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| Foto: Foto Santiago Ramírez Baquero / SEMANA

ENTREVISTA

"Una experiencia como el cine le puede cambiar la vida a la gente": Sergio Cabrera

Director de cine y televisión, fue congresista y ahora es el presidente del Festival de Cine de Santander. SEMANA habló con él de su vida y del festival que le mostrará por primera vez la pantalla grande a cientos de niños.

10 de agosto de 2018

SEMANA: Ahora como presidente del Festival Internacional de Cine de Santander ¿qué cree que tiene de especial este evento?

Sergio Cabrera: Es una ventana a la cinematografía de algunas regiones que para nosotros tienen especial interés, en el caso de este festival hay un foco sobre el cine iberoamericano y el cine colombiano. Aparte, hay una sección de Cine Sin Fronteras y Cine Infantil. Tiene muchos componentes, pero la razón de ser es acercar el cine a un público que de otra forma no tendría la posibilidad de ver películas independientes, que difícilmente y raramente llegan a las pantallas de cine. El festival no está enfocado solo para el público que gusta del cine sino también para personas que están en búsqueda de convertirse en profesionales del cine. Porque aparte hay también talleres, unos veinte, y conversatorios. Hay actividades para profesionales. Todas son gratuitas. Creo que es un espacio importante para Santander, porque no tiene los privilegios que tiene la capital para empaparse de la cinematografía actual. Es una oportunidad fantástica. 

A veces a uno se le olvida lo importante que es tener acceso al cine del resto del mundo. Estamos acostumbrados a que en las salas de cine podemos ver lo que nos permiten los circuitos comerciales. Y las películas que traemos, que han sido parte de la competencia oficial en Cannes no llegan nunca en masa a las pantallas en Colombia.

SEMANA: ¿Cómo el cine ayuda a recuperar tejido social?

S.C.: Creo que ayuda de muchas formas, hay una que es conceptual. En la importancia que tiene el cine como arte dentro de la sociedad. O sea, el arte y dentro de ellas el cine, permite que la gente conozca la sociedad en que vive. Los artistas son gente que traza los mapas de la sociedad. Y muestra defectos, virtudes y accidentes. Ponen el foco de la atención de la sociedad sobre esos temas para que lleguen los especialistas y busquen la manera de solucionarlo. Porque los intelectuales no solucionamos problemas sino que más bien somos observadores de la sociedad. Y el cine contribuye a que se conozca no solamente el tejido de su sociedad sino del mundo entero, de la forma como se organiza. Pero en términos concretos también tiene una función específica y es que permite que la gente conozca oficios, formas de expresarse que pueden servir para que a largo plazo la gente exprese sus opiniones y contribuya a generar cambios en la sociedad que vive. Dentro del festival hay un área que es muy bonita y de la que estamos muy orgullosos que se llama Semillero de cineastas.

Mi paso por China creo que me marcó en muchos sentidos, en mi manera de ver la vida, de actuar, cierta capacidad de proyectar hacia el futuro las cosas, de planificar. En cosas de ese estilo que tienen que ver con el espíritu oriental.

SEMANA: ¿De qué trata?

S.C.: Es un esfuerzo muy grande del festival para llevar al cine a 12.000 niños, eso fue al año pasado, y son niños de las regiones cercanas a Bucaramanga. Niños que nunca en su vida han visto una película y ni siquiera en televisión. Y tienen la oportunidad de sentarse en una sala y ver en una pantalla grande el cine como los cineastas pensamos que se debe ver. Una experiencia de esas le puede cambiar la vida a la gente. Yo mismo recuerdo como ir a museos, ver el esqueleto de un dinosaurio o ver una película me han cambiado mi forma de ser en muchos aspectos de mi vida. Especialmente en la infancia. Ese ejercicio, que durante tres días proyecta cine para niños, a largo plazo tiene una función de regeneración del tejido social importante. Dentro de ese mismo espacio, también se da la oportunidad de que se haga un cortometraje. Este año el director del corto que se hace con la ayuda del festival es un joven de 15 años. Y el equipo casi todo está por debajo de esa edad. Hacer un corto a los 15 años es una experiencia que le puede cambiar la vida a cualquier persona, por cómo te obliga a proyectar tus pensamientos, a proyectar tus ideales, a trabajar en equipo.

SEMANA: El cine ha cambiado desde que usted lo hacía ¿cómo ha sentido ese cambio, cómo la ha vivido y cómo lo ha visto?

S.C.: Si yo me despertara hoy e intentara a hacer cine con lo que aprendí en la escuela probablemente tendría que pasar un año estudiando antes de hacer algo. El cine ha cambiado totalmente no solo con la tecnología, sino en su forma de expresarse, el lenguaje se ha modernizado y todo eso ha contribuido a que el lenguaje cinematográfico se democratice. Antes era un mundo muy cerrado donde solo los muy experimentados lograban hacer películas porque era muy costoso y muy difícil. Antes hasta para tomar una fotografía había que conocer sobre la luz y enfocar a mano. Hoy en día hasta los niños pueden tomar fotos maravillosas. Y todo ese cambio en la mirada, cómo se cuenta una historia y cómo se escogen las historias ha dado como resultado un cine novedoso. Antes se hacían películas de las grandes cosas, de los grandes eventos. Hoy en día uno puede hacer una película sobre su escuela, sobre su relación con la novia o los amigos y todo eso, insisto, ha democratizado el cine y la forma en cómo se aproxima el artista a su obra.

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SEMANA: Precisamente gracias a la democratización la capacidad de riesgo parece que es menor ¿o sigue siendo valiosa? 

S.C.: Creo que la capacidad de riesgo sigue siendo uno de los capitales más valiosos que puede tener un creador. O sea, no tener miedo a equivocarse y experimentar. Por dar un ejemplo: la nueva ola francesa produjo grandes cineastas llevándole la contraria a la academia. Ese ejercicio se sigue haciendo, lo que pasa es que uno no es tan consciente, pero se sigue haciendo. Sigue habiendo gente que toma grandes riesgos para contar historias. Y eso pues es algo que hay que estimular y que creo que concretamente el Estado colombiano a través de su Ley de cinematografía ha ayudado a que la gente tome sus riesgos y ha permitido que salgan películas buenas. que dentro de la cosecha del cine colombiano siempre hay un buen porcentaje de películas buenas. Porque es una ilusión pensar que un país puede hacer solamente películas buenas, la cosecha anual de todos los países del mundo está compuesta por películas buenas, malas, regulares y pésimas. Y como dice Francis Ford Coppola "las malas películas son el abono de las buenas". El cine para existir necesita que haya industria y que vaya a la fija, que haya cine comercial para que haya algunos tomen ese riesgo. No todos tienen capacidad de riesgo, ni el valor de hacer una película independiente e interesante.

SEMANA: ¿Qué película mala o pésima ha visto?

S.C.: Muchísimas. Digamos recientes: Todo el dinero del mundo. Me sorprendió, porque he sido admirador de Ridley Scott toda la vida, y vi esa película hace unos días y dije: ¡no puede ser que hayan escrito un guion tan malo!, lo rodaron tan mal, de forma tan poco creíble, con tantos errores, tan mal actuada. Es increíble ¿La vio?

SEMANA: ¿Todavía se siente orgulloso de ‘La estrategia del caracol‘ o la siente como una carga pesada?

S.C.: Me siento orgulloso de que la película siga viva y ya esos es mucho. Pues muchas películas a los 25 años nadie se acuerda y esta todavía se sigue proyectando y es muy recordada y lo es por lo que yo quería. Por el mensaje que transmite, por la forma como se cuenta la historia, porque habla de una cosa que vino después y que, por ejemplo, hay filósofos como Bauman que lo tienen muy claro: la modernidad líquida. Mucho antes de que yo leyera sobre la modernidad líquida vi ahí un ejemplo de cómo puede ser la filosofía cambiante de un mundo moderno. Pero desde luego esa alegría que siento cuando veo que la película sigue viva no es especialmente algo agotador. Tengo claro que tuvo su momento e intento hacer otras cosas, no me cuesta trabajo meterme en otros proyectos, de hecho siempre he querido a hacer proyectos diferentes y me he negado a hacer La Estrategia 2, que me lo han propuesto muchas veces.

SEMANA: ¿Cómo fue la experiencia de vivir en China en plena Revolución Cultural?

S.C.: Fue una experiencia enriquecedora, y como muchas experiencias en la vida, no se la desearía a nadie. Porque la Revolución Cultural fue una cosa muy cruel, muy dura de vivir, fue verdaderamente una revolución y aprendí muchas cosas en ese momento pero probablemente yo no sería el mismo si no hubiera tenido esa experiencia. Mi paso por China creo que me marcó en muchos sentidos, en mi manera de ver la vida, de actuar, cierta capacidad de proyectar hacia el futuro las cosas, de planificar. En cosas de ese estilo que tienen que ver con el espíritu oriental. Pero la Revolución Cultural casi que me dejó solo malos recuerdos.

Rechacé de entrada la idea de ser candidato pero entre un grupo de amigos, yo estaba en un grupo de estudio que dirigía Juan Lozano y en ese grupo me convencieron que tenía que hacer algo, que si había tenido el valor de entrar en la guerrilla que comparado con esto no era nada.

SEMANA: ¿Y cuál fue el peor?

S.C.: Todo se prohibió. Se prohibió el cine, se prohibió la música, se prohibió la literatura. Fue una inquisición moderna. Duro de vivir y duro de compartir con compañeros mucho más censurados que yo, que tenía el privilegio de ser extranjero. Y aún así tenía restricciones.

SEMANA: Y luego de China se une al EPL ¿eso cómo fue?

S.C.: Haber estado en el EPL es más o menos igual a la Revolución Cultural (risas). Me ayudó a formarme con lo que soy. Uno es la suma de experiencias que ha tenido en su vida y desde luego la experiencia de haber estado en la guerrilla ha marcado mi vida en muchos aspectos. Al final he sacado provecho de eso, pero no se lo desearía a nadie. Fue más duro que la Revolución Cultural. Fueron años muy difíciles. 

SEMANA: Cuando uno ve ‘Golpe de Estadio‘ recientemente uno haría una referencia a muchos partidos entre enemigos que se han dado en la vida real, ¿qué piensa cuando eso pasa a la vida real?

S.C.: Parte de la educación china es como aprender a distinguir el tema de la unión de los contrarios. El famoso ying-yang eso lo que quiere decir es que todo ying lleva adentro su yang. No hay malos puros ni buenos puros. Los buenos dentro de sí llevan algo de maldad y los malvados llevan algo de bondad. Y la película era sobre eso, que finalmente para acabar con una guerra hay que ser conscientes de que en el fondo todos lo que necesitamos es tener un sueño común. En la película el sueño común es ver un partido de fútbol por televisión y por eso la paz que logran hacer solo dura un día. Pero un gran sueño común, que es lo que necesita este país, generará una paz duradera y permanente. Cuando estaba haciendo la película conocí muchos casos de combatientes que en medio de la guerra hacían treguas para diferentes cosas. Hace dos meses hubo un partido de fútbol entre guerrilleros y exparamilitares y era realmente muy interesante ver cómo de alguna forma lo que planteaba la película se volvía realidad.

SEMANA: Varios de sus trabajos tienen una referencia histórica directa ¿usted cómo investiga esos hechos?

S.C.: Cambia según los trabajos. Las películas que han sido guiones originales se han hecho porque me interesan los temas. He investigado tratando de encontrar una forma para contar las historias que me interesan. En la Estrategia me interesaba el tema de la solidaridad. Porque la solidaridad siempre ha sido una virtud maldita, la gente ve a los solidarios como personas un poco sospechosas porque inclusive la justicia no se apoya en la solidaridad. O en Técnicas de duelo me interesaba trabajar el tema de cómo el poder hace que se enfrenten las personas. En Golpe de estadio era el tema de la paz, porque quise hacerla antes de entrar al Congreso de la República, porque me iba a presentar y era un poco como una especie de manifiesto de intenciones de lo que quería hacer, que no logré. A veces medios que son muchos más cerrados como la televisión permiten hacer cosas complejas, hace poco por ejemplo Garzón, pero tenía un proceso de investigación que hizo Juan Carlos Pérez y muchas entrevistas para armar a un personaje que tuviera la fuerza que yo imaginaba que debía tener. Cada proyecto tiene sus particularidades. Para La Estrategia duré dos meses visitando inquilinatos para entre todos los que había visto armar un inquilinato virtual. No creo que se deba investigar demasiado porque puede perder frescura el proyecto y se convierta en un tratado de erudicción sobre el tema. Pero hay que investigar mucho antes de lanzarse. 

SEMANA: A propósito de lo del Congreso, usted no quería entrar ahí...

S.C.: No quería, y rechacé de entrada la idea de ser candidato pero entre un grupo de amigos, yo estaba en un grupo de estudio que dirigía Juan Lozano y en ese grupo me convencieron que tenía que hacer algo, que si había tenido el valor de entrar en la guerrilla que comparado con esto no era nada. Que me sacrificara por el país. Tanto insistieron, y hasta convencieron a la gente de mi alrededor y finalmente pensé que tenían razón, que no tenía por qué poner mi interés por el cine por encima de los intereses del país. Acepté ser candidato pero es una experiencia que como todas a la larga me ha servido, pero sufrí bastante en ese periodo en la Cámara de Representantes.

SEMANA: Volvamos al Festival, que tiene invitados interesantes…

S.C.: En esta ocasión tenemos a Joaquin Almeida, actor portugués importante de primer nivel, que ha hecho mucho cine europeo y en Hollywood, es una persona muy interesante. Va a ser un gran invitado. Helena Manrique que ha sido productora y ha trabajado proyectos en España de cine también están invitadas dos mujeres, hay una homenaje a la mujer en uno de los apartados del Festival. es una proyección en Girón de la película Con su música a otra parte, que es el primer largometraje dirigido por Camila Loboguerrero y la protagonista es Judy Henriquez y vienen porque la película ha sido restaurada por Patrimonio Fílmico es una película del año 83, ya estaba bastante deteriorada.

SEMANA: Por último, ¿cómo recuerda esa cámara Kodak Brownie que le regaló su tía siendo tan pequeño?

S.C.: Eso a uno le cambia la vida, y fue una herencia porque ella se iba a morir muy joven, tenía 22 años. Y yo me di cuenta que con la cámara me fui alejando del mundo de mi papá, que era el teatro, y yo usaba el escenario para meterlo en la foto fija, lo encuadraba y creaba mi mundo. Es una cosa que fue especial, porque eso me cambió la vida.