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En la viña del Señor

12 de febrero de 2006

Cartagena, Popayán, Tunja, Bogotá, Santa Fe de Antioquia, Villa de Leyva y Mompós, por sólo citar algunas ciudades, se destacan por la riqueza de su arquitectura religiosa. Una arquitectura austera y sencilla si se la compara con las de Perú o México, por citar los dos virreinatos más ricos en tiempos de la dominación española, pero digna de un libro como el que elaboró el arquitecto Alberto Pianeta, de la Universidad Nacional de Colombia, ilustrado con fotografías de varios autores. Iglesias de Colombia - Arte y arquitectura, publicado por Editorial Myro, es un estudio que permite conocer con gran detalle la historia y las características de las 68 catedrales, iglesias, capillas y conventos que seleccionó. Además, en un texto de introducción, describe la evolución de la arquitectura religiosa en Colombia. Desde la llegada de los españoles y hasta comienzos del siglo XX la mayor parte de las grandes obras arquitectónicas en Colombia estaba relacionada con la religión. Catedrales, iglesias, capillas y conventos conforman el grueso del patrimonio arquitectónico de los primeros tres siglos y medio. No es de extrañar que así haya sido, pues la evangelización de los indígenas fue el arma fundamental para someterlos a la autoridad española. La arquitectura religiosa durante la Conquista y el comienzo de la Colonia, sin embargo, tuvo que esperar bastantes décadas para poder pasar del uso de materiales precarios y perecederos (techos de paja, paredes de tapia pisada) a otros más resistentes. El libro está organizado en varios capítulos: Costa Caribe; Bogotá; Altiplano Central, Alto Magdalena y Santanderes; Antioquia y Eje Cafetero, y Suroccidente. Hace un recorrido por varias ciudades y pueblos de Colombia y no sólo les rinde homenaje a las iglesias del pasado colonial, sino que también destaca obras más modernas de estilo neogótico, así como combinaciones de estilos muy propias de iglesias de comienzos del siglo XX, y obras más contemporáneas como la iglesia del Gimnasio Moderno. Al final presenta un capítulo dedicado al arte religioso (cuadros, murales, tallas, custodias) que complementa la mirada de este inmenso patrimonio cultural de los colombianos.