental del grupo, habló con Semana.com sobre los inicios, su versátil camino y hasta dónde han llegado.

3 de abril de 2017

‘Anymore‘ es el primer sencillo de Silver Eye, Alison Goldfrapp dirigió el video, filmado en la isla española de Fuerteventura.

Semana.com: Hace unos 20 años que se concieron Will Gregory y Alison Goldfrapp, ¿cuánto cambió su vida ese momento?

Will Gregory: El impacto fue enorme, pero nuestra vida cambió gradualmente. Hicimos un álbum, luego otro, y así, pues nunca se sabe si llegará la posibilidad de grabar una vez más. Por eso evolucionamos sin un gran plan. Con respecto a Alison, fue fantástico conocerla justo en un momento en el que yo quería escribir canciones. Había trabajado en varios aspectos antes, Alison también, pero nos encontramos cuando teníamos un interés común de crear. Ella no sólo tiene una voz increíble, también grandes ideas, intuición artística y entendimiento musical.

Semana.com: Desde la primera canción, ‘Anymore’, los sintetizadores pegan fuerte. Silver Eye puede encender una pista de baile, pero también dar pie a la introspección, oscuridad y esperanza. ¿Cómo describe usted su producción más reciente?

W.G.: Queríamos presentar algo bailable, de tempo rápido, pero también crudo. Y creo que también incluimos unos matices y momentos más oscuros, y algunos lados hipnóticos (‘Everything is Never Enough’), y bajamos con ‘Oceans’ a un lugar casi gótico. Creo que, como un todo, funcionan muy bien juntas.

Semana.com: Siete albumes de estudio, ¿qué recuerda de ese viaje?

W.G.: El primer álbum, Felt Mountain (2000), nació de un amor por la música Soul de los años sesenta, y también como un intento por hacer algo distinto, música que queríamos escuchar. Con un presupuesto bajo, alquilamos una pequeña casa de campo cerca a Bath (de donde son), y allá llevé el equipo que tenía. Incluso grabamos algunas voces afuera,en el jardín. Fue un trabajo, si se quiere, poco profesional, pero cuando lo terminamos quedamos orgullosos, y nos sorprendió que la gente lo recibiera tan bien. No fue fácil abrirnos, hablar sobre el trabajo, pero lo sorteamos. Y, además, nos forzó a tocarlo en vivo, otro gran reto, pues en ese momento era lo único que teníamos para mostrar. Esto vino con sorpresas, pues en el escenario descubrí lo fantástica que Alison era en vivo. Fue un enorme gusto vivir de cerca su gran carisma, aquel que no sabía que tenía hasta que enfrentó al público.

Luego, el segundo álbum, Black Cherry (2003), fue una experiencia difícil. Tratamos de seguir la misma línea, y nos dimos cuenta de que no iba a funcionar. Ya habíamos agotado la ruta, pero abrimos otra. Pudo ser el fin, pero no lo fue. Entramos a un ritmo más funky, y una vez nos enrutamos, nos volvimos a divertir.

En Supernature (2006), el tercer trabajo, volvimos a grabar al campo, arrendamos otra casa, y llevé mi equipo, (ya tenía mucho más) y retomamos nuestros fueros. Sentimos que teníamos más que decir que en Black Cherry, refinamos, y la mezcla de Mike Stent en posproducción sumó mucho, resultó genial y lo hizo sonar fantástico.

En este punto, intentamos algo distinto. Exploramos ritmos más folk, más psicodélicos, encendimos las fogatas, nos quitamos los zapatos y exploramos, y así nació Seventh Tree (2008).

Luego, hastiados de arrendar, finalmente encontramos un lugar para nosotros, que compré y en el que grabamos nuestros álbumes Head First (2010) y Tales of Us (2013). Aunque desde esas épocas comenzamos a viajar a Londres también.

Esta tendencia de viajar a la capital se hizo más frecuente, pues permite que la gente nos visite más, colabore y lo convierta en un proceso más social. En Silver Eye (2017) lo hicimos mucho, y colegas nos lanzaron algunos beats de batería que usamos… y así se dio. En este LP también nos alejamos del mundo acústico del disco anterior, volvimos al sintetizador, y claro, es algo que me gustó pues tengo muchos sintetizadores y adoro tocarlos.

Semana.com: ¿Ha cambiado mucho su manera de producir?, ¿los ‘juguetes’ que usa?

W.G.: No tanto. Tengo más juguetes, y puedo explotarlos más por medio de computadores, pero mucho de lo que hacemos sigue siendo tocado con las manos y editado. Además, nuestro baterista en vivo, Sebastian Sternberg, grabó unos loops para nosotros, que usamos para escribir. La tecnología hoy te permite tomar un loop, moverlo al tempo que quieras, ajustarlo a lo que se está trabajando. E inspira arrancar desde sonidos de batería verdaderos. Antes usaba más un programador de beats, pero en la búsqueda de sonidos mas reales, tomamos esa dirección. Aclaro, no es que suenen así en el disco, pero partimos de ahí .

Semana.com: En un punto incursionaron composición de la banda sonora de ‘Nowhere Boy’ (2009) y realización de cortometrajes ¿Qué tan fuerte es la relación de Goldfrapp con lo audiovisual?

W.G.: Tenemos una fuerte relación con lo visual y audiovisual. Especialmente Alison quien tomó clases estos años y se encargó del trabajo fotográfico de este trabajo. Además, hizo el video. de ‘Anymore’, lo cual es grandioso pues siempre quise que tomara esa ruta. Ella tiene un lado visual tan pronunciado, basado en su formación en Arte, y nuestra relación empezó por un mutuo amor hacia las bandas sonoras de los sesenta. Además, hablamos mucho en imágenes mientras escribimos, pues es difícil en sonidos, y eso nos funciona muy bien. Así pues, para nosotros ha sido muy natural.

Semana.com: ¿Alguna banda sonora a la que recurra con frecuencia? ¿Muchas para decirlo?

W.G.: Son muchas, en efecto, pero Ennio Morricone fue una enorme influencia. Para mí, mucha de la música memorable del siglo XX es música para películas, escrita por compositores como Bernard Hermann, John Barry, Nino Rotta, y Jerry Goldsmith ¡Material clásico!

Semana.com: Son casi 20 años creando y componiendo palmo a palmo con alguien más. ¿Hay muchos roces entre ustedes?

W.G.: Hay turbulencias porque es una lucha, un parto. A veces luce fácil, y lo parece en el estudio, pero en otros momentos nada sale por lapsos prolongados y se vuelve muy frustrante. Y cuando vives eso con alguien, sin duda, el viaje emocional te puede romper el corazón y también llevarte al gozo.

Cuando trabajamos juntos descubrimos que debemos estar junto, suena obvio, pero no es así. El proceso creativo sigue siendo entre ambos, improvisando, tratando grooves, a distintas velocidades. Y hemos logrado establecer una relación muy formal, de trabajo, con cierta distancia, lo que nos ha permitido seguir. También respetamos mucho el trabajo del otro, ella hace algo que yo no puedo, y viceversa, y ese empalme de talentos es clave. Además, cuando la banda toca en vivo, muchas veces no los acompaño, y eso nos da un respiro importante.

Semana.com: Cuando componen, ¿predomina alguna metodología específica?

W.G.: No hay una manera de decirlo, suele cambiar. A veces partimos del beat, vamos a un coro, y seguimos, pero otras veces comenzamos con un sonido, y Alison le canta encima, y yo respondo a su canto…

La fotografía antes corría por cuenta de otros. En este trabajo, Alison Goldfrapp tomó la batuta y creó la atmósfera visual.

*Con la colaboración de Andrés Soto